No hay peor cosa en periodismo que la falta de independencia. Se supone que el periodista antes de ponerse a escribir sobre lo que sea, cuenta con la suficiente independencia como para no contaminarse de compromisos preexistentes ni de historias oficiales. Sobre todo cuando se trata de temas sensibles a la población general.
Uno de esos temas, quizás el más sensible de todos, es justamente el atentado a la AMIA, el peor magnicidio sufrido por nuestro país en los últimos años de su historia.
Y, si a la fatalidad de lo sucedido le agregamos el pésimo manejo que dieron al tema muchos de los medios y periodistas “prestigiosos” vernáculos, la bronca se multiplica.
En estos días, por suerte, empieza a descorrerse el velo de la historia oficial y muchas de las mentiras enquistadas en la sociedad comienzan a echar luz.
Ya casi no quedan argumentos para sostener la existencia de la (nunca vista) Traffic-Bomba y las pruebas contra Irán parecen no querer asomar por ningún lado. Asimismo, estas últimas horas empiezan a instalar la verdadera trama del asunto: la pista Siria, lo cual nos gratifica porque significa que no hemos trabajado en vano durante tanto tiempo.
En este marco, creemos que es el momento de terminar de quitar la venda a la sociedad sobre el último eslabón de la cadena de encubrimiento para que se entienda de qué va la cosa. Hablamos de nuestros propios colegas: los (pseudo) periodistas que hicieron juego a la desinformación y las pistas falsas como voceros de la historia oficial armada por el corruptísimo juez Galeano, algunos organismos de inteligencia y gran parte del menemismo.
La trama comienza cuando los tres diarios más leídos del país –los oficialistas Clarín, La Nación y Página/12- aceptan adherir a la teoría de la inexistente Traffic-Bomba y la culpabilidad de Irán en el atentado.
Y no lo han hecho por desconocimiento.
Clarín, por ejemplo, bajo la pluma del “inefable” Daniel Santoro habló -desde un primer momento- no sólo de la fantasmal camioneta explosiva, sino del “detonador usado luego para hacer estallar los 300 kilos de amonal”
Pero Santoro llegó más lejos aún al hablar puntualmente del “comando suicida que se inmoló en la Trafic que se incrustó contra la AMIA (que) era el libanés Ibrahim Hussein Berro”.
De más está decir que la Traffic nunca ha sido vista por ningún testigo, sólo por Santoro.
Increíble, pero real...
La cadena de la felicidad
Cuando se habla de “manipulación” de la causa AMIA a nivel periodístico comienza a aparecer un concepto que todos conocen pero nadie se atreve a mencionar en voz alta: la cadena de la felicidad.
Dicha denominación se refiere a fondos reservados que salen de dependencias de organismos como la SIDE a efectos de “adornar” a diferentes comunicadores para que operen a favor de ciertos intereses.
Si bien el listado de los beneficiarios de dicha cadena es guardado bajo siete llaves y sólo es conocido por tres personas del estamento gubernamental –uno de ellos es el presidente de la Nación-, muchos de los nombres de los que cobran es conocido en el ambiente periodístico.
De hecho, un par de esos nombres fue pronunciado en voz alta por otro colega hace poco más de un mes en el marco de la causa AMIA: Román Lejtman (ex Página/12) y Gabriel Pasquini (actual La Nación).
Dicha mención, que no fue reflejada por ningún medio importante, fue vociferada por el mismísimo Jorge Lanata, ex compañero de Lejtman en el programa radial Rompecabezas, quien frente al estupor de todos los presentes, aseguró que los citados periodistas eran "colaboradores de los servicios".
Dichos comentarios, que ya circulaban en los corrillos periodísticos desde hace años, lo único que hicieron fue blanquear una situación que se conoce sobradamente. Se sabe que muchos comunicadores reciben mensualmente suculentos sobres, no sólo por parte de dependencias de inteligencia, sino también del generoso bolsillo de algún importante empresario o de algún ignoto político con ansias de trascender.
Las preguntas, entonces, surgen inevitables: ¿Qué otros periodistas cobran o cobraron dinero en negro para hablar de la historia oficial de la AMIA?
Por otro lado, ¿Todos los que sostienen la mendaz historia de Galeano y la Traffic-bomba están vendidos?
Difícil saberlo...
¿Santoro? Ese nombre me suena
Daniel Santoro es tenido por muchos como periodista estrella de Clarín por sus –supuestas- profundas investigaciones.
Santoro ha trascendido, y mucho, por un premio recibido a raíz de la investigación hecha sobre el tráfico de armas a Ecuador y Croacia, la cual pudo verse en forma de libro en nuestro país hace un par de años, con el sugestivo título de Venta de armas, hombres del Gobierno.
Lo primero que llama la atención de la obra es que en su título Santoro no hable de “contrabando de armas”, que es de lo que realmente se trató.
Luego de eso, a quien escribe estas líneas le consta que Santoro recibió, antes de terminar de escribir su libro, información concreta que involucraba al traficante Rubén Ormart, un hombre muy vinculado a la CIA, Al Kassar y el menemismo, en la citada operación de “venta” de armamento.
