Las investigaciones científicas trajeron al mundo mucho progreso, justo
es reconocerlo, pero paralelamente muchas desgracias. El progreso es así, ya
que muchas veces, por lograrlo, se pierden otras cosas. Entre ellas la ética y
una real preocupación por el bien de la humanidad. Tal es lo que han
evidenciado desde hace mucho tiempo, por ejemplo, las multinacionales químico-farmacéuticas,
aspectos de los que nos hemos ocupado en notas recientes. Una de las fuentes de
mayor afluencia de dinero para esas compañías han sido los plaguicidas, de
triste fama prácticamente en su totalidad por sus efectos altamente nocivos
para el ser humano. Incluso algunos de ellos han alcanzado tanto “éxito” en
ese punto que llegaron a ser aplicados durante la guerra de Vietnam por las
fuerzas norteamericanas –recordemos el famoso “Agente Naranja”-, las que
con el pretexto de desfoliar los bosques para facilitar la búsqueda de
escondrijos de los guerrilleros vietnamitas, acabaron con la principal
subsistencia de los pobladores como sus arrozales y, peor aún, dañaron la
salud de tres millones de ellos, cuyos sobrevivientes hoy siguen padeciendo las
consecuencias.
En 1985 la Pesticide Action Network (PAN), con sede en
California, realizó una campaña en la que por primera vez se identificó a la
denominada “docena sucia”, los agroquímicos más peligrosos del mundo que
tienen relación directa con graves problemas de salud y de contaminación
ambiental. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, el DDT, el Paratión y su
derivado, el Metil-paratión y el 2,4-5,T (el ya citado Agente Naranja). Desde
entonces, la lista inicial de doce productos aumentó a dieciocho. Uno de los químicos
que se incorporó a la nómina actualizada es el Lindano.
Se trata de un insecticida organoclorado, volátil y
persistente, que por su estabilidad química y su gran afinidad con las grasas
se acumula en los tejidos de los animales ricos en éstas. Puede migrar a largas
distancias a través del aire, en forma de vapores, o adherido a sedimentos y
partículas del suelo. Debido a su uso intensivo desde la década de 1940, su
presencia se detecta prácticamente en la totalidad del ambiente en el mundo,
incluso en áreas donde nunca fue utilizado, como en el Artico. Un hecho que
comprueba su dispersión y transportación atmosférica por todo el planeta.
Estudios monitoreados hechos en varios países en el tejido adiposo, la leche
materna y el suero sanguíneo humano comprobaron que el Lindano y sus isómeros
están presentes en casi todos los habitantes del mundo. ¿Y por qué esa
facilidad del producto para viajar tanto?. Así lo explican investigadores en el
tema de los contaminantes: “Cuando una sustancia química de esta
naturaleza es utilizada como plaguicida, se evapora con el calor del sol. Luego
el viento la desplazará en cualquier dirección y después, cuando las regiones
y las noches se vuelven más frías o al comenzar las temperaturas invernales la
sustancia, ya con poca capacidad de evaporación, cae y permanece en el suelo.
Es un ciclo que se repite año tras año, de modo que cualquier cosa que se
utilice en lugares del mundo con climas más cálidos tenderá a desplazarse
hacia lugares de climas más fríos y a acumularse en las regiones polares”.
Exactamente lo mismo ocurre con la dioxina PCB, a lo cual nos referimos en una
nota anterior sobre las multinacionales químicas, entre ellas Dow Chemical y
Monsanto.
El Lindano es utilizado como insecticida en el control
de plagas agrícolas, en salud pública o en aplicaciones farmacéuticas. En el
período 1990-1995 se produjeron unas 3.500 toneladas de Lindano en todo el
mundo, pero hoy en día sólo se lo sintetiza en la India, China y Rumania,
desde donde es importado por otros países. Sin embargo, al ir tomándose
conocimiento de sus efectos altamente nocivos para la salud humana y animal,
muchos de esos países prohibieron su uso. Pese a esos efectos y a todo lo que
se ha ido demostrando al respecto, regiones de Asia como la India y
latinoamericanas como México son aún fuertes consumidores del producto.
