El país se encuentra frente a una encrucijada que parece ser eterna: la salud humana o financiera, pero ello se analiza erróneamente desde puntos de vista diferentes aunque el resultado de ambas esté íntimamente conectado.
En términos generales, no se puede advertir un buen estado de salud ante la catástrofe económica-financiera que vive el país, Sin embargo parece ser que la discusión toma altura por otro lado.
El Gobierno se encargó –y se encarga- de utilizar la pandemia del coronavirus y la consecuente cuarentena como el chivo expiatorio que los lleva a tomar decisiones que se encuentran por fuera de lo que puede relacionarse con el estado de derecho, la democracia y la autonomía.
Ello logra desligarlo de los escándalos que viene padeciendo la población en puntuales temas políticos-judiciales con ineludibles repercusiones sociales.
El hecho de que la Oficina Anticorrupción haya dejado de ser querellante en puntuales causas que complican al clan Kirchner es la muestra férrea de ello. Por tal motivo el fiscal federal Carlos Storneli resolvió imputar al titular de este organismo: Felix Crous.
Aunque éste último sólo atinó a responder que “es una locura, no hay nada que investigar, pero no me sorprende”. ¿Realmente Crous cree que no existe un incumplimiento en los deberes de funcionario público y, como mínimo, un encubrimiento? Entonces no estaría capacitado para ejercer al frente de dicho organismo.
Más allá de lo anecdótico, resulta ser de una gravedad superlativa. ¿Acaso no es todo ciudadano argentino igual ante la Ley según la Constitución Nacional?
El tema es la construcción del relato, tal cual ha acontecido en el pasado. Persecución y presos políticos, por allí va la cosa.
El problema es que el letargo en el cual se encuentra una masiva parte de la población, va a llevar al país ineludiblemente a una política socialista marxista con tinte leninista como la vivida en Venezuela.
Dicho sea de paso, ¿es casual que el comediante ultra k Dady Brieva le haya manifestado al presidente Alberto Fernández la impaciencia a la hora de parecernos al país caribeño?
Más aún, las declaraciones fueron realizadas en la Radio El Destape, donde ejercen un grupo de pseudoperiodistas de clara militancia Kirchnerista y de estrecha amistad con el oficialismo.
La cuarentena es sólo la excusa, la formadora del relato que llevará al país sin escala a la miseria y, de ser posible, a una crisis humanitaria de dimensiones hiperbólicas, tales las vividas en el país chavista liderado por Nicolás Maduro.
Ese país donde las más altas esferas del poder se llenan de dinero mediante negociados de diversa índole, incluyendo el narcotráfico y el crimen organizado.
¿Realmente alguien cree que así puede funcionar una Nación, sobre todo teniendo en cuenta la falta de institucionalismo? Claramente nadie que crea poder ser favorecido por un régimen autoritario, que presume de su autarquía aunque, habiendo tenido las reservas de petróleo más grande del mundo, en la coetaneidad deba importarlo.
Es dable insistir, es sólo un síntoma de lo que se olfatea en el augurio argentino. Por caso, no se puede olvidar que en 2015 la Argentina se encontraba con un déficit similar que el de Venezuela en 2011, dato que toma relevancia teniendo en cuenta que Hugo Chávez asume al frente del Ejecutivo venezolano en 1999 y Néstor Kirchner en 2003: cuatro años de diferencia.
A todo ello, debe tenerse en cuenta la propuesta de la diputada Fernanda Vallejos de que el Estado se quede con una parte de las empresas que “ayude” en el actual contexto.
Según la propia legisladora nacional, son “medidas necesarias” en medio de la “crisis pandémica”. Como si ello fuera poco, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, calificó la idea de “interesante”.
Esto, en otras palabras, significa que la idea de estatizar empresas, cuanto menos, está en la cabeza de algunos funcionarios que duermen en el sueño chavista-kirchnerista.
Tras décadas de incremento en el gasto público y asfixia al sector privado, el Gobierno no se dio cuenta que el camino no es ese, que ello indudablemente llevará al país a seguir sucumbiendo ante crisis repetidas.
Interesante sería ver cómo se desburocratiza el Estado, por ejemplo. O que se imponga una cantidad máxima de asesores por funcionario. Incluso una reforma en el asistencialismo, cuya definición podría basarse en un refrán del saber popular: “pan para hoy, hambre para mañana”.
¿No sería óptimo utilizar esas inmensas cantidades de dinero para generar estrategias que aporten a la creación de empleo? Probablemente, pero a ningún Gobierno Nac&Pop le convendría generar esas medidas que ayuden al fortalecimiento económico y fiscal de un país.
En fin, es necesario citar una frase redactada por el colega Marcelo López Masia para concluir con el presente artículo: “Ya hay colas de una cuadra para comprar huevos. Ya hay colas de varias cuadras para cobrar un subsidio. Ya el salario mínimo se acerca a los cien dólares mensuales. Ya la inflación contenida amenaza con los tres dígitos Ya el dólar duplicó su cotización. Ya Venezuela queda más cerca”.