“Todos los habitantes de
de los derechos y garantías que
los que serán asegurados por los poderes provinciales”.
Art. 3 de
Santa Cruz
apretada. Apretada Santa Cruz. Santa apretada Cruz.
Que más da el orden en que lo
escribamos si la situación en la provincia de Santa Cruz es, desde donde se la
mire, un verdadero estado caótico. El desorden existente en el “ejecutivo”, o
sea el Gobierno Provincial, es consecuencia de lo que ya sabíamos todos que
sucedería. La hegemonía de un poder autoritario que ha llevado al desarrollo
irrespetuoso de la actividad “legislativa” donde no existe la participación
opositora necesaria e imprescindible, aún en esta democracia imaginaria. Una
“justicia” provincial diseñada a la medida del poder no puede más que ser
consecuente en sus acciones genuflexas hacia el poder
instituido.
Los hechos aberrantes de aprietes,
atentados, amenazas, secuestro de ciudadanos e intimidaciones de todo tipo,
entre otras, es la cosa común en estos días en la patagónica región. Haber
dispuesto el envío de las fuerzas federales nos hace recordar aquella segunda
década del siglo pasado, donde por motivos muy similares, fue el gobierno
radical de Hipólito Yrigoyen quien dispuso la
persecución seguida de aberrantes fusilamientos masivos de los peones de campo.
Ahora la cuestión se ve ampliada en los sectores que van siendo víctimas de un
sistema de exclusión y desidia, que no solamente llega a los trabajadores de la
educación sino a amplios sectores de la comunidad trabajadora, como los
judiciales, municipales, estatales, sanidad, etc., etc. La inexistencia de
diálogo establecida desde el gobierno provincial es conteste con la negación
sistemática desde hace 16 años de establecer la discusión salarial en el ámbito
de las paritarias. Para Santa Cruz la emergencia se mantiene intacta… pero
claro que a la sombra de ella no han sido pocos los funcionarios y personajes
ligados al poder kirchnerista que han visto crecer
sus riquezas, patrimonios y prerrogativas, a la vez que aumentan de forma
descomunal su altanera soberbia que los hace incapaces de comprender que el
disenso y las discrepancias existen en la política.
Bajo estas circunstancias el pueblo
santacruceño está intentando hacer frente a estas situaciones, ya son decenas
de miles los que a lo largo y ancho de su inmenso territorio se movilizan. Son
aquellos que han perdido los miedos impuestos desde el poder y que salen a las
calles a decir ¡Basta! Una cuestión no menor si tenemos en cuenta la situación
estado-dependiente de la gran mayoría de la población económicamente activa, y
que a estas horas todo el país conoce sobre la forma que ella es digitalizada
desde el poder. Los miedos a las represalias, a la persecución, a la
inconveniencia de la denuncia y las manifestaciones se han ido quebrando. Y
ahora, más allá de lo pervertido de la realidad, son los mismos detentores del poder los que se resguardan en el silencio,
los que no abren una puerta al diálogo y los que encuentran en unos cuantos
fúsiles y demás andrajos armamentísticos de ocasión la oportunidad de pretender
amedrentar a la sociedad civil.
Es la mismísima justicia santacruceña
la que ha ordenado el desalojo de la legislatura provincial tomada
pacíficamente por los trabajadores públicos hace unos días atrás, esa justicia
que se hace la desentendida cuando las más mínimas cuestiones de justicia
social no son atendidas como corresponde por el autoritario poder. Vaya claro,
que es aquel poder del Estado provincial el que está compuesto en todos sus
niveles por familiares, políticos y útiles serviles del kirchnerismo.
¿Qué podemos esperar entonces? Muy poco, por cierto.
Es el mismísimo poder legislativo
provincial, conformado por 22 diputados del partido de gobierno sobre los 24
totales, el que intenta presionar a las trabajadores para que abandonen el
paro, la lucha y las movilizaciones, pero es el que se hace el distraído al
momento de terminar con el decreto de emergencia económica que prohíbe la
discusión salarial. ¿Esos son los representantes del pueblo? Sin dudas que no,
son los acólitos sujetos impuestos por el régimen que ejerce el poder sin
limitación alguna.
Es el mismísimo ejecutivo que tiene a
la cabeza a un personaje incapaz y prepotente, que no encuentra más méritos en
su existencia que el de ser un lacayo y espolique de Kirchner.
De su gallardía nadie conoce el más mínimo antecedente, aunque la luz de los
hechos lo presenta como un tímido y cobarde ejecutor de políticas preplaneadas.
El gobernador Sancho hace más honor al secundón del
“Quijote” que gobierna los destinos nacionales, que al de un buen ejecutivo
provincial.
Como buen conocedor de la realidad
santacruceña, de su historia y proyección, y sobre la que me he manifestado en
infinidad de oportunidades no puedo menos que sentirme orgulloso de ese pueblo.
Porque la lucha y movilización que lleva adelante tiene un valor especialísimo
en una sociedad subsumida en los miedos; y la que ha sido presa y víctima
constante de las dádivas de un poder feudal sordo y mendaz.
Nos sigue preocupando como los medios
de comunicación nacionales, en su mayoría, se mantienen impávidos ante esta
realidad. Pretenden hacerse los desentendidos y nos desinforman constantemente
a todos. Mantienen un silencio que únicamente encuentra una justificación en la
pauta publicitaria que los organismos provinciales y nacionales disponen de
manera arbitraria con el consabido beneficio del silencio debido y oportuno.
Ciudades militarizadas, escuelas
sometidas al control de
Ahora el futuro en esta parte de la
historia de Santa Cruz la debe escribir su pueblo, laborioso y expuesto desde
siempre a todo tipo de inclemencias y manejos espurios de sus gobernantes. Su
constancia, la generosidad y nobleza de sus ánimos escribirán los cambios que
todos anhelamos por considerarlos justos y humanos.
Hugo Alberto de Pedro