Nunca, en nuestros 200 años de historia, un gobierno estuvo tan condenado al fracaso por sus propios e innumerables errores; y lo que es peor, en tan poco tiempo.
De hecho, éste, el tercer gobierno de Cristina, quedó condenado al fracaso exactamente el día posterior a las PASO del 11 de agosto de 2019, cuando después de conocerse el resultado de esa elección la inmensa mayoría ya sabíamos que en octubre la fórmula Fernández-Fernández resultaría electa; por lo tanto, los mercados, la economía y el dólar reaccionaron en consecuencia, y todo comenzó a empeorar.
Tal fue la reacción negativa de los mercados que para tratar de revertir la situación, desde el Instituto Patria no tuvieron mejor idea que convencer a Martín Redrado (expresidente del Banco Central desde 2004 hasta febrero de 2010 cuando tuvo que dejar el cargo casi por la fuerza debido a su controversia con Cristina Fernández, quien a fines de diciembre de 2009 había lanzado el Fondo del Bicentenario por 6.569 millones de dólares estadounidenses, creado con el excedente de reservas del Banco Central, con el fin de garantizar el pago de los intereses de la deuda externa) a quien le habían prometido un importante puesto, a hacer una operación de prensa en contra de Mauricio Macri, al declarar -5 días después de las PASO- en una entrevista radial concedida al periodista Marcelo Longobardi lo siguiente: “Por el diálogo que tengo con las autoridades (del Banco Central) después de haber trabajado cinco años y medio ahí, sé que el presidente dijo el lunes que el dólar se vaya adonde se tenga que ir, de tal manera que los argentinos aprendan a quién votar. Que haber votado a quien se votó el domingo fue votar más devaluación y más inflación. En definitiva, hubo una instrucción política el día lunes que se dejó correr el tipo de cambio sin tener techo, sin intervenir y se generó esta maxidevaluación en el día que provocó una corrida cambiara”.
Así arrancó el tercer gobierno de Cristina, sin confianza y haciendo una operación de prensa para, como siempre, culpar a los demás de sus errores. Por lo tanto, solo con esto, pudimos comprobar que no solo no iban a "volver mejores", como pregonaban, sino que iban a volver peores, como día a día lo están demostrando.
La situación argentina, de tan complicada que es resulta siendo de fácil comprensión: El problema económico argentino lo venimos padeciendo desde hace exactamente 75 años: se gasta mucho más de lo que se genera.
Hoy, cualquiera sabe que si no se baja el gasto público, traducido en déficit fiscal, no vamos a encontrar la solución. Sin embargo, el ministro Guzmán ya ha dicho que esa no es la idea del gobierno. De hecho, en una entrevista televisiva con el periodista Antonio Laje aseguró: "¿Por qué tiene que bajar el gasto público? No es a lo que apuntamos, pero queremos las cuentas fiscales en orden, eso seguro".
Pero claro... si el ministro pretende tener las cuentas en orden sin bajar el gasto público, lo que queda por hacer es aumentar los ingresos, entonces, viene la mejor idea que se les puede ocurrir, aumentar -una vez más- los impuestos.
Cuando decimos que este gobierno nació condenado al fracaso es por todo esto y más, porque a la incapacidad del kirchnerismo de no poder revertir la crisis económica, ya que de hacerlo deberían hacer exactamente todo lo contrario a lo que vinieron haciendo desde diciembre de 2003, se le suman los fracasos políticos, que no son pocos, y ni hablar del hartazgo social.
Dentro del hartazgo social debemos incluir, entre otras cosas, los índices de inseguridad más altos de la historia, la clara defensa a los delincuentes, los intentos de expropiación, (que la ciudadanía frenó con el caso Vicentín que iba a ser el primero de una larga lista) y algo que debemos agregar al curriculum o, si usted prefiere, una nueva "política de estado" kirchnerista: Las tomas y usurpaciones de tierras y campos.
Hoy, el panorama es muchísimo peor que en diciembre de 2019. Recesión, inflación y desocupación con índices de pobreza altísimos son la constante de la administración K, y no la van a poder revertir, de ninguna manera. Nadie nos da crédito, ante el panorama totalitarista dictatorial que ofrece el gobierno de ninguna manera van a venir inversiones, empresas multinacionales se están yendo de a decenas todos los días, y la única fuente de financiamiento es la emisión monetaria descontrolada, con niveles récord de impresión de billetes, tanto que se hacen hasta 3 billetes con la misma numeración.
Alberto Fernández hoy tiene tres posibilidades. La primera sería dar un volantazo, un giro de 180 grados, y comenzar a hacer exactamente lo contrario a lo que vinieron haciendo, pero eso es imposible, porque Cristina no se lo va a permitir de ninguna manera.
La segunda es seguir haciendo las mismas estupideces inentendibles que vinieron haciendo hasta ahora, y esperar a que la economía se los (nos) lleve puestos, o sea, volver a revivir otro diciembre de 2001.
Y la tercera, que sería la más lógica y aconsejable, que renuncie lo antes posible, antes de que el daño sea muchísimo mayor, pero esto tampoco va a ocurrir, porque de ninguna manera esta gente va a soltar el poder. Por lo tanto, es un gobierno que, ineludiblemente, está condenado al fracaso.
© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados