Este año 2007 arrancó como terminó el 2006: en medio de las más
desvergonzadas desfachateces cometidas por la banda de Happy Feet (el
pingüino cinematográfico). Una banda que ya comenzado el segundo mes amenaza
con dispararnos, en los ocho que restan para las elecciones, con la más pesada
artillería que pueda emplear. Y la munición a utilizar será de variado
calibre.
En primer lugar, dibujará ahora libremente los cada
vez más amenazadores índices de inflación y desempleo, toda vez que se quitó
de encima al equipo de funcionarios del INDEC que, contra el gusto de la banda,
hacían su trabajo a conciencia y marcaban lo más ajustado a la realidad.
En segundo lugar, intensificará la campaña judicial
y mediática contra grandes, medianos y pequeños integrantes de los gobiernos
civiles y militares que actuaron entre los años 1974 y 1983, al ritmo de la
venganza setentista -separada de propósitos realmente justos- enmarcada en una “revisión
de lo actuado por el terrorismo de Estado y la Triple A”, esquivando el
bulto obviamente a lo actuado por el terrorismo guerrillero –que, mal que pese
a algunos, existió- y lo acontecido bajo la desastrosa gestión del “Tío”
Héctor Cámpora.
En tercer término, procurará arbitrar los
artilugios necesarios para terminar de amordazar a la escasa prensa
independiente que queda y a los medios aún más independientes que actúan por
Internet, ya que nunca se volvió a hablar del famoso decreto –que iba a
anularse y no se hizo- por el cual se controlarán todas las comunicaciones
electrónicas y digitales (telefónicas, por celulares, correos electrónicos,
etc.), pese a que recientemente un juez –que seguramente pronto será sometido
a juicio político por el oficialista Consejo de la Magistratura por su
atrevimiento- dictaminó que la correspondencia por Internet es tan inviolable
como la postal; ésto mientras refuerza convenientemente, vía publicidad
oficial u otros “aditamentos”, la lealtad de los medios de prensa adictos o
genuflexos que nos desinforman a diario (o a radio, o a TV).
Estos puntos no deben ser considerados precisamente en
el orden en que aparecen. De todas maneras, es sabido que el orden de los
factores no altera el producto.
Asimismo, la banda de Happy Feet proseguirá
–en alto acatamiento al “jefe”- manteniendo
el más absoluto silencio, más en este año electoral, sobre varios
desaguisados, entre ellos el de las valijas narcóticas de Southern Winds y
los muchos y extraños casos de narcotráfico que no se resuelven porque
implican, precisamente, a elementos de la banda; el destino, aún no
aclarado, de los volátiles fondos de la provincia de Santa Cruz; los casos de
coimas, sobreprecios y negociados en obra pública y onerosos subsidios a
empresas privatizadas que, a esta altura, ya parecen nuevamente estatales; y el
secretísimo tema de la salud del presidente, que en sus continuos viajes de
“descanso” a su provincia aprovecha para proseguir con el tratamiento
impuesto por su médico personal, oncólogo y amigo de confianza, y que puede
ser la verdadera llave que le abra a su esposa, la compulsiva habitante de los
“shoppings” extranjeros, la puerta para heredar la presidencia a partir de
octubre.
Otros temas que queman
Por otra parte, la banda pingüinera se ve obligada a
evaluar, de hecho ya debe estar haciéndolo, el fracaso y papelón de sus
operaciones -seguramente obra de “serviciales” a la par que inútiles
elementos de Inteligencia propia- sobre ciertas fabricadas “desapariciones”.
La de Julio López aún está a consideración, si bien ya no la creen ni los
propios organismos de derechos humanos, y se hace cada vez más improbable que
el hombre aparezca, si se tienen en cuenta las versiones, cada vez más
consistentes y muchas provenientes de fuentes investigativas, en el sentido de
que López se habría prestado al montaje de una obra teatral y, en el medio de
la escena, “algo le pasó”.
En cambio sí fue efectivamente fabricada la de Luis
Gerez –montaje sobre el que ya se habló bastante-, a quien ya han quitado del
medio, mediáticamente hablando, porque el albañil y su pegajoso entorno venían
“metiendo la pata” cada vez más peligrosamente. Otro tema del que la banda
no sabe cómo salir, por más que pretenda distraer la atención con otros
malabares informativos respecto, como siempre, de los logros de la macroeconomía
y otros ditirambos por el estilo.
También deberá ver este año de qué manera continúa
enfrentando otro papelón: el de las papeleras sobre el río Uruguay. Otro cerco
del que no sabe aún cómo salir, habida cuenta de la decisión de los
ambientalistas de Gualeguaychú y otras ciudades fronterizas de seguir cortando
puentes, además de lo que ya puede definirse como un fracaso de las gestiones
del mediador español enviado por el rey Juan Carlos.
Para concluir con la lista de operaciones y entuertos
con que deberán enfrentarse Happy Feet y su banda este año, en la marcha hacia
una reelección o, lo más probable -a la vista de las declaraciones
pro-cristinistas que han comenzado a vocear diversos personajes de los gobiernos
nacional y provincial-, un pase de la posta a la esposa-senadora, cabe referirse
a la última y vergonzosa operación pingüinera: la que quitó del medio a
funcionarios tan “molestos” como los que acaban de ser eyectados del INDEC,
y sobre lo cual, al cierre de esta nota, aún imperaba el silencio salvo tímidas
expresiones de la ministra-títere que habita en el ministerio de Economía,
relativas a “un cambio funcional”.
En realidad no fue Graciela Bevacqua la única a la
que le “anticiparon su licencia” en el INDEC, supuestamente hasta que a su
regreso sea colocada en otras funciones. Con ella cayeron otros funcionarios de
carrera como Clyde Trabuchi, Carlos Quarracino, Horacio Feinstein, José Luis
Maia y Carlos Izurieta, todos ellos con varios años de trayectoria en el
organismo y decididos –pese a las continuas embestidas oficiales de turno para
que falseen los índices mensuales cuando no resultaban benignos- a mostrar las
cosas como son. Como sería, por ejemplo, el alto índice de inflación del
primer mes de este año si ahora no es dibujado, como probablemente suceda, por
la sucesora de Bevacqua. Una cuestión que generó airadas y demostrativas
protestas del personal del INDEC ante el ministerio de Economía, aunque
seguramente no harán mella en Felisa Miceli y el resto de la banda.
En suma, hasta aquí algunos de los secretos,
preocupaciones, obsesiones, mentiras, fabulaciones y operaciones con que nos
vienen disparando desde la fortaleza ubicada en Balcarce 50, ciudad de Buenos
Aires. No es lo único, por supuesto, ya que hay mucho más, tanto hecho como
por venir, pero intentamos reflejar lo más relevante que marcó el pase del año
2006 al 2007, y lo que puede haber por delante de aquí a octubre.
Bienvenidos al mundo feliz de Happy Feet y su
pandilla.
Carlos Machado