En los últimos días, muchos de los que recorren
los pasillos de la Casa Rosada lo ven crispado, sin poder disimular su
nerviosismo. Para colmo, el pasado fin de semana fue el primero, en mucho
tiempo, en que no fue a descansar a su refugio de El Calafate o a su casa de Río
Gallegos, y por lo tanto a atenderse de paso con su oncólogo personal.
Convenientemente, prefirió viajar a Córdoba con su madre putativa, Hebe de
Bonafini, a conmemorar otro aniversario del golpe militar de marzo de 1976. Y no
fue a su provincia “en defensa propia”, ya que las multitudinarias marchas
de los docentes, apoyadas por otros gremios estatales y a las que adhirió el
propio obispo local, amenazaban convertir su plácida estadía en una islita
demasiado inhóspita, como amenazan seguir haciéndolo en los próximos días.
De allí que su residencia se encuentra protegida por gendarmes.
El hombre que vino del frío está
recibiendo malas noticias, una detrás de la otra, y cada una generadora de una
nueva úlcera.
La situación de rebeldía de docentes y gremios
estatales en Santa Cruz no parece llevar un rumbo de solución inmediata. Aparte
de que los aprietes a los dirigentes gremiales ya no funcionan, es evidente que
el cansancio ya explotó, los díscolos comenzaron a demostrarse irrespetuosos
hacia quien habían tolerado por muchos años y la situación se ha vuelto
ingobernable para, precisamente, quien gobierna en su nombre a la provincia, el
ineficaz Carlos Sancho. Para completar, las noticias –sobre todo estas malas
noticias- ya no logran quedar encapsuladas en los medios adictos sin trascender
hacia el resto del país.
El caso de la desaparición de Julio López se le ha
vuelto una papa demasiado caliente, y no tiene a quién arrojársela. Sabe
perfectamente que la tramoya que armaron -engolosinados con el plan de machacar
sobre los militares, activos y retirados, y los familiares de las víctimas del
terrorismo que le hacían actos a pocas cuadras de la pingüinera- pretendiendo
que a López lo había secuestrado la “represión residual”, se le escapó
de las manos. Y ahora, en plena supuesta democracia, no tiene qué mostrar a los
familiares del “desaparecido” ni a los medios más que los papelones
encabezados por su vocero de choque, Aníbal Fernández –quien no tuvo mejor
idea que encomendar la aparición de López a “Dios y la Virgen”- y
continuados por los funcionarios de la secretaría de Derechos Humanos, Rodolfo
Mattarollo y Horacio Méndez Carreras, que muy sueltos de cuerpo anunciaron ante
la Comisión Internacional de Derechos Humanos de la OEA que el gobierno
argentino tenía “pistas firmes” sobre López, dejando pegado de paso a otro
ineficaz como el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanián, y de rebote
al “abandonado a su suerte”, el gobernador Felipe Solá.
Otro tema casi similar, culminado con otro papelón,
fue el de Luis Gerez. Otra tramoya armada bajo las mismas motivaciones que la de
Julio López, sólo que en este caso el “desaparecido” apareció en el
momento justo, cuando el hombre que vino del frío decidió utilizar la cadena
nacional para decir “abracadabra” y hacer así el pase de magia que trajo a
Gerez de regreso a su casa. Eso sí, sin ninguna marca de los supuestos apremios
ilegales que dijo haber recibido y debiendo sacarlo al poco tiempo de los medios
pues su ineptitud para hablar ante los micrófonos estaba haciéndolo “meter
la pata” demasiado peligrosamente. Pero este tema ya desapareció del mapa.
Gerez fue recompensado con un cargo muy bien rentado en la gobernación
bonaerense, muy probablemente el de “ñoqui Categoría 16”, y a otra cosa.
Sin embargo, pese a tantos y continuos papelones, hay
que recordar que estamos en el país de la absoluta falta de ética y moral. El
país en el que nadie renuncia. No renuncian ni Mattarollo ni Méndez Carreras,
que mintieron descaradamente ante la CIDH pretendiendo arrojar, respecto del
caso Julio López, la pelota hacia delante. No renuncia León Arslanián, que
viene probándose largamente como falto de idoneidad y capacidad para ocupar el
cargo que ocupa, cuando la inseguridad está alcanzando índices y modos de acción
totalmente perversos y que ya no pueden ser disimulados, como era habitual hasta
no hace mucho, por los medios de prensa. No renuncia un desfachatado como el
ministro del Interior, quien además de encomendar la aparición de Julio López
a “Dios y la Virgen” y salir al choque con su habitual vocabulario
prepotente contra dirigentes opositores, periodistas y todo aquel que irrite al
“jefe”, acaba de hacerlo contra la Cámara de Casación Penal –organismo
que también ha irritado al “jefe”- y en particular contra su presidente,
atreviéndose a pedirle a él que renuncie.