Informes elaborados por investigadores como Rosa María
Infanzón, Octavio Carvajal, Stefan Waliszewski y Patricia Trujillo, de México,
revelan que el Lindano tiene varios efectos agudos y crónicos en la salud. Además
de existir estudios actuales que lo sindican como carcinógeno, la exposición
aguda afecta básicamente el sistema nervioso central, con síntomas que
incluyen vómitos y diarrea seguidos por convulsiones. En las intoxicaciones
agudas hay inflamación del tracto digestivo, hemorragias y coma. Asimismo, al
acumularse en las grasas del cuerpo humano, el Lindano puede traspasar la
placenta y afectar el desarrollo del feto. Personas expuestas laboralmente
durante varios años a la sustancia desarrollaron cirrosis hepática y hepatitis
crónica. Los niños muestran una mayor susceptibilidad a los efectos adversos
de la exposición al Lindano, como veremos más adelante. Una de las formas de
absorción de este producto se produce al ingerir alimentos por él
contaminados.
En tal sentido, el Códex Alimentarius de la FAO
(siglas en inglés de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación) estableció en 1997 como ingesta diaria
aceptable (IDA) para el Lindano la cantidad de 0,001 miligramos por cada kilo de
peso corporal. Según esta norma, la dosis diaria máxima para un adulto de
setenta kilos de peso no debería exceder los 0,07 miligramos. Pero los datos
del Códex revelan también que actualmente una persona que consume una dieta
normal en cualquier región del mundo excede entre 3,8 y 12 veces la IDA para el
Lindano. Otra fuente importante de ingesta humana de esta sustancia es el agua
potable, y se ha detectado su presencia en la superficie de las aguas, en las
emanaciones industriales, en las alcantarillas en Estados Unidos y Europa y en
el agua de lluvia en Tokio. Y en el Artico, una especie de sumidero donde se
depositan grandes cantidades de Lindano que, como se dijo antes, llega allí
después de evaporarse en regiones más cálidas, están altamente expuestos los
indígenas esquimales Inuit, cuya fuente de alimentación son los animales de la
región, una cadena alimenticia a su vez contaminada por la absorción de la
sustancia que va desde los microorganismos a los peces, focas y osos polares.
Estos habitantes del Artico, personas y animales, se ven así enfrentados a una
amenaza invisible que viene del Sur.
Ojo al piojo en México
Recordamos un caso que en su momento tuvo amplia
difusión en los medios, el de la “bebé sirena” nacida hace algunos años
en Perú, Milagros Cerrón, quien padecía una malformación que hizo que sus
piernas estuvieran “pegadas”. El Dr. Luis Rubio, cirujano que operó
exitosamente a la niña, reveló que “la madre de la bebé estuvo en
contacto con insecticidas durante el embarazo debido a su labor diaria en el
campo”, y que nunca se había realizado un chequeo médico durante su período
de gestación.
El caso es que las víctimas principales del Lindano,
hoy en día, son los niños, ya que si bien se ha prohibido o restringido su uso
como plaguicida en muchos países, se lo sigue utilizando farmacéuticamente
como agente contra los piojos y la sarna. La Dra. Irena Buka, pediatra de
Alberta, Canadá, sostiene que “cuando se utiliza en tratamientos contra la
sarna, el Lindano se frota contra el cuerpo del niño, es absorbido a través de
la piel y puede causar varios efectos nocivos. Puede afectar la médula ósea,
puede producir anemia y anormalidades en los glóbulos blancos y en las
plaquetas, puede causar daños al hígado, a los riñones y al aparato
reproductor. Pero el mayor daño lo puede causar al sistema nervioso”.
Esta es una realidad vigente entre los niños indígenas
de México, ya que la sarna es allí una de las diez principales causas de
mortalidad infantil y el Lindano es utilizado a discreción. Hay investigaciones
que revelaron que algunos niños mexicanos están expuestos a niveles de Lindano
treinta veces más elevados que en los adultos. Si tenemos en cuenta la IDA máxima
tolerable –citada anteriormente- es fácil sacar la cuenta de la carga
venenosa que tienen los niños de algunas regiones de ese país. Máxime cuando
también se emplea el Lindano en los tratamientos contra la pediculosis, y en México
la Secretaría de Salud envía promotores que recorren varias comunidades
rurales para aplicar el producto indiscriminadamente hasta en niños de cuatro
meses de nacidos, además de aplicar el insecticida “Baygon”, de la compañía
Bayer, a los habitantes de Chiapas, por ejemplo. Lo cierto es que los más altos
índices de cáncer y leucemia en ese país se dan en Veracruz, Coahuila,
Michoacán y Nuevo León, además de Chiapas, y son asociados a la población
cuya actividad es agrícola y ganadera. Es que México, país que parece
resistirse a atender las alertas de peligro sobre agrotóxicos y pesticidas en
general que provienen de varias partes del mundo, continúa empeñado en su uso
y además las autoridades no ejercen ningún control medianamente aceptable
sobre los mismos. Quizás uno de los motivos por el cual en México, desde 1989,
el cáncer es la segunda causa de muerte en el país.
Ese empecinamiento mexicano por “proteger” sus
cultivos y combatir pediculosis y sarna con diversos productos tóxicos
prohibidos en otros países hace que funcionen allí varias empresas que los
distribuyen. En el caso del Lindano, sólo en 2001 se importaron 14 toneladas
del producto, y según la Comisión Federal de Protección contra Riesgos
Sanitarios –un organismo oficial que parece limitado sólo al registro y no a
la prevención- los productos contra piojos y sarna en formas de jabones,
cremas, shampúes o pomadas que contienen Lindano son vendidos, entre otros, por
los laboratorios Armstrong, Bruluat, Grisi-Grisi, Darier Laboratorios Best,
Chinoin Scabisan, Astra Her-Klin, Química y Farmacia Lindano Normes y Productos
Farmacéuticos Piosiun. Para uso agropecuario existen tres empresas que
comercializan Lindano: Agromundo, Ingeniería Industrial e Industrias
Gustaffson. Cabe destacar que esta última fue comprada en 2004 por la
multinacional Bayer –una verdadera experta en envenenamiento planetario- y
vende el Lindano bajo el nombre de Germate Plus. La Bayer había comprado además,
en 2001, la empresa Aventis Crop Science, una fusión de Laboratorios Helios,
AgrEvo y Rhone Poulenc. Además de rociar a los indígenas de Chiapas con
Baygon, como se mencionó anteriormente.
Ojo al piojo en Argentina
El Lindano, en su versión como plaguicida, hoy en día
se ha prohibido en muchos países, especialmente en la Unión Europea, Estados
Unidos y algunos de América Latina. Lamentablemente no ocurre lo mismo en Asia
y Africa, donde por comodidad, desidia o corruptela las respectivas autoridades
gubernamentales permiten su importación y uso indiscriminado, con nefastas
consecuencias para muchos, todo ello facilitado por el costo menor del Lindano
frente a otros productos y a que las respectivas aduanas no registran a los
mismos como plaguicidas tóxicos. Un ejemplo de los desastres que puede causar,
además de contaminar alimentos y bebidas, sucedió en abril de 1990 cuando en
el norte de la India murieron más de cien personas que habían asistido a una
boda, donde por error se había agregado polvo de Lindano a la harina con la que
se preparó la cena. A estos datos puede agregarse que además del uso
indiscriminado del Lindano y otros pesticidas, los países citados y otros del
Tercer Mundo reciben, cual basureros, los deshechos tóxicos como plaguicidas en
desuso, tambores con químicos vencidos, etc., que son enterrados en esas
regiones y que, pese a los envases que los contengan, irremediablemente van
siendo liberados con el correr del tiempo y contaminan suelos, napas de agua y
todo material con el que tiene contacto el hombre. Se estima que solamente
Zambia, en Africa, contiene actualmente en sus suelos más de 200.000 toneladas
de residuos tóxicos. Macabros obsequios de las grandes potencias a los países
pobres o subdesarrollados, al amparo obviamente de las corruptas autoridades que
permiten recibirlos.
En diciembre último, en Chile, organizaciones
sociales y ambientales lideradas por la Red de Acción en Plaguicidas
(RAP-Chile) iniciaron una campaña para que se prohiba el uso del Lindano en el
tratamiento de la pediculosis y la sarna, ante sus efectos nocivos para la salud
y el ambiente. En tal sentido María Elena Rozas, integrante de RAP-Chile,
declaró: “Es vergonzoso que el Lindano, un organoclorado prohibido desde
1998 por el Ministerio de Agricultura para su uso agrícola, se siga aplicando
en las cabezas de nuestros niños”. A la vez, la organización estaba
editando un manual informativo y recolectando firmas para enviarle una carta a
la presidenta Michelle Bachelet.