Extrañamente, Santoro nunca llegó publicar lo que le fue enviado. Mejor dicho, sólo lo publicó parcialmente y desviando la verdadera línea del tema.
A los ejemplos me remito:
En la pagina 144 de su libro, Santoro dice lo siguiente:
... "El otro socio y compadre de Palleros es Ruben Ormart, un empresario argentino-brasileño con conexiones en toda America latina, Estados Unidos y con el banco libanes de Paris y el Audi ... No se pudo comprobar si es cierto que conoce a Menem...”
Quien envió los datos acerca de Ormart a Santoro, le demostró que el traficante sí conocía a Menem y que, lejos de estar relacionado con bancos árabes, Ormart estaba vinculado con el Banco Safra, el banco de capitales judíos mas importante del mundo.
Todo al revés para Santoro. Pero la cosa sigue:
Pagina 227:
... "Recibida la detallada orden, Sarlenga pidió a Palleros el certificado y este a su representante en Venezuela, pero pasaban los dias y el documento no llegaba. Entonces, el 6 de noviembre, el empresario argentino-brasileño Ruben Ormart mandó por fax al venezolano Pirella Avila un borrador con indicaciones para la confección de un certificado de uso final falso”...
Cuando Santoro dice que Ormart envió un fax a Venezuela con instrucciones de lo que debía hacerse, en realidad está diciendo que ORMART no falsificó la documentación personalmente.
Lo que Santoro está haciendo en realidad es defender implícitamente a Ormart.
Cabe aclarar que en Venezuela a Ormart se lo acusa de haber dirigido y realizado él personalmente toda la maniobra de falsificación de la documentación, y luego haber procedido a falsificar la firma de un militar de aquel país o ser su responsable mas directo y comprometido.
Finalmente, según la muy confiable fuente que envió los datos al periodista, “Santoro no menciona aunque yo sé que lo sabía -porque yo mismo le había pasado el dato-, que en la agenda de Ormart figuraba Romualdo PIZZINI, el vicepresidente de Hayton Trade SA, pero Santoro no lo incluyó en su libro, como tantas otras omisiones que realizó sobre Ormart”
Como al ex embajador James Cheek se le perdió la tortuga, luego encontrada por la SIDE de Anzorreguy; a Santoro se le perdió el detonador que le facilitaron Galeano y su amigo ex hombre fuerte del nombrado servicio estatal. Pero, lo que es peor, se les perdió la honestidad a la hora de desentrañar la madeja del atentado. Como buenos dignos apéndices de un poder corrupto -el menemismo-, todos y cada uno de ellos se limitaron a cumplir el papel que ese mismo poder les dictó. Cuando la trama apuntaba más a Siria que a Irán, en la misma noche del 18 de julio, se apresuraron a distraer, confundir y finalmente obturar la verdad hasta travestirla de fábula.
El periodismo autodenominado “serio”, “independiente” y “confiable”, mostró a través de esta cadena de encubrimiento su verdadera cara: una usina de información al servicio de la construcción de una realidad paralela.
Finalmente
Es grave que periodistas como Lejtman, Kollman, Santoro y otros -que mucha gente toma como referentes en temas de actualidad e investigación- sean finalmente operadores de historias urdidas desde las peores mentes de los conspiradores de turno.
Si bien no se puede afirmar enfáticamente que a los citados periodistas alguien les haya pagado para hacer semejante maniobra, la sospecha se torna demasiado elocuente cuando uno analiza la evolución de las notas escritas por sus plumas.
Y es que está probado hoy en día que todos estos comunicadores han sido sobradamente advertidos para que no sigan desinformando en el tema del atentado a la AMIA e igualmente lo siguieron haciendo deliberadamente.
Una gran mancha para el periodismo, pero más aún para los familiares de las victimas del atentado a la AMIA.
No hay descanso para ellos... No aún.
Christian Sanz y Fernando Paolella
no solo mientiron aca,lo siguen haciendo permanentemente con todo lo que a ellos les conbviene,el dolar,el mundo se cae?no podemos importar barbis??corrupcion en el gobierno y mas ymas,solo eso hablan toooooodo el tiempo,no hay temas mas importantes para ellos,pobreza,caos,desempleo,argentina se aisla del mundo etc etc,CLARIN LANACION,TN,EL TRCE Y TODO EL GRUPO DE CHORROS QUEDICEN HACER PERIODISMO INDEPENDIENTE,que decadentes y miderables,magadelna ruiz,longobardi,chucho gelburg,morales sola,todo el tiempo llaman al abogadito constitucionalista TRUCHO LLAMADO SABSAY,Y LE PREGUNTAN TENDENCIOSAMENTE,SE CA EL PAIS Dr????si se cae responde el malandra con patende honesto,jaja que asco ,
¿magnicidio? creo que todos eran ciudadanos comunes. El Mossad ya cerró el caso de la embajada y el de AMIA, ergo; Israel ya tiene -hace rato- ambos casos resueltos.