Las elecciones municipales de Brasil le dieron un revés cuyo tamaño aún falta determinar al presidente Jair Bolsonaro pero sobre todo enterraron el discurso de la antipolítica que surgió con la operación Lava Jato, revivieron a los partidos políticos y posicionaron eventuales coaliciones de centroderecha y varios candidatos de izquierda para 2022.
Uno de los partidos vencedores, sin dudas, fue uno de los más antiguos de todos los que actúan en la política brasileña, el derechista Demócratas, heredero de la fuerza que dio sustento a la dictadura militar.
Un derrotado, sobre todo en San Pablo, mayor ciudad del país, es el Partido de los Trabajadores (PT) del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que por primera vez desde 1985 no está entre los dos primeros, opacado por su aliado personal Guilherme Boulos, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), con una sorprendente votación para la segunda vuelta del 29 de noviembre.
"Es la vuelta de los dirigentes tradicionales; Bolsonaro aprovechó en 2018 un apoyo que no formaba parte de su base, de su electorado; ahora quedó más el tamaño normal de su base", dijo el principal articulador de Demócratas, el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, quien defiende la agenda liberal del gobierno pero choca con las formas del mandatario.
Maia, nacido en Chile por el exilio de su padre, un excomunista que fue alcalde de Rio, César Maia, fue uno de los que hoy picaron en punta para cantar "victoria" por las buenas elecciones de Dem en Salvador, Florianópolis y Río de Janeiro y posicionar al magnate ultraliberal y animador de TV Globo Luciano Huck como el principal candidato para 2022.
"Defendemos una agenda liberal, de la centroderecha", afirmó Maia.
Demócratas, con su antiguo nombre, fue socio del gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso con el vicepresidente Marco Maciel, del Partido del Frente Liberal (PFL), la fuerza de la tradicional oligarquía de Bahía, del extinto 'coronel' conservador Antonio Carlos Magalhes.
Su nieto, ACM Nieto, intendente de Salvador, logró el primer lugar de su sucesor y delfín, Bruno Reis, en la capital de Bahía, el estado donde gobierna el PT desde 2010 y a donde se va a mudar Lula a fin de año.
En el medio de la centroderecha aparece nada menos que el gobernador paulista, Joao Doria, del PSDB que busca la elección en 2022 y sueña con una fórmula al lado de del exministro de salud Luiz Mandetta o con del exjuez Sérgio Moro.
Maia, Doria, Mandetta, Moro y Huck votaron a Bolsonaro en 2018.
En la misma línea se posiciónó el gobernador de Maranhao, Flávio Dino, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB): "Se ha derrotado al extremismo antipolítica del bolsonarismo y sus satélites, ha vuelto la política y así deberá ser la construcción hacia 2022, con el diálogo".
El PCdoB puede definir la balanza de un frente de izquierda ante los irreconcibliables PT de Lula y sus posibles candidatos para 2022 con Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT).
En Fortaleza, bastión de la familia de Ciro Gomes, habrá balotaje entre el candidato de Bolsonaro, capitán Wagner, y bruno Sarto, del PDT. Fue la mejor colocación de un bolsonarista.
Lula dejó claro hoy que ni Ciro ni él pueden llegar a una acuerdo para 2022 y que cada uno puede presentarse a la presidencial de 2022, pero luego enmendó: "Lo importante es que tengamos respeto mutuo entre los partidos para que un candidato progresista pueda vencer en 2022".
Bolsonaro, sin partido, sufrió una sangría de votos de sus aliados, muchos de los cuales se han moderado. En Río y San Pablo, por ejemplo, hizo campaña abierta por el intendente Marcelo Crivella y el diputado Celso Russomano, ambos de Republicanos, el partido de la Iglesia Universal del magnate Edir Macedo.
El PSOL de Guilherme Boulos en San Pablo se ha posicionado como un socio fuerte a la hora de negociar en 2022, sobre tdoo porque también encabezó un inédito frente de izquierdas con el PT en Belém, capital del estado de Para´, en la Amazonía.
Un mensaje que interpretaban en el PSOL es que el partido está ingresando como preferencia de la izquierda por sobre el PT.
El frentismo brasileño aparece más claro en la centroderecha que en la centroizquierda: el voto disperso es lo que más anhela Bolsonaro, sobre tdoo ahora que deberá volver a hacer política.
El acercamiento de Bolsonaro con los expresidentes Michel Temer y Fernando Collor de Mello es una señal de que su gobierno necesitará más de políticos y menos de militares amarrados a sueldo del Estado o fanáticos youtubers de la ultraderecha 'libertaria'.