No cabe ninguna que esta semana fue la peor que tuvo que afrontar el presidente Néstor Kirchner, desde que asumió el poder en mayo de 2003. Esta vez no le sirvió de nada su habitual verborragia ante los gravísimos sucesos del martes 17 de octubre en San Vicente. La pantalla televisiva, particularmente la de TN, mostró ampliamente como la litúrgica fiesta justicialista se salía de madre casi remedando a Ezeiza 73. La mano de Emilio Quiroz sosteniendo una pistola semiautomática Bersa salpicó de estupor las conciencias de buena parte de la corporación mediática, así como llenó de pavor los corazones muchos argentinos hastiados de violencia insensata. Aquellos que recientemente se manifestaron para que el Estado ponga coto a la inseguridad, se sintieron burlados cuando cayeron en la cuenta que el mismo ni siquiera puede garantizar que un acto político casi acabe en una masacre.
Ahora no sólo es la desaparición enigmática de Julio López, sino que también se suma a los padecimientos oficialistas. “Pasamos la huelga del Garrahan, la de los subtes, las marchas piqueteras sin reprimir, las elecciones del año pasado sin escándalos. Y en una semana nos hacemos dos goles en contra, en el Hospital Francés y en San Vicente”, meneaba la cabeza una prominente figura del Gobierno”, puntualizó el oficialista Página 12 el miércoles pasado. Pero es cierto que el kirchnerismo apeló al recurso violento cuando no podía comprar las voluntades de quienes osaban hacerle frente. La falacia primordial del mismo, es pretender hacer creer que siempre son asequibles sin hesitar a los requerimientos de la gente. No había ninguna necesidad de montar semejante algarada con los restos mutilados de Juan Domingo Perón, en una inútil y estúpida demostración de poder para terminar pegado a un enfrentamiento cruel entre los impresentables de siempre.
“Pero el todopoderoso presidente no puede decirles nunca que no a los dirigentes sociales en condiciones de sublevarle la calle, incluidos los barones del sindicalismo. Hugo Moyano le cambió la opinión con un par de parrafadas hasta el extremo de que Kirchner prometió hablar en el acto si le juntaban, como a él le gusta, miles de espectadores. Lo que Kirchner no imaginaba era que despuntaría allí la intacta vocación de poder de los dirigentes sindicales peronistas. (...) No se pueden desvincular los actos de violencia de ayer con la violencia que se vivió la semana última en el Hospital Francés. En ambos casos, las fuerzas legales del Estado recibieron órdenes de no intervenir o sólo lo hicieron cuando ya la sangre manchaba el campo de batalla”, puntualizó por su parte Joaquín Morales Solá en la misma jornada. La imagen de Néstor Kirchner queda muy lesionada a perpetuidad luego de esto, sobre todo de cara al sinuoso camino al año que viene. Pues por más discursos y denuestos desde el Salón Blanco, el actual inquilino de Balcarce 50 quedó asociado a los piantavotos sindicales que no vacilan en romperse el lomo a palazos.
No es absurdo inferir que hubiera pasado si uno de los disparos de Quiroz diera en el blanco, o que alguien quedara cadáver luego de la feroz golpiza. Difícilmente pueda creerse que el gobierno sobreviva después de algo así. Porque la sociedad está más que podrida de contar muertos, unos víctimas de la falta de seguridad y otros caídos por desidia y desinterés oficial. Ni las encuestas de opinión rentadas, como el pago puntual de las pautas publicitarias que amordazan a los medios, ni toda la batería censuradora servirán para paliar este sabor amargo que amenaza con quedarse mucho tiempo en la mente colectiva.
Lo que viene
Lo sucedido ha crispado por completo los frágiles nervios del presidente Kirchner, sabe que los desmanes le restarán enorme cantidad de votos para el 2007. Votos que ha costado mucho conseguir y que aún eran insuficientes para colmar las expectativas del mandatario.
