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Las lecciones que aprendí del año que me espiaron

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En primera persona
En primera persona

Me espiaron. La justicia federal argentina ya confirmó que agentes de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) me tuvieron en la mira al menos durante 2018. Me fotografiaron y me grabaron en la vía pública.

 

Me espiaron mientras trabajaba una investigación que incomodaba al poder político y empresarial. Ahora sé que, mientras buscaban identificar las fuentes periodísticas que me ayudaron a revelar cómo fue el capítulo argentino del Lava Jato, una pesquisa sobre la corrupción en el país, me siguieron, analizaron dónde vivo, en qué automóviles me muevo, cuál era mi nivel de vida y hasta fueron a la casa de mis padres —dos jubilados por arriba de los 70 años—. Queda más por salir a la luz; por ejemplo, si evaluaron colocar una bomba en la puerta de mi casa.

El espionaje en la Argentina —como en otros países de América Latina— poco y nada tienen en común con las películas de James Bond. Y sí tienen mucho que ver con el debilitado estado actual de la libertad de prensa y de la democracia en nuestro hemisferio.

Este proceso me ha enseñado por lo menos cinco lecciones.

1. El espionaje es un atajo para los tramposos

Me enteré de que me espiaban de manera ilegal por un expediente que impulsa la justicia argentina. No fui el único objetivo. Las tareas de inteligencia indebida también alcanzaron a la expresidenta —y actual vicepresidenta— Cristina Fernández de Kirchner, a otros políticos —incluidos algunos del mismo bando político que el entonces presidente Mauricio Macri (como el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta)— y a sindicalistas, jueces, obispos, líderes sociales y otros periodistas.

Los espías querían acceder a lo que de otro modo no tenían forma de saber de sus “objetivos”. Se trata de la tentación de obtener beneficios, muy rápido, por la vía de un atajo. Si sos un político, una escucha telefónica clandestina, te permitirá conocer y contrarrestar los planes del candidato rival en la campaña. Si sos un empresario, te dará la oportunidad de saber cuánto ofertará un competidor, presentar un valor más bajo y derrotarlo en la licitación. Y si la prensa te investiga, acaso encuentres la fórmula secreta para amedrentar o silenciar a ese periodista tan molesto.

2. El espionaje es sistemático, no un simple caso aislado

Este mecanismo delictivo integra una investigación de la justicia que lleva ya meses y se inserta dentro de un rompecabezas más amplio que incluye varios expedientes judiciales y una investigación bicameral del Congreso nacional y que evidencia los métodos antidemocráticos a los que ha recurrido la inteligencia argentina. Combinados, permiten vislumbrar que el espionaje ilegal no se acotó a unos pocos casos aislados, propios de algún funcionario desquiciado, sino que resultó una operación sistemática.

3. Promesas de cambio para que nada cambie

Políticos de todos los partidos que llegaron a la Casa Rosada durante los últimos treinta años han tropezado con la misma piedra. Desde Carlos Menem, cuyo servicio de espionaje (conocido entonces como Secretaría de Inteligencia del Estado, SIDE) le pagó 400.000 dólares a un sospechoso para que incriminara a otros en tribunales y terminó arruinando, quizá para siempre, la investigación sobre el atentado contra la sede de la AMIA, a Cristina Fernández de Kirchner, quien disolvió la SIDE para recrearla como Agencia Federal de Inteligencia en los días que siguieron a la muerte del fiscal Alberto Nisman en 2015. El resultado ha sido el más puro gatopardismo: los gobiernos anunciaron reformas más o menos profundas, pero los problemas de fondo de la inteligencia argentina siguieron sin resolverse.

4. El espionaje es anárquico

El espionaje argentino está disperso. Ni todos los que trabajan en la AFI son espías, ni todos los espías que deambulan por las calles o el ciberespacio trabajan para la AFI. Hay quienes husmean o han husmeado durante los últimos tiempos para otras fuerzas de seguridad —sea la policía federal, la Gendarmería, la Prefectura o las policías provinciales—, los que fisgonean para las fuerzas armadas —Ejército y Armada, en particular— y los que ofrecen sus servicios en el sector privado. Prácticas de las que han dado cuenta varias investigaciones.

5. Es mejor prevenir que lamentar

Si el espionaje es sistemático, recurrente y anárquico, entonces la opción más sensata para una figura pública es moverse dando por sentado que lo espían. No para sumirse en las fauces de la paranoia, pero sí para redoblar los recaudos. Y en el caso de los periodistas, para proteger a sus fuentes y encriptar sus teléfonos y computadoras.

