“El vértigo es solo abandonarse, triunfa la cultura de la transgresión”. G. Marcel. Decadencia de la Sabiduría
Oscar no puede parar, es vértigo puro; diciembre lo sumerge en el descontrol con fiestas clandestinas a las cuales no puede decir NO. Típica conducta adictiva. De a quince se juntan en plazas, quintas o lugares cerrados con mucha bebida blanca y cerveza (ésta no puede faltar haciendo obediencia a la propaganda incesante de la dupla con la diversión), pastillas estimulantes y tranquilizantes, polvos alucinógenos de todo tipo. Hablo con él le muestro que esta en riesgo. Hablo con los padres y demás familiares. Al otro día me comentan que esta internado con COVID y se esta estudiando la posibilidad de enfermedades de transmisión sexual.
Triunfo “pírrico” de la cultura de la transgresión. Diciembre muestra cifras de COVID que no condicen con la época del año. La transgresión sigue triunfando. Abajo el barbijo, abajo la distancia social. ¡¡Viva a las sustancias que deterioran el sensorio y comprometen la libertad¡¡. Somos por fin libres dicen los ya en camino a la esclavitud.
Mientras tantas manifestaciones por doquier…con gente aglomerada desconociendo normas básicas del cuidado. El homenaje a un muerto celebre parece transformarse en un culto propiciatorio de la muerte.
Somos tiempo y éste nos devora. El tiempo parece comernos. Diciembre es el fin…o parece ser el fin. En diciembre es como si se “acabara el tiempo” y parece ser nuestro precipicio. Todos debemos apresurarnos. El tiempo en diciembre no “para” …todo es vértigo.
Triunfa, entonces, la cultura de la transgresión y no hay Ley a la cual someternos: la naturaleza se coloca en riesgo, el psiquismo evade cuidados, los sistemas sociales no previenen. Todo vale.
El tiempo se come a sus hijos
El Dios Chronos de los griegos como Dios del Tiempo tenía como particularidad la de comerse a sus hijos. Somos Tiempo y éste nos devora. El Tiempo parece comernos. Diciembre es el fin…o parece ser el fin. En diciembre es como si se “acabara el tiempo” y èste parece ser nuestro precipicio. Todos debemos apresurarnos.
La pandemia agrega angustias, pero fundamentalmente en algunos mucho vértigo. Atiendo pacientes que consultan luego de noches “sin fin” y días que parecen eternos entre “tribus” en plazas con mucho alcohol y estimulantes.
Algunos contrajeron Covid en estas largas ordalías sin barbijos (otra muestra de la cultura instalada de la trasgresión), otros enfermedades infecto-contagiosas en donde el baile con música electrónica despersonaliza o sea masifica a miles porque son miles (por datos periodísticos) los que utilizan quintas, plazas, lugares cerrados para “revolear su vida” como si estuviéramos en el fin de los tiempos. ¿Se vive el fin de los tiempos?; o es un tiempo individualista que dejó a muchos en la “ceguera” del instante.
En las epidemias surgen estos hechos en donde el pánico, quizás ante el fin hace perder todas las finalidades y en realidad perdemos la dimensión que somos proyecto, fines, objetivos; pero esto se olvida ante la inminencia de un probable fin que paradójicamente parece buscado.
Los teléfonos suenan, las emergencias adictivas se suceden. No solo la calle muestra este frenesí en muchos casos violento. La “sordera” de los ruidos esconde la soledad de los actores sociales. La violencia contra sí o terceros parece ser la consecuencia de la inexistencia de los otros más allá de nuestro Ego.
Adrenalina “natural” alimentada por la violencia del Ego o adrenalina “artificial” motorizada por un tóxico. Pero todas son situaciones igualmente tóxicas ya que el stress es la marca de destino de la agresividad para exterminarnos o exterminar al otro.
El tiempo en diciembre parece “no alcanzar”, todo se debe resolver ya. En el balance vital de deudas y créditos urge saldar todo como si nuestra vida fuera una contabilidad. Lo humano supera lo contable pero las culpas no resueltas, las responsabilidades no asumidas juegan su papel. Queremos salir rápido del “Veraz”. La violencia y las drogas se ocuparán del resto. Viejos duelos no elaborados, antiguas deudas no aclaradas, venganzas antiguas, rencores ocultos. Todo se actualiza en la violencia del acto. Arreglar todo ya porque la sensación es que se “acaba el tiempo”.
