Cuando arrecian los conflictos de docentes y
estatales en varias provincias, hechos que han ocupado los titulares
informativos de los últimos días -menos los desarrollados en la provincia
“K”, Santa Cruz, ya que de ellos, gracias a la censura presidencial, no se
habla, lo cual es cumplido a rajatabla por los habituales medios genuflexos-,
los que incluyeron el luctuoso saldo de un profesor asesinado en Neuquén,
aparece un nuevo foco de tensión en la provincia de Salta.
Se trata de un conflicto del que tampoco está
llegando información, salvo la que esporádicamente pueden enviar a través de
Internet, entre otros por ejemplo a quien esto escribe, algunos desesperados
pobladores que claman por que se los escuche. Que dicen: “aquí estamos, no
nos olviden”.
En Tartagal está aún fresco el recuerdo de lo
sucedido hace poco, cuando las intensas lluvias que duraron casi tres meses
causaron el desborde del Río Seco –un nombre que, dadas las circunstancias,
parece una broma- lo que a su vez se tradujo en aluviones que arrasaron con las
viviendas cercanas a su orilla y con el único puente que interconectaba la
ciudad.
Cabe recordar que ello trajo aparejadas además otras
dificultades, como los cortes de luz y agua, la escasez de medicamentos ante el
aumento de la concurrencia hospitalaria frente a tantos casos de diarreas por
consumo de agua en mal estado, y la duplicación y hasta triplicación de los
precios de productos alimenticios básicos, debido a los numerosos sistemas de
transporte a los que se debió acudir para que llegaran a los consumidores.
La solución momentánea fue la instalación de un
puente Bailey, es decir el artefacto de uso militar que puede plegarse y
desmontarse a voluntad, pero que finalmente también resultó arrastrado por las
aguas. Hasta que –si bien tarde como siempre- llegó la ayuda del gobierno
central y ya se inició la construcción del nuevo puente definitivo.
Pero en Tartagal los problemas no están
circunscriptos sólo a los desastres generados por la furia del Río Seco. Al
igual que en Santa Cruz, Tierra del Fuego, Neuquén, La Rioja, Catamarca,
Formosa, Chaco y la propia capital salteña, la situación en los gremios de
docentes, estatales y de la sanidad no pasan por el mejor clima. Sólo que estos
problemas de Tartagal no llegan aún al consumo informativo del ciudadano de
Buenos Aires, sea porque el tema parece selectivo, por la censura también
impuesta en otro de los feudos provinciales argentinos, en este caso el
regenteado por Juan Carlos Romero, o por ambas cosas a la vez.
“Las penas son de nosotros...”
En la arrasada ciudad salteña de Tartagal, además
del paro que hace semanas realizan los trabajadores municipales, los maestros
llevan casi 60 días sin prestar servicios.
Los agentes sanitarios, que enviados por los
hospitales concurren casa por casa en los barrios más pobres, en las reservas
aborígenes y otras zonas marginales, recorriendo esas zonas a pie o en
bicicleta, tanto en días de lluvia como cuando se registran temperaturas de
hasta 45 grados, perciben sólo un sueldo de $ 300. Siguen sin ser escuchados en
sus reclamos por mejoras salariales, y pese a ello continúan trabajando aunque
también corran el riesgo de contagiarse cualquier enfermedad y a su vez
retransmitirla a sus familias.
Por su parte los concejales de la ciudad, que nunca
trabajan –de hecho no sesionan desde el mes de enero- acaban de aumentarse sus
dietas a $ 3.000.
En tanto, el intendente de Tartagal se está haciendo
“autobombo” al adjudicarse las obras sobre el río como si fueran propias,
cuando fueron iniciadas con los aportes del gobierno nacional.
El caso es que entre los trabajadores de los gremios
citados y entre los pobladores de Tartagal en general está aumentando
peligrosamente la impaciencia y la “bronca”, y se está corriendo la voz de
que los políticos están “echando la gota que hace rebosar el vaso”.
De allí que, dado el “efecto dominó” que se
viene dando en las provincias que pasan por instancias similares y que ocuparon
las principales páginas informativas –menos en lo que respecta, como se dijo
al comienzo, a la intocable provincia de Santa Cruz, por las razones también
comentadas- podría esperarse que en cualquier momento en Tartagal estalle otro
conflicto al estilo de los desarrollados en estos días en otros puntos del país.
Carlos Machado