A pesar de los intentos de Donald Trump por evitarlo, el Colegio Electoral de los Estados Unidos confirmó la victoria de Joe Biden, por lo que el demócrata se convertiría en el presidente número 46 en la historia de su país. Trump continúa negándose a reconocer la derrota y se aferra al cargo, principalmente desde su cuenta de Twitter. Sin embargo, las presentaciones judiciales hechas por los republicanos fueron desestimadas y sus acusaciones públicas ya no generan la misma atención. A esta altura, solo una contingencia totalmente imprevisible y de baja probabilidad evitaría que Biden llegue a la Casa Blanca. En este marco, es posible comenzar a proyectar la potencial relación que el gobierno argentino podría tener con la próxima administración norteamericana. Por su posición de privilegio en el orden internacional, los Estados Unidos no son un país más y las especificidades del vínculo que la Argentina desarrolle pueden generar efectos significativos en múltiples dimensiones de cara al futuro.
La relación entre el presidente argentino y el futuro mandatario norteamericano comenzó con un gesto esperable, pero indudablemente positivo: Alberto Fernández felicitó a Biden apenas se conoció su triunfo, lo hizo el 7 de noviembre a través de Twitter. Un mes después, el 5 de diciembre, mantuvieron una conversación telefónica, la cual duró unos 35 minutos. En dicha charla, el mandatario argentino acentuó la trascendencia del cambio de gestión al afirmar que significa “una gran oportunidad de generar un mejor vínculo para que Estados Unidos se reencuentre con América Latina”.
De los países de la región, los presidentes Andrés Manuel López Obrador (México) y Jair Bolsonaro (Brasil) se demoraron en felicitar a Biden (ambos esperaron a que el Colegio Electoral ratificara su victoria). Es decir, entre las tres economías más grandes de Latinoamérica, el gobierno argentino fue quien realizó el primer acercamiento y aparece, en principio, como un socio político más afín a la nueva administración norteamericana. Dado que existió una relación de proximidad entre Trump y Macri, la cual se materializó en el apoyo ante el FMI, en principio sería previsible que se constituya, en contraposición, un vínculo relativamente cercano entre el Frente de Todos (FDT) y el Partido Demócrata. En lo inmediato, el gobierno de Fernández necesita que así sea, para que los Estados Unidos apoye, o al menos no obstaculice, el nuevo acuerdo que la Argentina negocia con el FMI.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que los mismos antecedentes históricos son los que podrían limitar dicho acercamiento. Primero, porque no existen lazos institucionales fuertes entre el Peronismo y los demócratas (incluso existía una relación de mayor cercanía con los equipos de Macri durante la época de Obama). Aunque este aspecto debe relativizarse debido a que sí es posible encontrar algunos interlocutores cercanos a ambos partidos, principalmente grupos empresarios, que podrían facilitar las conversaciones y acercar posiciones. Segundo, porque parte del equipo del presidente Obama colaboró con la oposición a Cristina Kirchner cuando ella era presidenta de la nación, sobre todo en el año 2009. Este antecedente podría despertar viejos rencores y diferencias de uno y otro lado. Hay, además, sectores radicalizados que integran el FDT que miran a los Estados Unidos con una hostilidad permanente, independientemente de quien se encuentre en la Casa Blanca.
No obstante, en momentos en los que el expresidente Carlos Menem se encuentra muy delicado de salud, vale la pena recordar que fue precisamente él quien confirmó y puso de manifiesto el hiperpragmatismo que el peronismo puede mostrar una vez en el poder, lo cual permitiría eludir los obstáculos antes mencionados. Durante la década del 90, Menem forjó un vínculo muy estrecho con el presidente republicano George H. W. Bush. Pero no se terminó allí, el buen vinculo siguió también con los demócratas, cuando Bill Clinton llegó a la presidencia. Los sectores moderados del gobierno de Fernández podrían imponerse y hacer gala del pragmatismo que en el pasado caracterizó al peronismo, dando paso a una relación cooperativa entre ambas administraciones.
