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La utopía de un diálogo como el del año 2002

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(Duhalde vino cuando la crisis ya había hecho todos los ajustes)
(Duhalde vino cuando la crisis ya había hecho todos los ajustes)

Los políticos consensualistas argentinos están presos de una ilusión: quieren un pacto social y, en sus cabezas, el modelo que tienen es el de aquel Diálogo Argentino que, después del estallido de la convertibilidad, impulsó Eduardo Duhalde.

 

No reparan en una diferencia contundente entre los dos momentos históricos. Aquel consenso duhaldista se hizo para administrar una crisis que ya había tocado fondo y empezaba a ser un rebote. En cambio, al consenso de hoy habría que hacerlo para conducir un ajuste que, aunque nos parezca mentira, aún no sucedió. Habría que consensuar a quién hacerle los recortes que la crisis todavía no provocó. Te la debo.

Es el mismo grueso error en la lectura que Alberto Fernández ha tenido sobre la circunstancia histórica en que le tocó asumir (a menos que en su fuero interno piense otra cosa). Fernández siempre ha dicho que venía a hacer lo mismo que Kirchner hizo en 2003, cuando en realidad, si es que hay un paralelo histórico, Alberto está transitando recién el 2001.


Así era fácil

El Diálogo Argentino de Duhalde fue un interesante ejercicio de conversación que tuvo lugar cuando dos problemas graves -que la política no había sabido resolver, igual que hoy- ya habían quedado resueltos por la “magia” del mismo estallido del 2001.

1- Los salarios en dólares ya habían bajado lo suficiente para tornar competitivo a un país que se había negado a una flexibilización laboral en serio durante una década. El desempleo ya era de 18,5% e inhibía cualquier pretensión cegetista.

2- La inflación inicial del primer semestre de 2002 y la devaluación que llevó el dólar de 1 a 4 pesos también había licuado el costo fiscal del Estado (Nación + provincias), que había resistido su reforma durante la década previa y, sin poder emitir, había financiado sus excesos con endeudamiento.

La comodidad de aquel diálogo de señores que no tenían que decidir quién iba a ajustar (porque al ajuste ya lo había hecho la crisis) se completaba con un default que ya se había declarado y permitió no tener que pagar nada hasta 2005, una infraestructura de energía y servicios nueva tras las inversiones de los 90, una sociedad que todavía trabajaba y no estaba acostumbrada al clientelismo masivo, y una ola agroexportadora en desarrollo basada en agrotecnología incorporada en los 90, con precios mundiales en alza y expansión de la frontera agrícola, que podía aportar recursos flamantes porque todavía era virgen de retenciones.


Todavía estamos yendo al revés

Nada de todo eso existe hoy. Por el lado de los salarios, nadie sabe qué porción de las empresas dirigidas a un mercado interno destruido podrán seguir pagándolos. Ni cuáles serán los salarios en dólares que se podrán pagar para ser competitivos en un mundo pospandemia. Ni siquiera se habla en voz alta de reformas laborales para ganar eficiencia y eludir bajas salariales y precarización.

Al contrario: hay doble indemnización, despidos prohibidos y hasta a lo novedoso se lo legisla con ideas de los 70, como pasa con el teletrabajo.

Por el lado del fisco, nunca estuvimos peor: 2020 puede terminar con uno de los déficits más altos de la historia y, a excepción de la Provincia y la Municipalidad de Córdoba, nadie racionaliza nada. Hasta el presunto ajuste previsional de Fernández corre el riesgo de ser volteado por un fallo de cámara salteño. Y Cambiemos, ya sin responsabilidades ejecutivas, quiere volver a atar las jubilaciones a la inflación y a los salarios.

Un buen ejemplo de las diferencias es el asistencialismo: en 2002, desde el fondo de la crisis, se estableció el primer gran plan, el Jefes y Jefas, que con un gasto público licuado, se podía pagar. Hoy hemos entrado en la crisis con dos tercios de la población adulta ya subsidiada.


Quiénes contra quiénes

Quienes se quieren sentar a la mesa del diálogo no parecen tener claro que desde esas sillas hoy no podrían repartir nada. Al contrario, tendrían que decidir a quién ajustar.

Porque hoy ya estamos en una situación en la que unos ponen todo y millones no ponen nada desde hace rato.

De un lado están, agobiados desde hace años, asfixiados con la soga al cuello: el sector privado, contra el Estado deficitario; la agroindustria y otros sectores parasitados, contra la industria proteccionista y cara; los que trabajan de verdad por cada vez menos y cada vez más en negro, contra los mantenidos desde hace 20 años; la franja central del país que paga los impuestos, contra la alianza geopolítica del conurbano y las mal llamadas “provincias pobres”, que es la que los gasta.

Ojalá haya un consenso y un diálogo para conducir políticamente un ajuste que aún no tocó fondo. Es una gran oportunidad para que la clase política demuestre su responsabilidad y su capacidad para imponer lo que decida. Pero que nadie se confunda: esa mesa a la que muchos se quieren sentar no será -al menos todavía- para administrar el respiro del rebote.

