Desde que la crisis sanitaria comenzó a golpear las puertas de la Argentina el presidente Alberto Fernández no dejó de citar conceptos del Papa Francisco ante la emergencia, recibió a la cúpula de la Iglesia y a una delegación de los curas villeros para escuchar sus pareceres sobre la asistencia espiritual y social durante la cuarentena y, en fin, a líderes de una mega iniciativa solidaria para distribuir cajas con alimentos y artículos de limpieza en los asentamientos en la zona metropolitana.
Con la delegación de curas villeros –que se desempeñan en las barriadas de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano- llegó a grabar un video llamando a observar las restricciones y medidas de prevención. Con los líderes de diversos cultos terminó la reunión con una invocación a Dios que lo emocionó, ya que según testigos presenciales, no pudo contener las lágrimas. Todo ello evidenció una sensibilidad humana y religiosa del presidente que merece ser destacada.
En estos días, además, en una de las tantas entrevistas periodísticas que concedió, Fernández recordó que, si bien es católico, no es practicante. Y que, incluso, llegó a tener una visión crítica de la Iglesia porque no la veía realmente preocupada por los pobres. Pero que con la elección de Jorge Bergoglio como Papa y la preocupación que manifiesta por los más necesitados –junto con su actitud comprensiva hacia los divorciados y los gay- se reconcilió con la institución.
Sin embargo, Alberto Fernández no asume en los hechos un gran anhelo de Francisco y la Iglesia: formular una amplia convocatoria multisectorial para afrontar los desafíos de los post pandemia. El propio Papa acaba de conformar en El Vaticano una comisión de expertos de todo el mundo para generar ideas y compartirlas con la comunidad internacional para tratar de paliar la dificilísima situación económica y social que las restricciones sanitarias están provocando.
En verdad, en la Argentina este es un anhelo anterior a la pandemia. Desde la crisis de 2001, cuando la Iglesia tendió una Mesa de Diálogo, los obispos vienen reclamando la definición de políticas de Estado. Mauricio Macri dijo en la campaña que pensaba hacerlo, pero no cumplió. Alberto Fernández también e igualmente no lo concretó. Y ahora tampoco parece interesado en hacerlo, pese a que la pandemia se presenta como una gran ocasión para concretarlo.
Es curiosa la renuencia presidencial porque Alberto Fernández suele repetir una frase que Francisco pronunció durante su rezo en soledad en la Plaza de San Pedro por el fin de la tragedia que provoca el coronavirus: “Nadie se salva solo”. Se trata de un concepto que no remite únicamente al respeto a las normas sanitarias, sino a las iniciativas multidisciplinarias conjuntas entre los países y dentro de los países.
En cambio, el presidente tuvo la desafortunada idea de proponerle a Enrique Palmeyro, co-presidente de la Fundación Pontificia Scholas Occurrentes, la secretaría de Articulación de Política Social del ministerio de Desarrollo Social, cargo que dejó vacante Gonzalo Calvo tras renunciara por el escándalo de la compra de alimentos presuntamente a un precio superior al fijado en “Precios Cuidados”.
Previsiblemente, Palmeyro rechazó el ofrecimiento a pesar de tener una vasta capacitación y experiencia en la materia –es egresado de la Escuela de Administración de Francia y ocupó varios cargos en el Estado- por considerar que es incompatible con su tarea en Scholas. Dicen que su negativa disgustó a Alberto Fernández, que no esperaba un “desaire”.
Acaso Alberto Fernández pensó que Palmeyro podía ser una garantía de transparencia. Pero no tuvo en cuenta no solo la función de su elegido en la Iglesia, sino que ello conllevaba implicar, aunque sea de manera muy indirecta, al Papa en las cuestiones del Estado argentino y en un quehacer tan delicado como las compras de productos.
En definitiva, si el presidente quiere estar en buena sintonía con el Papa –dijo que Francisco lo está ayudando mucho- debería respetar la saludable autonomía que debe guiar la relación Iglesia- Estado, más allá de la cooperación que, por caso, se evidencia ante la pandemia. Y prestarle más atención a las sugerencias del pontífice.
Porque de crisis tan graves -e inéditas como la actual- no se sale solo por lo que haga el gobierno de turno, sino con el concurso de todos.
A quien va a convocar ? A Macri ?
Si Francisco tiene problemas con Fernandez que se arregle con él directamente, porquee los Argentinos con este Presidente ya tenemos muchísimos problemas . Necesitamos un manual de Instrucciones para poder comprenderlo. Ahora como Católica puedo decir ,que tampoco Francisco se muestra como un iluminado. Patina en muchas cosas.Protege a impresentables la mayoría de las veces.Y a Enrique Palmeyro lo ha cubierto muchas veces. Es una persona relacionada a la CTEP Confederación de Trabajadores para la Economía Popular cercanos a Pérsico . Del Corral y Palmeyro a cargo de SCHOLAS que manejan millones de donaciones y eventos deportivos por ejemplo, poco claras las actitudes de Francisco con el Gobierno anterior y más atrás con aportes de De Vido. No alcanza conque el Santo Paxdre a estos Directores Del Corral y Palmeiro les diga " No se dejen abatir ". Entonces ya tenemos bastante con el Fideogate, los desastre de los Fernandez, que ahora debemos escuchar las directivas de Francisco. Es otro que solito se mete , como los funcionarios Argentinos.Solitos .
El Papa es el que le cuida la guita afanada a Cristina & Co. no necesitamos a un pàpa comunista
por desgracia es verdad klinz
El papa, es una jerarquía de una ORGANIZACION RELIGIOSA, no es el LIDER de un "movimiento politico social". ¿Acaso SON TAN CATOLICOS todos los que referencian a los dichos del papa o en realidad USAN sus dichos para engrupir a los que se dicen CATOLICOS? Uno ve a personajes como Mauro Viale (nombre artistico) que es sabido que pertenece a la comunidad Judía y sin embargo cita al papa, como si fuera el lider de la religión que el profesa. Lo mismo sucede con reconocidos ateos y agnósticos (de cualquier ideología y signo partidario), que también USAN las palabras de ocasión del "Papa Francisco". Ya vimos como personajes como Menem (musulmán de origen y convertido de conveniencia al Catolicismo), obtuvo muchos beneficios y apoyos de la Iglesia Católica. Hasta se permitió crear el Día del niño por nacer el 7 de Diciembre de 1998 mediante decreto 1406/98 como posición antiabortista, lo que le significó hasta condecoraciones desde el Vaticano. Cuando la religión se vive como una FARSA es una traición intima, agravada cuando esa FARSA proviene de los gobernantes. Solo refleja un espiritu MISERABLE que juega con las creencias de aquellos que REALMENTE TIENEN FE. Antes que todo se debería tener presente que en esta parte del siglo XXI, no es OBLIGATORIO adscribir a una linea religiosa, aquellos que dicen "ser parte" cuando SUS TESTIMONIOS de vida carecen de esa espiritualidad sin saberlo proyectan LA MENTIRA con la que pretenden engatusar a los CIUDADANOS, ya no solo en el pretendido ejercicio de una fé religiosa, sino ....¡EN TOOOODO! ES preferible un ATEO LEAL A PRINCIPIOS HUMANOS que al mas piadoso de los mentirosos confesionales. ¡Ojo Alberto no es el único, las corporaciones politicas, judiciales,sindicales y empresariales están llenos de esos farsantes!