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Mundo de armas, asesinatos, menores y paco

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"El gran mal de hoy es el desamor". Prof. Milmaniene Supervisión en Gradiva
“El gran mal de hoy es el desamor”. Prof. Milmaniene Supervisión en Gradiva

Son tiempos de química y también de armas y al mismo tiempo de “reducidores”. Todo se soluciona con la química que como un balsámico que calma culpas y remordimientos y “alimenta” venganzas que vienen de tiempos inmemoriales en donde el niño no tuvo sustento y fue lanzado a la calle en manos de perversos. La palabra, el dialogo, llorar sufrimientos para “digerirlos” humanamente no está de moda. Además, en muchos no hay con quien hacerlo.

 

La nuestra es una sociedad empobrecida en lo económico, pero también en los vínculos afectivos (la des-familiarizaciòn es clave en este momento y también la desescolarización que son los ejes de la cultura y de los fundamentos de lo humano).

De acuerdo a los registros policiales, el asesinato del extranjero no fue su primer episodio violento. El raid delictivo de este joven se había iniciado este 2020 el 20 de marzo. A partir de ahí fue demorado y puesto a disposición de la justicia de menores también los días 11 de septiembre, 18 de septiembre y el 8 de noviembre, en hechos por delitos contra la propiedad, detalló Télam.

El menor que asesino al ciclista lo hizo en “manada” (como se hacen hoy los delitos) y los recicladores de bicicletas se frotan las manos al recibir móviles bien equipados que valen como mínimo 60.000 pesos o más. Lo mismo con marroquinería fina de carteras de colección. Nuevas vías de intercambio con “soldaditos” que funcionan a la perfección, aunque se les vaya la vida.

Los “reducidores” agregan a su negocio nuevos bienes a los ya conocidos como los valiosos celulares. Las vías de venta se han multiplicado y ya muchos vendedores ambulantes desde medias a “curitas” también, algunos de ellos, venden droga. La pandemia aumento las bocas de oferta. Datos que la clínica nos muestra.

Resulta a su vez pasmosa, por la naturalidad del tono con que se comenta, la inconcebible, pero real, existencia de un “mercado de objetos robados” en los que el precio de los mismos, se cotizan, ya sea en voz alta, ya sea en voz baja.

Los celulares rapiñados están casi en vías de extinción, mientras, en cambio, la demanda se mantiene estable en materia de bolsos, carteras y relojes de gran valor y registra un alza pronunciada en la cotización de las bicicletas, sobre todo las de procedencia extranjera, dado su mayor valor de “reventa” por parte de los “reducidores”.

Aunque no pueda dejarse de advertir, de mirarse las cosas desde la debida perspectiva, lo escandaloso que es esa situación, que a la vez explica el crecimiento de los robos sino en “manada”, al menos con tres o cuatro actores principales en el papel de delincuentes, y el creciente número de lo que, en ese leguaje mafioso que cada vez está más difundido y entendido en forma generalizada, se conoce como “entraderas” y “salideras”.


El paco y los menores

El “paco” reina y aumentan los “descerebrados” en masa. La sinapsis (unión entre neuronas con transmisión química y eléctrica) cerebral es social; se la llama sinaptogénesis social. Somos cultura con neuronas que se alimentan de palabras. Amores, presencias, figuras significativas, escuela, normas, limites, valores firmes o no de estructuras simbólicas de palabras y afectos.; y en ese momento mágico químico y eléctrico se da sobre una base firme o inexistente cultural. Asi crecemos. Esto parece faltar en muchos.

En la sociedad del espectáculo, la imagen y la tecnología, lamentablemente empobrecida, la química parece mandar. Reina el desamor. La palabra está devaluada. Además, a quien contarle algo. No parece haber nadie. Somos “nadies” entre “nadies” y en la “nada”, precisamente, nada puede germinar.

La caída de la vida familiar y de la educación son reaseguros para este nuevo control social, así como el debilitamiento de las sociabilidades organizadas alrededor del trabajo y las instituciones.

A medida que se agravan los factores de disociación social se enquistan en los territorios con “mano de obra” para tareas de control de territorios. Son los “soldaditos” que asesinaron al médico armenio tratando sacarle una bicicleta; muchos de ellos adictos a las “barras bravas” como nuevas formaciones sociales con poder sobre los territorios para un “multiuso” en distintas actividades ilegales o de movimientos de masa.

Pero hay Patrones de la química; son los que mandan y generan renta con los vaciados por el desamor y la falta de palabras.

Los trastornos mentales y adictivos crecen en una época. Pueden ser incluso la “caricatura” de este tiempo que nos toca vivir. Hoy las drogas ocupan un lugar central en lo sanitario y además son una fuente de plusvalía muy importante tanto para sectores delictivos como para sectores políticos y de la economía formal.

La máxima de Pablo Escobar (“Capo” de los 70’80 y parte del 90) “plata o plomo” varió hacia” plata…más plata…más plata” que junto con poder político y un marketing basado en el respeto a los derechos a consumir logran objetivos impensados.