En cuanto a la Argentina, indagaciones efectuadas en
la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica
(ANMAT) –la versión criolla de la tristemente célebre FDA norteamericana
(Foods and Drugs Agency), organismo del gobierno que supuestamente debe velar
por la salud de los ciudadanos y que en los hechos es cómplice de las grandes
multinacionales químico-farmacéuticas, como revelamos en notas anteriores-
arrojaron como resultado que el Lindano está permitido para su uso en el
tratamiento contra los piojos y la sarna. Concretamente, la ANMAT señala
que “de acuerdo a la Resolución del Ministerio de Salud de la Nación Nº
133/91, el Lindano está permitido como pediculicida y escabicida”. Un
toque de atención para las madres y niños argentinos, si se pensaba que el país,
al menos en este aspecto, se había colocado junto a las decisiones adoptadas
por los países desarrollados respecto del Lindano. Sin embargo no es así.
De todas maneras, otras averiguaciones efectuadas esta
vez ante la Dirección de Toxicología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez
permitieron establecer que el Lindano se mantiene vigente en algunos casos, al
menos hasta encontrar otras alternativas, ya que sería algo efectivo en el
tratamiento dermatológico de pacientes con SIDA y otros afectados por la
llamada “sarna noruega”. Esta última, una variante de la escabiosis o sarna
común, en realidad imita a ésta pero abarca zonas mayores en el cuerpo humano,
presentándose como eczemas, dermatitis psoriasiforme, dermatitis seborreica o
una eritrodermia. Aparece generalmente en pacientes con características
especiales, como desnutridos, inmunosuprimidos –hay casos en pacientes con
SIDA-, ancianos con deficiente atención médica y niños con Síndrome de Down.
Incluye presencia de escamas, algo no habitual en la escabiosis común, costras
y escoriaciones, comprometiendo en algunos casos el cuero cabelludo y
presentando también placas hiperqueratósicas palmoplantares.
En la citada Dirección de Toxicología –un
organismo que a decir verdad investiga continuamente pese a que los esforzados
profesionales que allí trabajan no suelen contar con el apoyo y los recursos
necesarios- se informó además que se está a la espera de reemplazar al
Lindano con otros productos alternativos no tóxicos. Esa espera podrá deberse
a la ancestral lentitud argentina en tomar decisiones y ejecutarlas, pero al
menos uno de los productos comerciales que contenían Lindano, el Hexadecital,
ya está libre del mismo. Continúan vigentes, como productos que incluyen el
Lindano en su fórmula, el Escabiasit, un shampú contra la sarna, y el
Gamaescab, una loción para el mismo cometido.
Por otra parte, científicos de la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP) desarrollaron en 2003 un piojicida al que definieron
como “revolucionario”, cuya fórmula no contiene insecticidas y además
ataca al piojo en todos sus estadíos de vida. Así lo explicó Marcela Gregori,
licenciada en Ecología y en Conservación de Recursos Naturales Renovables de
la UNLP: “Este piojicida, denominado ‘Standard XXI’, no tiene los
insecticidas tradicionales que poseen los otros productos de este tipo, y además
es el único que actúa sobre todos los estadíos de vida del piojo: la liendre,
los tres estadíos ninfales y el piojo adulto”. La patente del producto es
compartida por la Universidad platense y por la Droguería Suizo-Argentina, y
los fondos que ingresen por la comercialización del producto “serán
destinados exclusivamente al desarrollo de nuevas investigaciones científicas y
tecnológicas”. Un buen ejemplo de que, a veces, es factible hacer mucho
con poco. La licenciada Gregori señaló además: “Este es el primer
pediculicida desarrollado íntegramente en la Argentina y la fórmula es inédita,
porque entre sus componentes no existen permetrinas, piratoides, piperonil butóxico
ni lindano, clásicos insecticidas que con su uso a lo largo del tiempo
permitieron a los piojos desarrollar mecanismos de resistencia al producto”.
Vale decir que, con el tiempo, el Lindano puede seguir matando o enfermando
gente pero termina por causar risa a los piojos, ácaros y otros bichos.
Actualmente el aludido piojicida no tóxico “Standard XXI” se comercializa
en farmacias. Quizás por presiones, intereses u otros artilugios de las marcas
más “fuertes”, no se encuentre fácilmente en los stocks, pero circula
normalmente, al decir de empleados de ese rubro.
Ante todo lo expuesto, y teniendo en cuenta que se
acerca el inicio del período escolar, y que por lo tanto arreciará la
“siembra” de piojos en las escuelas –aunque persistan en negarlo los
interesados- por parte de las “marcas de renombre”, derivadas a su vez de
compañías químico-farmacéuticas a las que no interesa un comino la
preservación de la salud humana, sólo queda por advertir a las madres de niños
pequeños: ojo al piojo. Y especialmente, ojo a los piojicidas con Lindano.
Carlos Machado