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¿Y… dónde está Dios ante la pandemia?

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Tras cuatro meses sin posibilidad de retomar la actividad, las autoridades de diversas credos reafirman que la libertad religiosa es un derecho humano básico
Tras cuatro meses sin posibilidad de retomar la actividad, las autoridades de diversas credos reafirman que la libertad religiosa es un derecho humano básico

Después de cuatro meses en que los templos de la región metropolitana debieron estar cerrados en el marco de la cuarentena –si bien algunos abrían igual unas horas por día-, la nueva etapa que se anunció el viernes prevé desde este lunes en la Ciudad de Buenos Aires una reapertura gradual, en principio solo para el rezo individual y con concurrencia limitada. Una decisión que también adoptarían paulatinamente los intendentes del conurbano.

 

La drástica medida adoptada con los templos en los primeros 120 días de restricciones estaba en línea con el hecho de que –por lejos- la mayor cantidad de contagios se fue produciendo en la Capital y el gran Buenos Aires. Y, por supuesto, se extendía a otras actividades. Parecía –y lo era- una media atinada ante un virus que empezaba a cobrarse vidas y amenazaba con colapsar las salas de terapia intensiva.

Con el paso del tiempo -la Argentina transita una de las cuarentenas más largas del mundo- comenzaron a escucharse cuestionamientos de referentes religiosos porque las restricciones empezaban a flexibilizarse, especialmente en las provincias con muy pocos contagios, pero no abarcaba a los templos. Finalmente, se fue permitiendo en el interior la reapertura gradual con los debidos protocolos.

Más allá de la conveniencia sanitaria de adoptar medidas extremas –no solo en el ámbito religioso- a no pocos líderes religiosos les llamó la atención que la dimensión espiritual no era siquiera mencionada por muchos gobernantes. O, en el mejor de los casos, que se la equiparara a las actividades artísticas o deportivas, más allá de lo muy respetables que son y la necesidad de sus protagonistas.

Ello llevó la semana pasada al arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, y al gran rabino dela AMIA, Gabriel Davidovich, entre otros dignatarios, a afirmar en una declaración que “se quiere invisibilizar a Dios” y que, si bien lo religioso “no es una actividad esencial, es una necesidad vital”. Además de recordar que la libertad religiosa es un derecho humano básico.

El pronunciamiento suscitó un debate, ya que no faltaron quienes consideraron que para estar “en contacto” con Dios no hace falta ir a un templo, sino que se lo puede hacer en la intimidad del hogar. Recordaron, que los oficios se están emitiendo por streaming, con buena repercusión. Sin embargo, la práctica comunitaria es muy importante para la Iglesia católica, por caso.

Además, en el caso del catolicismo, hay un obstáculo insalvable: la eucaristía o, si se prefiere, la comunión. Se trata, según su doctrina, de un alimento espiritual vital. Y, obviamente, la hostia no se puede enviar por mail. De nuevo: puede haber circunstancias excepcionales que con justa razón lo impidan, pero su prolongación en el tiempo es un problema para muchos fieles.

Más allá de las legítimas cuestiones sanitarias y doctrinales, parece haber en el fondo de esta controversia una cuestión de valoración de lo religioso, que no abarca solo a la Argentina. ¿Es para los gobernantes lo religioso un aspecto fundamental de la vida humana? ¿Lo consideran en los hechos un derecho básico como dice la Declaración Universal de los Derechos del Hombre?

¿O, en realidad, lo religioso es tomado como una subcultura, una mera cuestión esotérica, algo complementario? ¿O, por el contrario, es un bien social que, rectamente vivido, ayuda a mejorar a las personas y a la sociedad? ¿Y qué, en el caso de una pandemia, contribuye a afrontarla individual y comunitariamente? ¿O solo cuenta la fe en lo humano y en la ciencia?

Acaso la pandemia sea también una ocasión para reflexionar sobre esto.

 
 

7 comentarios Dejá tu comentario

  1. Dios no se ocupa de cosas terrenales, SE OCUPA DE LAS ALMAS. En las peores Pandemias en SERIO en Europa, los únicos que atendían a los enfermos, eran los CURAS, algunos Médicos y personas del común, porque los gobernantes, empresarios, comerciantes y hasta algunos médicos, desaparecieron.

  2. Sabe Ud que hay que conocer y amar a Dios, rendirle culto y no tomar su santo nombre en vano. Lo que se conculca es el derecho de Dios, principio y fin de todas las cosas, a ser adorado. En segunda instancia el derecho de los hombres a cumplir con sus obligaciones para con Dios. Y Dios no está “ante la pandemia”, ni ante nada ni nadie, es la criatura la que está ante Dios desde que nace hasta que se muere, un tiempo concedido para transitar el camino a la vida eterna. Tiempo de misericordia en el que Dios invita y espera, a cuyo fin, cada uno afronta un juicio según sus obras, a partir del cual se va al cielo o al infierno por toda la eternidad. Dios hizo los hombres y los hizo integrados en sociedad, de allí que el culto a cumplir tiene una dimensión personal y una dimensión social. Los pueblos deben como tales, culto a Dios. Ante Dios Salvador en el día del juicio, no va a haber excusa que valga, sea política, sanitaria o lo que sea. La Ley de Dios es necesaria y posible siempre, no puede ser conculcada por gobernantes, sanitaristas, sicarios de Soros, ni el cardenal Poli, ni el Papa. No quisiera estar en el lugar de éstos el día del Juicio. ¿Y… dónde está Dios ...?. Dios está donde siempre: “En el cielo, en la tierra y en todo lugar”, los que no están son los hombres, que han apostatado de Dios.

  3. No debería preocupar tanto la posición de los GOBERNANTES, salvo que se asuman como censores de la libertad de culto, pues la ESPIRITUALIDAD dista mucho de ser parte de la ADMINISTRACION DEL ESTADO, y hasta el mismo Jesús en su expresión evangélica "DAD AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR Y A DIOS LO QUE ES DIOS", dejó en claro que LOS HOMBRES son los que deben valorar la vivencia de ESPIRITUALIDAD a traves de la religión.

  4. Ante una pandemia, todas las instituciones que reúnen gente, deben cerrar sus puertas. Esto no se puede discutir. Lo extraño es cuando, al ir cediendo la pandemia, muchas instituciones comienzan a ser reabiertas y las iglesias, no. Lo cual es muy extraño, por la razón que fuere. Aquí no se sopesa si es necesaria la presencia física de las personas en las instituciones, lo cual tiene su importancia. Lo que se argumenta es el derecho que tiene toda institución que reúne a gente, a sesionar físicamente, en igualdad de posibilidades, sin discriminar o dejar de lado a otras. Una institución religiosa como tal, que es seria y responsable, es una contención vital para las personas que creen en sus enseñanzas, ayudándolas a ser mejores como personas y como familias e influenciando así, a toda la sociedad.

  5. Ante una pandemia, todas las instituciones que reúnen gente, deben cerrar sus puertas. Esto no se puede discutir. Lo extraño es cuando, al ir cediendo la pandemia, las instituciones comienzan a ser reabiertas y las iglesias, no. Lo cual es muy extraño, por la razón que fuere. Aquí no se sopesa si es necesaria la presencia física de las personas en las instituciones, lo cual tiene su importancia. Lo que se argumenta es el derecho que tiene toda institución que reúne a gente, a sesionar físicamente, en igualdad de posibilidades, sin discriminar o dejar de lado a otras. Una institución religiosa como tal, que es seria y responsable, es una contención vital para las personas que creen en sus enseñanzas, ayudándolas a ser mejores como personas y como familias e influenciando así, a toda la sociedad.

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