Es realmente increíble lo que está sucediendo actualmente en la democracia más grande del mundo, a pocos días de una decisiva elección, a la que muchos ciudadanos, analistas políticos y periodistas consideran como una de las más importantes de la historia política del país. Muchos ciudadanos ya han comenzado a votar por correo, y casi todas las grandes encuestadoras dan por sentado una victoria del candidato demócrata Joe Biden. Pero puede haber muchas sorpresas, como sucediera en las elecciones anteriores en el año 2016, porque muchos ciudadanos, por temor, no se atreven a decir lo que realmente piensan, lo que echarían por tierra todos los pronósticos electorales actuales.
Un escándalo político de grandes dimensiones ha explotado en estos últimos días y podría muy bien cambiar el resultado de las elecciones el 3 de noviembre, a favor del Partido Republicano. Los demócratas lo saben muy bien, y han desplegado toda su poderosa maquinaria electoral para tapar, censurar, esconder este escándalo.
Se trata de la aparición por puro accidente de un laptop de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata, que contiene miles y miles de mails privados. Hunter Biden es un discutido personaje por su historial de droga-adicción, que hizo que fuera expulsado de la Marina por este motivo. Hunter tiene una relación muy cercana con su padre y lo ha acompañado a menudo en sus viajes oficiales, tanto a China, como a Rusia, Ucrania, Armenia cuando éste era vice-presidente de la Administración Obama.
Aprovechaba estas oportunidades para presentarse como asesor y lobista de su padre encaminando negociados al margen de la ley que le reportaban millones y millones de dólares a él, a su padre y a todo el entorno familiar compuesto por un reducido grupo de seis personas: el candidato a presidente, sus hijos, sus hermanos y un cuñado. Una verdadera mafia al estilo italiano, siendo Joe Biden una especie de “capo dei tutti capi”. Las multimillonarias ganancias de la mafia Biden se repartían en general recibiendo Joe Biden un 50%, su hijo Hunter aproximadamente un 30%, hecho que no era de su agrado, como surge en uno de los mails porque de esta suma debía financiar los gastos del resto de la familia.
Este thriller político, que puede muy bien cambiar el resultado de las próximas elecciones, empezó en un negocio de reparación de computadoras, donde Hunter llevó su laptop para arreglarlo. El dueño del establecimiento, al ver que pasaba el tiempo y Hunter no lo recogía, resolvió abrirlo pudiendo ver algunos mails dándose cuenta de la envergadura política de los mismos. Asustado resolvió hacer entonces unas copias para su seguridad personal antes de llamar a las autoridades del FBI para que realizaran las investigaciones pertinentes.
Luego de que pasaran semanas y semanas y el FBI sospechosamente no hiciera nada al respecto, el técnico, consciente de que el clan de los Biden es muy poderoso, decide entregar una copia a un abogado criminalista cercano al bufete de Rudy Giuliani, el famoso ex alcalde de New York y asesor del Presidente Trump, que destaparía el escándalo en estos días. El FBI, que todavía hoy en día está penetrado por funcionarios cercanos a la administración de Obama, está obviamente encubriendo estos delitos y no se ha expedido aún al repecto. Nada que llame la atención de esta agencia, lo mismo que la Cia, que repetidamente han estado envueltos en componendas anti constitucionales en contra de la actual administración republicana.
Mientras tanto los mogules multimillonarios del Sillicon Valley, llámense estos Facebook, Twitter, Google, no sólo ignoran este escándalo político sino que censuran abiertamente todo lo referente a este caso. Periódicos serios, periodistas independientes son bloqueados y censurados en sus investigaciones, por increíble que esto sea en los EE.UU., y la gran prensa hace lo mismo; el Washington Post, el New York Times no dedican a este caso una sola línea, ni en la última página. Lo mismo en las grandes cadenas televisivas, CNN, NBC, ABC, y tantas otras, y esto es otro escándalo, que ha hecho que el desprestigio de los medios de comunicación norteamericanos, con raras excepciones, sean un punto de debate, no solo nacional, sino también internacional.
Este es el clima enrarecido que presenciamos hoy en día que nos hace pensar que estamos enfrentados a rasgos descritos en esa sensacional distopia de George Orwell “1984”. Solo pocos periodistas independientes y medios de comunicación valientes siguen insistiendo, como el periódico New York Post, un antiguo medio de prensa, fundado por Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores de los EEUU, que regularmente y enfrentando la censura informa acerca del escándalo de la Mafia Biden y el complot de los grandes medios para entronar a un Presidente que no sólo tiene un historial de 50 años de politiquería en Washington DC, sino que encima es senil, mentiroso y corrupto, como se está demostrando, y que es simplemente un Caballo de Troya del ala más radical del Partido Demócrata, que cambiaría el rostro de una democracia centenaria.
Ahora ya no se trata sólo de Donald Trump ni del Partido Republicano; se trata de algo mucho más trascendente, del futuro de un país, que tendría repercusiones inevitables también para nuestras democracias y para la libertad de prensa que, como acabamos de ver, está en grave peligro, porque como bien lo define el gran periodista e historiador polaco Ryszard Kapuscinski: “El trabajo de los periodistas no consiste sólo en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse “.
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