Lo interesante -y más odioso para el kirchnerismo- es que este tema ha dejado en evidencia los oscuros negocios que el Gobierno mantiene con el sindicato de Hugo Moyano. Desde las concesiones otorgadas desde hace unos años, pasando por el dinero que se destina a "Don" Hugo a través de millonarios subsidios (más de $800 millones por año), hay mucho que debe explicarse de cara a la sociedad. Por ejemplo ¿Qué responsabilidad le cabe al incombustible secretario de Transportes, Ricardo Jaime -amigo de Moyano- en el irregular otorgamiento de dinero?
Otro nombre que aparece en el candelero -una vez más- es el de Aníbal Fernández, ministro del Interior: según cuenta revista Noticias, el tirador Maddona Quiróz obtuvo la portación de su arma doce días antes de acontecer los incidentes de San Vicente, gracias a un trámite "urgente" agilizado por Adrián Meiszner, presidente del Registro Nacional de Armas (RENAR) e hijo del presidente del Club Quilmes, aliado de Fernández.
En el mismo sentido, se ha confirmado en el día de la fecha lo anticipado el 18 de octubre pasado por este periódico: que entre los provocadores se encontraba el "Polaco", miembro de la barra brava del Club Independiente. Diario Perfil ha sido el medio que confirmó el dato, agregando que el mencionado Polaco "figura en el entorno más cercano del jefe de la CGT Hugo Moyano". ¿No es hora de poner la lupa sobre el multimillonario dirigente cegetista?
Mientras todo esto sucede en Buenos Aires, en El Calafate -tierra vacacional del presidente- se viene gestando con enorme secreto entre autoridades de la provincia, "empresarios" santacruceños y funcionarios nacionales la construcción de un complejo simil "Puerto Madero".
Según cuenta el colega santacruceño Rubén Lasagno, tendrá "características especiales adaptadas al lugar, para lo cual se van a utilizar unos terrenos propiedad de allegados al primer mandatario que están ubicados detrás de la casa familiar del Presidente a la vera del Lago Argentino, una zona realmente bella de El Calafate (...) Lo malo de todo esto, es que si en realidad esta empresa llegara a puertomaderizar El Calafate y lo hace, tal como nos confiaron, trayendo alrededor de 100 obreros extraprovinciales y maquinarias específica, no se estaría cumpliendo con el devaluado concepto de "mano de obra santacruceña", que funciona como caballito de batalla del Vicegobernador que para nada es ajeno a todo esto.
Otro de los que encabeza la movida tendiente a plasmar el proyecto de 'puertomaderización' de El Calafate es Carlos Long, un fundador junto a Carlos Zanini, Rudy Ulloa, Damian Barijhoff y Olaf Asset del denominado movimiento 'Compromiso K' organización política que para no desentonar con la avidez constructivista de sus mentores tiene como lema institucional 'Nos organizamos para construir un país en serio'. Esto aventa la posibilidad de que la puertomaderización de El Calafate sea un chiste.
Cabe mencionar también que el diputado en uso de licencia, como es costumbre en la legislatura santacruceña, Olaf Asset, además de ser uno de los principales abogados que entiende sobre las cuestiones que hacen a los intereses presidenciales, fue uno de los impulsores de la construcción del lujosísimo Puerto Madero en Buenos Aires, donde algunos alientan la sospecha de que el letrado tiene intereses comerciales, lo cual no nos consta. (...)
¿Por qué tanta desconfianza? La sospecha que anida en quienes analizan seriamente el proyecto es que a pesar que el mismo posiblemente se construya con 'ayudas' del erario público y ningún riesgo empresario, quedará en muy pocas manos la propiedad y el usufructo de los beneficios. Pero para mensurar esto habrá que esperar a que el tiempo eche luz sobre las inversiones, las formas y los tiempos que demandará la iniciativa.
En el transcurso de ese desarrollo podremos ir viendo quiénes están detrás, cómo se manejan los recursos, hacia dónde se encaminan los beneficios y allí recién, estudiando puntualmente a cada uno de quienes estén detrás del producto podremos saber si la puertomaderización de El Calafate es una obra para todos o simplemente una excusa más para el enriquecimiento de unos pocos".
Es lo que hay...
Christian Sanz y Fernando Paolella