Por eso, tal vez no haya diálogo alguno. O no llegue a nada. O recién se concrete más adelante.

 

4 comentarios Dejá tu comentario

  1. Yo lo único que sé es que si a las empresa no se las regula, el capitalismo argemto termina siendo prácticamente un sistema esclavista. Si el autor de esta basura escrita considera que el modelo de Rappi, Pedidos ya y todas las plataformas digitales es el paradigma laboral es el futuro...entonces estamos en problemas. Ah, le comento al ignorante de marras por si lo olvidó, que el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados fue muy criticado en el 2002 por la cantidad de recursos transferidos en forma directa a las familias (360 millones de pesos de 2002). Algunos infelices, al igual que hoy, pedían que el mercado se autorregulara (¿les suena?). No se pueden comparar dos situaciones diferentes en el tiempo...salvo que el nivel de pobreza y exclusión son mayores hoy que en 2002. El sistema productivo no produjo lo suficiente. Las empresas no se arriesgaron. No banco a los K, menos a los PRO y sus derivados, pero si no le das plata a la gente al estilo Keynes, la Argentina estalla en dos minutos. Por ahí estalla más adelante.

  2. Efectivamente el diálogo sincero es imposible. Recuerdo tantas pero tantas 'avivadas peronistas' que entiendo por qué Carrió no asiste a esas reuniones fantoches. ¿Se acuerdan del 2010, conrflicto con Redrado por no permitirle a ex ella sacar fondos del central? Mientras derogaba el decreto con que la justicia le impedía sacar el dinero, comenzaba el discurso de la apertura de sesiones legislativas. Al mismo tiempo se presentaba otro decreto de distinta redacción pero igual propósito que le permitió sacar los dólares del Central. ¿confiar? ¿en esta gente? En Massa que dijo salgan a twittear que MM es De la Rua? o quizás ¿en AF y todas sus denuncias contra su actual vice? Hay que ser muy ingenuos para creer en este gobierno. Es una mezcla extraña y me hacen acordar a la fábula del escorpió y la rana.

  3. Los grandes genios que manejan la economía de nuestro país desde hace mas de 30 años, parecen androides que en la facultad de ciencias económicas le ponen la memoria artificial, con un programa, basado en este régimen capitalista que todos bien conocemos, que llamamos EL SISTEMA. Todos hacen lo mismo, repiten como loros lo que les enseñaron, y cuando ocurren las inevitables hecatombes, (inevitables porque son falencias propias del sistema), recurren a las tontas medidas de siempre para tratar de solucionarlas, que por supuesto están en el programa, que son los “ajustes”, que nunca logran una solución definitiva (porque no la tiene), solo lo emparchan por un tiempo, y más adelante hay que ponerle otro parche… No tienen iniciativa propia, no piensan más allá que para lo que fueron programados, y eso apunta a mantenernos en este maldito sistema, creado por los grandes imperios económicos, obviamente para su beneficio. Así se explica cómo países escasos de recursos naturales, están mejor económicamente que países con más recursos. “Nosotros en el escenario de este capitalismo, estamos para ocupar el papel de los que tienen que trabajar duro, producir, y soportar las consecuencias los errores que tiene “, como todo país que tiene riquezas naturales y mano de obra barata, debemos producir para que aquellos países, que con mucho dinero pero sin recursos, puedan estar mejor que nosotros. Nuestros gobiernos seducidos con la idea de la integración al primer mundo y el acceso a préstamos, nos obligan a todos a entrar en este juego del capitalismo, juego en el cual a Argentina, siempre le toco perder. Las reglas que se adoptan para la emisión de moneda (reservas en dólares), dan cuenta de que no es posible emitir sin endeudarnos con un préstamo o exportar en forma desmedida, en busca de esos dólares, atentando contra el mercado interno y empobreciendo nuestros recursos. Esto solo beneficia a las grandes compañías exportadoras, una minoría que ya es inmensamente rica. El mercado interno, en el intento de equiparar, pone sus precios en dólares, hundiendo más al sector económicamente desfavorecido de los trabajadores, que son mayoría. Con un dólar con cotización libre, sujeta a la ley de oferta y demanda, en el país de la especulación, donde es comprado como inversión, quienes lo acumulan, hacen todo lo posible para que su valor suba, sin importarles que nuestra moneda se desvalorice. Eso termina generando inflación, que ya sabemos perjudica en mayor grado a los trabajadores que dependen de un salario, pero al gobierno no le interesa, deja que pase, porque con mano de obra barata, somos mundialmente más competitivos, y con un dólar alto se puede emitir mas pesos. Siempre hará falta emitir moneda, por lo que siempre habrá inflación y más endeudamiento, un circulo vicioso. Este es el grave problema que hoy se reconoce en todos los países que se manejan por este sistema económico, incluido EE UU, pero ningún gobierno quiere salirse del maldito sistema. POR QUE?????

  4. SIMIONI un Periodista de córdoba, acostumbrado a desacreditar a los demás y no mirarse el ombligo propio. Un verdadero cínico.

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