Semejante panorama explica por qué Alberto Fernández anunció la intervención y reforma de la AFI cuando asumió la presidencia en diciembre de 2019. “Tomamos la decisión de terminar con los sótanos de la democracia”, dijo cuando inauguró las sesiones del Congreso, el 1 de marzo, para ponerle “fin al oscurantismo”. Es hora de hacerlo.

De las cinco enseñanzas de este proceso, acaso la más difícil es que tenemos pocas herramientas legales para proteger la privacidad, libertad de expresión y el Estado de derecho. La prensa independiente y el disenso político son indispensables si queremos un mejor país.

El presidente enunció lo que organizaciones de la sociedad civil nucleadas en la llamada “Iniciativa Ciudadana para el Control del Sistema de Inteligencia (ICCSI)” reclaman desde hace muchos años: profesionalizar e institucionalizar la inteligencia argentina, establecer “mecanismos efectivos de control democrático” sobre sus acciones y su presupuesto, transparentar sus acciones todo lo que sea posible y acotar al mínimo indispensable la autonomía de los espías. Tomará años, acaso décadas, pero hay que dar el primer paso.

Eso, en la práctica, implicará depurar la nómina de espías, quedarse con los mejores, capacitarlos, limitar sus competencias, instaurar controles de vigilancia en el Congreso para evaluarlos de manera periódica, auditar sus gastos, reformar las leyes que regulan su trabajo y reforzar y potenciar las herramientas de quienes estén a cargo de su vigilancia, interna y externa.

Será difícil, pero es indispensable. Ningún periodista, opositor, juez o ciudadano debe mirar por encima del hombro para hacer su trabajo en plena vigencia del Estado de derecho. La inteligencia argentina debe servir a fortalecer la democracia y los derechos y garantías constitucionales, no a erosionarlos. Si no emprendemos esta reforma pendiente, tropezaremos con la misma piedra, otra vez.


Especial para diario The New York Times

 

5 comentarios Dejá tu comentario

  1. JEJE...Justo esta nota no tiene comentarios...!?!?!?! PORQUE ES UN PERIODISTA QUE INVESTIGÓ A TODOS... RUTA DEL DINERO Y PANAMA PAPERS... O SEA... donde están GONZALO, MARALEROD, COCO, Mikhail Enotovich, ...!?!?!?! CRI CRI CRI.... MAURI ESPIA, PATO ESPIA...MAUGE ESPIA....RITONDO ESPIA...AHHH Y DE MAUGE SOCIA DE SANTAMARIA Y EL GRUPO 12 DE OKTUBRE NO DECIS NADA CHISTIANCITO.!?!?!?!?!?!?!?!?! RARO TU SILENCIO..!!!!

  2. Cuesta creer que este muchacho, con todas sus buenas intenciones, sea tan ingenuo. El “Tomamos la decisión de terminar con los sótanos de la democracia” de AF me hace acordar al "traje a raya para los grandes evasores" de Nestor en 2003. Bla Bla Bla....

  3. Tambien habra que investigar todas las trapisondas de los ultimos 12 años K, porque casualmente no son carmelitas desacalzas. Preguntenle a Milani y la inteligencia paralela que armo por orden de la psicotica luego del divorcio con Stiuso. Todavia no se sabe donde esta el equipamiento, creo que israeli, que se compro en esa etapa, desaparecido en accion. Raro no...? Con seguridad hay que profundizar esta investigacion de como funciono la inteligencia del gaterio, pero ojo con las operaciones, en este caso seria la puff 2, como diria el reciclado Valdes. Tampoco hay que olvidar, y Alconada Mon lo tiene reclaro, que el desorden y la anarquia de la inteligencia en un pais anomico y de opereta como el nuestro, es tambien un coto de caza, con miles de operaciones independientes que arman grupos vinculados a los servicios, aunque no sean organicos ni inorganicos, y que sirven a posterior para extorsiones y operaciones de todo tipo al mejor postor. Es un submundo absolutamente inmanejable hasta ahora.

  4. El macrismo tenia el culo sucio con todas sus maniobras fraudulentas y sus alevosas causas de corrupción y por eso monto todo un aparato de inteligencia de claro comportamiento ilegal para marcar objetivos con fines estremecedores, para peor llenaron la AFI de agentes sionistas y de agencias estadounidenses países ambos involucrados en serias y constatadas violaciones a los derechos humanos. El gobierno del multiprocesado e imputado macri fue sin duda alguna una verdadera amenaza al estado de derecho, la soberanía nacional y la democracia.

  5. Este periodista también estuvo en la MENTIRA, escribiendo una nota mentirosa sobre Oil Combustibles, que luego en el juicio oral tuvo que reconocer su error. Sos poco creible.

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