Este es otro ocio
El ocio para los antiguos, en donde aparecía la fiesta, tenía cuatro momentos: la danza, el banquete, la ingesta de bebidas espirituosas, el culto religioso y por fin la tertulia. Lo esencial era la tertulia: el diálogo, el encuentro con los otros. Lo religioso y la tertulia parecen haberse abandonado o perdió incidencia en las sociedades posmodernas. El ocio de los antiguos desapareció en gran parte .
Las bebidas espirituosas que eran solo un condimento para el encuentro en la antigüedad hoy se convierten en el centro de los excesos y por momentos superan toda medida y es más una “farmacoterapia” embriagante. El dialogo, por último, no se destaca como un valor central. Triunfa la cultura de la transgresión que es clave hoy.
Los que trabajamos con pacientes adictos durante las fiestas de diciembre vivimos un stress muy especial ya que es un tiempo especial de recaídas. El brindis es un rito en donde el deseo se motoriza en un futuro que nos imaginamos. Desear es la clave. A veces confundimos como nos decía Unamuno ganas con deseo. Los accidentes se suceden y aumentan alrededor de un 30% en relación a otros meses.
En el deseo está el futuro en acción; las ganas, resultan ser por otra parte el imperativo de lo inmediato. El hombre al desear, mientras tanto, imagina y novela un futuro que es su propia vida. No hay vida sin un futuro proyectado. Es mucho más que eso ya que somos proyecto y cuando nos quedamos sin proyecto morimos y aun viviendo nos vamos transformando en “vegetales”.
Pero en esta época todo parece ser transitorio, las relaciones humanas son frágiles y los proyectos son solo una "performance”. Si no rendimos no estamos contentos. Aumenta, entonces, la angustia colectiva y paralelamente el consumo de drogas; instrumento básico en esta época líquida y frágil para la huida de uno mismo.
El desvarío de los brindis en la sociedad de masas a través de una embriaguez también masiva es la caricatura de un proyecto que no podemos ser y por lo tanto habitar. Es como una “huida hacia adelante” regresando paradójicamente a una dependencia infantil entre los vahos del alcohol y las sustancias. Parece ser el triunfo de la muerte del sentido o sea del proyecto que necesitaríamos ser y hacer.
Este stress muy especial que vivimos los terapeutas es una temática quizás de todos. Los fines de años parecen ser un tiempo en donde todo se hace más veloz.
Todos nos sentimos interpelados por este balance más o menos consciente que en los diciembres realizamos de nuestras vidas y, por supuesto, también los pacientes que se están rehabilitando de una dependencia a sustancias y esto lleva, generalmente, a una movilización afectiva.
Están doblemente tentados; por un lado a repetir el viejo libreto de muerte que es introducirse en el vértigo del consumo o por otra parte tentar e intentar un proyecto y hacerlo propio. Aumentan las emergencias, los intentos de suicidio, las sobredosis, los accidentes, las rupturas de vínculos, las violencias. Las guardias médicas se llenan de pacientes en estado de intoxicación.
Protegernos del vértigo
Acá los terapeutas tenemos que ser extremadamente sutiles y perspicaces en distinguir las astucias de las probables recaídas (tener conductas que lleven a "que el paciente se haga la cama" como vulgarmente se dice para volver a tomar alcohol y sustancias) de las ansiedades propias de alguien que intenta construir y darles un contenido a sus vidas.
En muchos casos tenemos que construir con ellos un proyecto de vida, ofrecerles el destino que son desde la propia historia; llamarlos a su dignidad que fue conculcada por el Poder de las sustancias.
Todo esto depende del estado al cual lo llevó la dependencia y del contexto que rodea a cada paciente (familiar o social). El nivel de deterioro que tienen luego de la dependencia es fundamental.
Deterioro que no es sólo cerebral, sino psiquiátrico, financiero, social y porque no decirlo también espiritual con una agonía de su voluntad que se expresa en una abulia y Amimia (falta de gestualidad) vital grande.
Hay dos grandes categorías; A. Aquellos para quienes la experiencia dela droga ha sido intensa y corta pero que con una rápida intervención familiar y social han llegado a un tratamiento y; B. Los que durante largo tiempo han quedado sujetos no solo al poder de las sustancias sino al abandono familiar y social.