A pesar de que en términos generales puede proyectarse un acercamiento, el manejo que el gobierno del FDT hace del resto de sus relaciones internacionales podrían ser fuente de potenciales desencuentros. Respecto a Venezuela, el gobierno argentino mantiene un mensaje contradictorio e incongruente respecto a Nicolás Maduro y mantiene el silencio sobre las “elecciones” legislativas del 6 de diciembre. Aunque Biden puede tener una visión distinta a la de Trump, no se espera que la política norteamericana dé un giro sorpresivo ante la cuestión Venezuela. De hecho, Biden ha afirmado que Maduro es un dictador. En este sentido, también los potenciales desencadenantes de la elección en Ecuador, que se realizará el 7 de febrero, pueden disparar el conflicto. El gobierno de Alberto Fernández apoya al candidato Andrés Arauz, delfín de Rafael Correa, un aliado histórico de Maduro (Correa participó como veedor en los comicios venezolanos). Si segmentos del kirchnerismo radicalizado utilizan una eventual victoria del “Correísmo” en Ecuador (y el triunfo ya concretado de Luis Arce en Bolivia) para intentar relanzar un eje bolivariano en la región (el cual se vería raquítico al no contar con el liderazgo de Brasil y con una Venezuela hundida en la crisis), esto sin dudas obstaculizaría el acercamiento Argentina- Estados Unidos.
De manera adicional, las características que adquieren las relaciones con China y con Rusia configuran un potencial y tradicional elemento de confrontación no solo para la Argentina, sino también para el resto de los países. Un acercamiento excesivo puede provocar condicionamientos, restricciones o sanciones (formales o informales) por parte de los Estados Unidos, aunque hay interrogantes respecto a cómo procederá la administración Biden en esta materia. Este elemento puede afectar particularmente a la Argentina en relación con China, dado que el gigante asiático es uno de sus máximos socios comerciales. Respecto a Rusia, el kirchnerismo tiene históricamente una relación cercana con el presidente Putin.
Argentina espera y necesita obtener el apoyo de Biden en el FMI para negociar la deuda que el país tiene con el organismo (USD 44.000 millones). Estados Unidos detenta el 16,7% de los votos en el directorio, con la particularidad de que por lo general arrastra el voto de otras naciones (Japón y gran parte de Europa). El apoyo de Biden ante el directorio del FMI puede marcar el inicio de una etapa de cooperación entre ambas administraciones o, por el contrario, ser la primera causa que motive el desencuentro y preanuncie una fase de confrontación. Aún resta conocer quien estará a cargo del Departamento de Estado y cómo estará conformado el equipo de Asuntos del Hemisferio Occidental. Estas designaciones resultan estratégicas y podrían definir el rumbo de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina en general y con Argentina en particular.
...este es apenas otro imbécil que "está contento porque el tirano trump perdió". Desubicado como CHUPETE EN EL CULO, Sergio, lamento decirte. Qué consultás para analizar Geopolítica, la revista "Hola"..? Date una vuelta por acá, mamerto: https://www.lewrockwell.com/ <--> http://www.williamengdahl.com/ <--> https://www.globalresearch.ca/ <--> https://theduran.com/ <--> https://www.geopolitica.ru/en <--> https://colonelcassad.livejournal.com/ <--> https://smoothiex12.blogspot.com/ <--> https://www.voltairenet.org/es <--> https://caitlinjohnstone.com/ HAY OTRO MUNDO, nabo (...a no ser que te GARPEN para sumarte a la "línea editorial" que infecta nuestra mass merda... ;) Ojalá que sea mucho...)
BIDEN YA FUE, HAY TRUMP PARA 4 AÑOS MÁS (GANA 27 A 20) Y CUANDO DEJE EL PODER, VIENE OTRO A PROSEGUIR LOS PLANES YA TRAZADOS.