Si bien el pretexto del gobierno es la supuesta
“lentitud” para iniciar los juicios a militares que participaron de la
“guerra sucia”, la embestida contra dicho juez, Alfredo Bisordi, viene de
lejos, cuando se desempeñaba como secretario en la Corte Suprema y tuvo
opiniones encontradas con algunos de sus miembros y con el gobierno menemista
respecto de las circunstancias que rodearon al atentado contra la embajada
israelí y del esfuerzo de Estados Unidos e Israel por apuntar hacia Irán como
impulsor del atentado. Bisordi nunca creyó en la explosión de un “coche
bomba” y en la “pista iraní”, y ahora el gobierno pingüinero quiere
pasarle la factura ya que, obedientemente –y mientras según su costumbre
juega a dos puntas suministrándole un reactor nuclear a Venezuela que luego ésta
enfiló hacia Irán- acata las posturas de norteamericanos e israelíes de que
la voladura de la AMIA también fue obra de los iraníes y hace que otro juez
complaciente pida la captura de funcionarios de ese país. Con el agregado de
que Bisordi, en otra causa, apoyó
fallos contra ex integrantes de la organización “Montoneros”, entre ellos
Graciela Daleo, otra factura que los numerosos miembros de esa organización que
hoy se hallan enquistados en el gobierno quieren hacerle pagar. La respuesta de
Bisordi al avance del gobierno sobre la Cámara de Casación fue lógica y
contundente, al afirmar que “en 40 años de servicio jamás vi una
intromisión como ésta”. De todas maneras algo habitual en los gobiernos
democráticos desde 1983 en adelante.
Costumbres argentinas
Continuando con las malas noticias que agobian al
hombre que vino del frío, podemos agregar que ya ha tomado carácter público
otro de los desaguisados de su administración que pretendía mantener en las
sombras. A su secretario de Medios de Comunicación, Enrique Albistur –el
mismo que digita cuál medio de prensa y cuál no merece recibir los generosos
aportes de la publicidad oficial-, se le han destapado varios negociados hechos
con su empresa de “comunicación”, impresos y propaganda callejera –temas
ya ampliamente denunciados por este sitio- y acaban de conocerse las travesuras
de su hijo, que además de colaborar en dicha empresa familiar revistaba con un
cargo bien rentado en el ministerio del Interior. Concretamente, como “ñoqui”
que utilizaba su oficina para trabajar en sus emprendimientos particulares. Uno
de los tantos ejemplos de la “honradez” que este gobierno echó por tierra
luego de haberla elevado a los cielos en su campaña presidencial del 2003.
Por otra parte, no se encuentra solución a la
escalada de los precios, que parece no tener freno. Productos básicos como la
carne, las verduras, los lácteos y la indumentaria, entre otros, se han vuelto
prohibitivos para la mayoría de la gente, y convengamos en que ya no se habla
solamente de los sectores más empobrecidos. La hoy inexistente “clase
media” también se ha empobrecido. Para combatir esta cuestión que se le
escapa de las manos, el gobierno no encontró mejor manera que deshacerse de
varios profesionales del INDEC que no se avinieron a sus presiones para fabricar
índices mentirosos, y colocó en su lugar a otros que sí lo están
haciendo. El último ejemplo fue ya una exageración, al hacer figurar el
porcentual de inflación de febrero en sólo un 0,3%.
Por algo la gente está diciendo que al menos este
gobierno está logrando mantener las ciudades más limpias que nunca. Es que ya
no hay nada que tirar.
El tema de los anegamientos cuando cae un simple
chaparrón se ha hermanado, en estos días, con las fallas del suministro eléctrico
en varios sectores. El primero continúa sin resolverse a pesar de las numerosas
y lamentables experiencias sufridas, desde las trágicas inundaciones en la
provincia de Santa Fe hasta las personas que fueron absorbidas por bocas de
tormenta en plena ciudad de Buenos Aires. En cuanto a los recientes cortes de
energía padecidos en los barrios capitalinos de Almagro, Boedo, Caballito y
Once, culpándose de ello a las fuertes lluvias, se generó otra situación muy
incómoda para el hombre que vino del frío. Por primera vez se vio obligado a
escuchar los famosos “cacerolazos” que ya creía extinguidos desde la época
en que atronaron los oídos de otro desgobierno, y que desempolvaron habitantes
y comerciantes de esos barrios como reacción a tanta desidia.