Una joven del primer grupo me decía refiriéndose a las fiestas: “Deseo seguir deseando". Me quedé sorprendido por su reflexión y la indagué. Ella me contestó que con las drogas, se había dado cuenta, que se había muerto su deseo. Solo tenía ganas de drogarse (recordemos a Unamuno). Se había quedado sin proyecto. Adolescente criada según los cánones "progre" en donde la marihuana y el alcohol debían ser una tarjeta de identidad prestigiada y a la vez una identificación masivamente asumida. La reflexión en una comunidad terapéutica la ayudó a rescatarse de esta alienación prestigiada que funciona como una verdadera expropiación de la subjetividad.
Recuerdo aquí a G. Marcel cuando en su libro “Decadencia de la Sabiduría” nos dice que la reflexión en la sociedad técnica y de la propaganda que capta masivamente siempre está devaluada. Es una potencia segunda. El primer poder es el del vértigo y la mimesis e imitación de conductas. Pero el vértigo nos dice maravillosamente es solo "...abandonarse”; o sea perdemos nuestro sí mismo. La paciente, mientras tanto, se está rescatando. Empieza a hacerse cargo de su vida. Las drogas no son el camino para eso y lo está aprendiendo duramente.
En el segundo de los grupos o sea los que han sido abandonados durante largo tiempo al consumo y casi sin recursos propios para enfrentar esa agonía cotidiana la tarea es más difícil. Necesitamos construir con ellos un proyecto. Están limitados por un inmediatismo permanente. Deteriorados cerebralmente en su función frontal (la más evolucionada del desarrollo del sistema nervioso) no pueden proyectar, evaluar.
Son sujetos ya "domados" para el consumo. Parecería que son solo ganas y no pueden desear. Lo de hoy vale. No hay un después. Por ende, no hay futuro ni proyecto. El trabajo con ellos es una artesanía. Una nueva alfabetización emocional. Afortunadamente sabemos que lo que hagan con nosotros en un marco terapéutico crea nuevos territorios cerebrales. El cerebro también responde al amor y a los vínculos.
TODO ES FARSA, DEJEN DE METER MIEDO, NADIE SE CONTAGIA DE UN VIRUS QUE NADIE HA VISTO. A la fecha, muertes por el supuesto Coronavirus en el mundo: 0,02 % mismo porcentaje en Argentina. En España, han muerto la mitad del año pasado por Gripe común y Neumonía (2019 más de 90.000; ahora andan por los 48.900 muertes) Año 2019 en el mundo, unos 65 millones de muertos por causas diversas, representan el 0,8 %; en Argentina 2019, 366,240 muertos que representan el 0,8 , la misma cifra. Porcentaje de población que ha sobrevivido al Virus SIN VACUNA 99,998 % Sigue el Plan del Miedo y nos estan tomando el pelo, se nos ríen en la cara y no se dan cuenta. Imagina una vacuna tan segura, que tienen que amenazarte para ponértela o un virus tan mortal, que tienen que hacerte una prueba para saber si lo tienes. “La esclavitud nunca tiene tanto éxito, como cuando el esclavo esta convencido de que es por su propio bien” Aristóteles. “Una vez que el rebaño acepta las vacunas obligatorias, se acaba el juego; aceptarán cualquier cosa, donación forzada de sangre u órganos “por el bien común”.Podemos modificar genéticamente a los niños y esterilizarlos “por el bien común”. Controla la mente de las ovejas y tu controlas el rebaño. Los fabricantes de vacunas pueden ganar miles de millones y muchos de ustedes en esta sala, son inversores, es un ganar, ganar y ganar. Disminuimos el rebaño y el rebaño nos paga con su exterminio” Cita del discurso de HENRY KISSINGER, en el Consejo de Eugenesia de la OMS, el 25 de febrero de 2009. “Majestad, no hace falta pelear contra ellos, solo debe convencer a los que usan mascarillas, que van a morir por culpa de los que no las usan”
Yaria, llámese a silencio. Usted no puede decir nada luego de haber sido responsable de la sedronar en la época de menem. Basura menem y usted por aceptar en ese contexto. Todo lo que diga queda sin valor por ese simple hecho.
Una vez más, totalmente de acuerdo con el Sargento. Todo pasa por la responsabilidad individual y cuidarse uno mismo. Tomar las precauciones como cuando se contagia una gripe. No necesito que el gobierno de incompetentes me diga que debo hacer o dejar de hacer.