José Hugaz, autor de “La Gran Corrupción”, la define como “(…) una variante de carácter sistémico y de gran envergadura que se desarrolla desde las altas esferas del poder”, a la vez que se pregunta si existe alguna diferencia cualitativa entre ésta y la corrupción tradicional, regular o de menor escala.
En párrafos posteriores dice “Luego de analizar las características de la gran corrupción (ejecutada por agentes con poder político o económico, con movilización de grandes cantidades de recursos e impacto en los derechos ciudadanos), concluyo que se trata de un fenómeno cualitativamente distinto al de la corrupción regular (…)”.
En 1964, Nathaniel H. Left, en su artículo “Desarrollo económico a través de la corrupción burocrática”, sostenía que si bien ésta es ampliamente condenada, especialmente en los países con menor crecimiento, su sola presencia en sí visibiliza la existencia de actores relevantes en el proceso decisorio, en contraste con el sistema político formal.
Left refiere al tipo de corrupción en la que la práctica más habitual es la compra de favores a los burócratas responsables de formular y gestionar políticas económicas, por ejemplo los sobornos. Pero el tipo de soborno al que alude es aquél que les facilita el acceso a distintos tipos de licencias, para producir y comercializar ciertos bienes o servicios a nivel local, importar, exportar, acceder a divisas, invertir, ganar licitaciones, o los libera del pago de ciertos impuestos.
Por eso sostiene que estas prácticas, al ser naturalizadas dentro de los procesos políticos, son tomadas como propias por quienes él llama burócratas desplazando al Estado, subvirtiendo las políticas económicas del Gobierno.
Asimismo, define la corrupción como una influencia extralegal en la formulación e implementación de políticas, y a la ineficiencia como el éxito o fracaso económico de los medios usados por la burocracia para lograr determinados objetivos.
En lo atinente a los efectos “positivos” de la corrupción, Left dice que quienes critican la corrupción burocrática, la interpretan como una forma de sabotaje del desarrollo económico en el cual se esfuerzan gobiernos y ciudadanos, sobre todo de países subdesarrollados, de los empresarios que sobornan. Que sus detractores se basan en un análisis personal moralizante, o en una ideología radical para denostarla, que empaña el análisis racional.
Bertold Bretch se preguntaba “¿Es más delito robar un banco o crearlo?”.
Samuel P. Huntington, autor de “El orden político en las sociedades en cambio”, adhiriendo a la tesis de la corrupción burocrática como un aspecto beneficioso para el desarrollo económico, dice que ésta es positiva en tanto permita a los mercados asignar los recursos de manera más equitativa. En esa inteligencia, cree que la génesis de la corrupción suele ser la excesiva y con frecuencia incorrecta regulación de los mercados por parte del Estado. Para él la corrupción constituye un desvío de la conducta de los funcionarios públicos, que se alejan de las normas poniéndose al servicio de intereses privados.
La corrupción es el puente entre los que gobiernan y los propietarios de riqueza. Los primeros cambian poder político por dinero mientras los segundos dinero por poder político.
Desde finales de los años 90, la problemática sobre la corrupción ha sido tema de discusión en el contexto de desarrollo económico en los países de América Latina.
Varios estudios sugieren que la misma tiene efectos muy adversos en los niveles de crecimiento, inversión y mejora en la calidad de vida de los ciudadanos.
Otros en cambio, sostienen que ésta permite aceitar la economía frente a excesivas regulaciones por parte del Estado que inmovilizan cierto accionar discrecional que necesitan las empresas en el giro habitual de sus negocios.
Una tercera mirada es que la corrupción es parte del proceso natural de desarrollo económico y político de un país, de modo tal que cuando las economías crecen, lo primero que irrumpe es la renta como sostén de la corrupción, frente a lo cual, cuando ésta alcanza niveles muy altos, se crean reglas e instituciones para inhibirla y sancionarla.
Siendo un fenómeno complejo sobre el cual no hay consenso, solo es posible afirmar que está conformada por un conjunto de factores sociales, culturales, políticos y económicos, entre otros.
Un artículo elaborado en 2015 por un investigador de la Universidad de Taiwán, titulado “¿Es mala la corrupción para el crecimiento económico?”, sostiene en sus conclusiones que la percepción generalizada de los encuestados no está de acuerdo con que la corrupción sea perjudicial para el crecimiento económico de un país o una región.
Para el estudio estadístico se tomaron muestras de varias regiones en diferentes países y se usaron indicadores de percepción de la corrupción y datos sobre PBI per cápita, entre otros, aplicando un modelo que permitiera relacionar las diferentes variables sociopolíticas y culturales con los indicadores económicos.
Uno de los resultados obtenidos fue la validación de la hipótesis sobre la relación entre el desarrollo de la economía en Corea del Sur y el nivel de corrupción.
Esta validación confirmó los resultados de una investigación anterior sobre la relación entre el peso de los clanes ricos dedicados a la industria de celulares, computadoras, autos, seguros médicos, etc., llamados Chaebol, financiados por el gobierno y empresarios, que jugaron un rol preponderante en el crecimiento económico del país.
Para el caso de China, el estudio arrojó que a mayor crecimiento económico, hay mayor corrupción.
El interrogante “¿La corrupción existe para esquivar las trabas burocráticas o la burocracia existe para dificultar la corrupción?”, llevó al profesor Luciano Ciravegna junto a otros dos investigadores a estudiar el rol empresarial en economías emergentes, con altos niveles de percepción de corrupción política.
Para la muestra se seleccionaron más de 500 empresas de Chile, Brasil, Perú y Argentina, concluyendo que "la corrupción tiene un impacto positivo en su desempeño", esto es que, en países donde la corrupción es mayor, las empresas se expanden y tienden a mayores ganancias.
Si bien es cierto y se ha comprobado infinidad de veces que “la corrupción mata”, no es menos cierto que en países donde la corrupción es mayor, ciertos negocios se expanden con mucha mayor facilidad y de manera exponencial.
Finalmente, cabe señalar que si bien ninguno de estos estudios es concluyente, muestran otra perspectiva de análisis sobre la temática en cuestión, y un ejemplo de ello son algunos sectores de la economía informal. Inclusive, las tan altamente rentables actividades ilícitas.
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