Dinero, dinero y más dinero asegurando el control político son formas de imposición coactiva junto con estrategias de marketing y con esto parece bastar; mientras tanto las propias carencias sociales y familiares de nuestra postmodernidad ayudan a conseguir estos objetivos.

La caída de la vida familiar y de la educación son reaseguros para este nuevo control social, así como el debilitamiento de las sociabilidades organizadas alrededor del trabajo y las instituciones.

A medida que se agravan los factores de disociación social se enquistan en los territorios con “mano de obra” para tareas de control de territorios. Son los “soldaditos” que asesinaron al médico armenio tratando sacarle una bicicleta; muchos de ellos adictos a las “barras bravas” como nuevas formaciones sociales con poder sobre los territorios para un “multiuso” en distintas actividades ilegales o de movimientos de masa.


La continencia cultural perdida

Todos necesitamos encontrar la senda perdida de la palabra que es el límite al exceso restaurando un continente normativo perdido y un afecto para culminar en los síntomas autodestructivos. La función, hoy, desde mi punto de vista de los terapeutas es altamente ética ya que apunta a rescatar los valores de la vida y de la ternura ante los imperativos de la violencia.
Desde que nacemos, a diferencia de los animales, somos incompletos. Necesitamos de los afectos, el amor, las normas, los límites y la tutela de otros que nos ayuden a ser. Los animales no acariciados en los primeros momentos de la vida tienen menor resistencia a los virus y bacterias y aparecen enfermedades del sistema defensivo inmunológico. Nosotros desarrollamos también crisis y llamados al Otro y a los otros por la ausencia de ternura aún desde los desafíos más omnipotentes y violentos.
La barbarie ha llegado a las relaciones humanas; es la barbarie de la “errancia” de los amores, la fragilidad de los vínculos, el abandono de niños y viejos. Dominamos el átomo, el misil, los espacios, los genes. Somos, casi, dioses. Pero funcionamos, algunos, como primates capaces de lo peor. El suicidio, una sobredosis, una enfermedad de transmisión sexual son, quizás, formas de hablar para que alguien intervenga. Todo síntoma es un mensaje.

Pero vemos que en muchos casos nos quedamos sin interlocutores. Familias en muchos casos dislocadas hacen que alguien no tenga con quien hablar. La caída del lenguaje, de la interlocución, del reconocimiento que se logra cuando alguien nos escucha está hoy muy vigente.

La caída del Otro y de los otros significativos en la vida de los sufrientes es el peor de los “testigos mudos” de la Post-Modernidad actual. Sin “testigos nos evaporamos “decía magistralmente Sartre. En esta sociedad parecería que solo se consiguen “cómplices” pero no testigos. El cómplice solo está para” la trampa”. El testigo nos “banca “en el sufrimiento y al sostenernos en la escucha nos brinda con-suelo (esto nos da suelo o sea nos contiene) pero al mismo tiempo permite que nos repongamos haciendo que surja lo mejor de nuestros recursos y venzamos la desesperanza fruto, en última instancia, de la desesperación y la soledad. Solo la esperanza aparece cuando tenemos interlocutores significativos. Pero la química es lo que parece imponerse con su Poder económico.


¿Y ahora qué?

Cuando pasan estos hechos desgraciados; mientras la noticia se mantiene aparecen las dos típicas respuestas; una que se puede describir como la política de la “mano dura” y la otra, la que culpa a la sociedad de que un joven de esas características se convierta en delincuente, y considere que se debe proceder en consecuencia.

En épocas de los 80 y 90 el Estado tenía el llamado Ministerio de Desarrollo Humano y Familia con distinguidos profesionales a cargo como el Dr. De Vedia y el gran Juez de Menores Dr. Atilio Álvarez. Aparecía la palabra Familia (hoy -parece -olvidada) porque todavía se creía que la familia es el sustento de la vida social y de ahí salían familias adoptantes, institutos de reinserción, profesionales especializados. Hoy quizás se piensa a la familia como el último residuo burgués -clerical.

Desde hace varios años se desestimula legalmente la apertura de comunidades terapéuticos tan necesarias para la educación y la cura de estos muchachos tan necesarias para la superación de los “agujeros” y vacíos infantiles de muchos de ellos.

 

3 comentarios Dejá tu comentario

  1. Yaria, vos no sos el que estuvo a cargo de la Sedronar en la época de Menem? La época más gloriosa de la cocaína en el poder? Te pido por el bien de la Argentina que te calles la boca y el tope, te la cosas con hilo para matambre y no la abras nunca más. Has sido cómplice de todo eso...infeliz!

  2. Señor Yaria,me llama la atención,que Ud.nombra al ciclista asesinado "ARMENIO" el occiso nacio en la ARGENTINA,por lo tanto hay llamarlo como coresponde ARGENTINO,no repita lo que hacen otros medios ignorantes.

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