En el orden internacional, su sempiterno juego
pendular lo está dejando cada vez más sólo y al país más aislado. Después
de pretender coquetear al mismo tiempo con dos personajes tan antagónicos como
George Bush y Hugo Chávez, el primero le bajó el pulgar despreciando pasar por
la Argentina en su visita a países vecinos. Con ello le dejó su marca por
haber cometido el grave error de cederle un espacio en su propia capital a Chávez
para que lo insultara durante tres horas. Ahora solamente puede seguir aferrado
a los petrodólares del bolivariano, y al mismo tiempo cada vez más endeudado
por el “generoso” ofrecimiento de éste de absorber bonos de la deuda
argentina.
Y su soledad es cada vez más patética. Ve cómo su
rival comercial en el Cono Sur y a la vez país líder en América Latina,
Brasil, hace su negocio pactando acuerdos comerciales con el presidente
norteamericano –que dicho sea de paso le ha conferido a Lula da Silva el honor
de recibirlo a fin de este mes en su residencia veraniega de Camp David-
mientras mantiene su política independiente. De los restantes vecinos, Uruguay
también mira hacia el Norte mientras las relaciones con Argentina siguen tensas
por el tema de la papelera Botnia sobre el río Uruguay, que inapelablemente
comenzará su producción entre noviembre y diciembre próximos, por lo que no
se entiende qué irán a conversar en abril representantes de ambos países en
España, donde serán recibidos por el rey Juan Carlos. En tanto Chile, aún con
las dificultades y caída de imagen de su presidenta en estos últimos meses,
hace también su propia y eficiente política económica sin atarse a ningún
carro tirado de este lado de los Andes. Los demás países de la región, menos
poderosos económicamente, también están contemplando la posibilidad de
sostener acuerdos comerciales con Estados Unidos, por ahora sin dejar el
Mercosur, que por su parte parece ir hundiéndose entre varias contradicciones.
En cuanto a Bolivia, debido a las características ideológicas de su
presidente, sigue por supuesto definitivamente atada a Venezuela y dependiendo
de los proyectos sobre el gas entre ambos países y Argentina.
Por todo ésto, no son muchos los amigos que en el
plano internacional le quedan al hombre que vino del frío. Y a decir verdad,
con amigos como los que tiene en este momento, más le sería conveniente
perderlos si quiere tratar de recuperar algo de consideración desde Europa y América
del Norte. Pero su bloqueo mental y su empecinamiento en calcular que todo lo
que hace es lo correcto, patentizan más su soledad a nivel internacional.
Conclusión en la lluvia
Todas estas cuestiones aquí ejemplificadas –hay
muchas más- hacen que el panorama que se le presenta al gobierno de cara a las
elecciones de octubre próximo se vea bastante oscuro. Por el lado del
oficialismo, sin saber si el candidato será “pingüino o pingüina”, el
tema no es fácil. La glamorosa consorte presidencial, sin haber pisado siquiera
alguna vez la provincia de Buenos Aires ni mucho menos interiorizarse de sus
problemas tras haberse empeñado tanto en ganar la senaduría por la misma, ha
comenzado repentinamente a viajar por el exterior como un intento de promoción
de su figura, que sin embargo no logra aún colocar a nivel de una posible jefa
de Estado. Flaco favor le hace, obviamente, que sólo hayan sido los presidentes
Hugo Chávez, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador, quienes la hayan
aplaudido como futura probable colega.
En realidad, el mayor aliado en estos momentos para
que el matrimonio presidencial pueda repetirse un período más en las mieles
del poder parece ser la propia oposición. Disgregada, sin actuación ni
propuestas, se mantiene de manera suicida en el más absoluto autismo político.
De todas maneras, el hombre que vino del frío sabe
que las dificultades están arreciando de forma muy peligrosa, y que siempre
puede aparecer una alternativa válida, aún a último momento, que lo devuelva
a su austral provincia, masticando una derrota que hasta hace menos de un año
no estaba en sus planes.
En estos momentos, Néstor Kirchner, en la soledad de
su despacho, piensa y vuelve a pensar.
Y mirando por la ventana, sólo ve que la lluvia empaña
sus vidrios, impidiéndole ver más allá.
Carlos Machado