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Un empresario hecho y derecho

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REVELACIONES DEL PASADO DE BLUMBERG EN LA TEXTIL CASTELAR
REVELACIONES DEL PASADO DE BLUMBERG EN LA TEXTIL CASTELAR

REVELACIONES DEL PASADO DE BLUMBERG EN LA TEXTIL CASTELAR

 

    El ex gerente general de la empresa textil Castelar, Juan Carlos Blumberg, logró que la Cámara de Diputados de la Nación aprobara el 3 de noviembre de 2004, sin disidencias ni debate, una norma que eleva las penas para quienes incurran en el delito de vaciamiento de empresas. Este punto, que forma parte del petitorio, fue avalado por casi seis millones de personas e impulsado por el ingeniero luego del asesinato de su hijo. Sin embargo, su trayectoria no parece haber sido del todo transparente.

    Desde la década del '50, la Textil Castelar fue una de las industrias más importantes del rubro. Divididos en tres turnos de ocho horas, más de 1400 obreros trabajaban diariamente en las cuatro hectáreas que ocupaba en Morón. "Estuvo siempre a la cabeza de la tecnología; trabajar en Castelar era sinónimo de prestigio y estabilidad", cuenta Jorge Vlahos, ex encargado de mantenimiento de planta.

    Jorge Tchomlekdjoglou, propietario de la textil Primotex de Lanús, se convirtió en accionista mayoritario de la textil Castelar al recibir un préstamo por 14 millones de dólares de Cristina Onassis. La descendiente del magnate helénico Aristóteles Onassis era la novia de Jorge Tchomlekdjoglou (h) y amiga de su hermana Marina, más conocida por su apellido de casada, Dodero.

    A mediados de los '70, la familia griega fundó la algodonera Mides en Puerto Tirol, provincia del Chaco. "Blumberg inauguró Mides con papá", reconoció Dodero. Desde ese momento, el ingeniero se transformó en empresario.

    El ex intendente de Puerto Tirol, Juan Von Siebenthal, declaró en septiembre de 2004 a la revista Veintitrés que "Blumberg nunca pagó la luz ni el agua ni nada. Tampoco realizó los aportes de los trabajadores. Él quería hacer su negocio y punto. Se llevaba a todos por delante". En la misma publicación, Luis Quiroz, ex maquinista de la empresa chaqueña, no titubeó al describir la actitud del gerente general. "Era un negrero, nos trataba como esclavos. Nos dejó a todos en banda sin dar explicaciones. No pagó sueldos, ni indemnizaciones", afirmó.

    Lideradas económicamente por Castelar, Primotex y Mides, las empresas crecieron hasta convertirse en un grupo de diez manufactureras textiles de primer nivel. Así, el ingeniero pasó a ser gerente general y mano derecha de Tchomlekdjoglou. Tanto sus responsabilidades como las presiones, aumentaron y su rol se volvió cada vez más determinante.


Deuda fraudulenta

        

    En 1982, durante la dictadura militar, Domingo Cavallo, desde la presidencia del Banco Central de la República Argentina (BCRA), nacionalizó las deudas del sector privado a través de seguros de cambio. Mediante esta operación, el Estado se hizo cargo de la diferencia que surgiera de los créditos de las empresas con la banca extranjera al momento del pago.

    Para Alejandro Olmos Gaona, continuador de la causa que estudia la deuda externa ilícita impulsada por su padre, "Castelar es una de las tantas empresas que a través de operaciones ilegales se beneficiaron con regímenes de seguro de cambio, lo que les permitió auto-prestarse y después transferir sumas al Estado en complicidad con los bancos del exterior".

    En la causa 17.718, que investiga la deuda desde 1983, el auditor Ricardo Venancio López asegura que "se detectaron irregularidades en el endeudamiento externo" y que, por lo tanto "debe dársela de baja de los registros de la deuda".

    A pesar del dictamen para que el Estado no se hiciera cargo de la deuda, la investigación fue archivada en 1988 por orden del ex director del BCRA, José Luis Machinea, y del representante especial del Ministerio de Economía ante los organismos internacionales,  Daniel Marx.


La muerte de papá
 

    Con la muerte de Jorge Tchomlekdjoglou en 1986, el holding se sumergió en una profunda crisis financiera y sus dos hijos heredaron la empresa. Mientras Dodero se ocupaba de las relaciones públicas de Castelar, su hermano confiaba ciegamente en la capacidad de Blumberg que, desde la gerencia general de Mides, tomó las riendas del grupo. "Él era quien manejaba absolutamente todo", sostiene Catalina Nenúfar Albornoz, ex funcionaria de la Secretaría de Industria y Comercio de la Municipalidad de Morón, convocada por Dodero para salvar a la empresa del desastre.

    Pero la crisis no pasaba sólo por lo económico. "La relación de Blumberg con los empleados era pésima",  asegura  Vlahos y agrega: "No se podía tener trato con él, era todo a cara de perro. Como delegados nos entrevistábamos, pero era tan prepotente y altanero que las negociaciones siempre terminaban a las puteadas".

    Las deudas con bancos nacionales y privados se triplicaron y los recortes salariales, seguidos por despidos masivos, resultaron soluciones frecuentes. Esto reflejaba "la incapacidad de los herederos -agudizada por la depresión de Jorge, luego de la misteriosa muerte de Cristina Onassis en 1988- y las maniobras de Blumberg en la conducción del grupo", según revela uno de los ex directores de Castelar, Víctor Arana, otro de los convocados por Dodero para levantar la empresa.

    El holding  se desmoronaba. Las razones eran evidentes y la respuesta, la pasividad. "Como gerente general e ingeniero, Blumberg tenía una radiografía de cómo se iba desempeñando la fábrica. ¿No sabía que se estaba yendo en picada, que se les adeudaban ocho quincenas a los obreros, que había un descontrol total, que no había  repuestos para el equipamiento, que la importación de maquinaria nueva se quedó en el puerto por culpa de una declaración jurada mal hecha?" , se pregunta Arana.

    Entre las principales acusaciones contra Blumberg, Arana y Albornoz coincidieron en denunciar que los reintegros de la Aduana nunca aparecieron y que la entrada y salida de dinero no era transparente. "Fue uno de los máximos artífices de la caída total de la empresa", denuncia Albornoz.

    Los trabajadores también percibían los turbios manejos gerenciales. "Blumberg se estaba comiendo las fábricas, la de Morón, la del Chaco y la de Lanús", sostiene Vhalos.

    Arana despidió a Blumberg en 1993, luego de una dura discusión en la casa de Jorge. "Le dije que había antecedentes suficientes como para que se retirara", admite el ex asesor.


Un cierre escandaloso

    El 14 de octubre de 1994, se decretó la quiebra de Castelar. Seis años más tarde, la jueza Silvia Rey la hizo extensiva al resto de las empresas del grupo, responsabilizando a Tchomlekdjoglou (h) y a Dodero.

    Sin embargo, el principal motivo de la quiebra se desprende del testimonio del ex jefe de Costos y Presupuestos, Aldo Aschei: "La instalación de Mides –custodiada por Blumberg- requería de una inversión millonaria, que ésta no se encontraba en condición de realizar si no era a través de la solvencia de Castelar".

    Paralelamente, el grupo judío ultra ortodoxo Jabad Lubavich fundaba Cladd (Con la Ayuda De Dios), una nueva textil en Morón con tecnología innovadora. "Blumberg jugó a dos puntas. Fundió Castelar, se llevó a los mejores técnicos y levantó Cladd en su detrimento. El tipo le robó a la empresa, a los griegos y a las 1400 personas que trabajaban ahí y no quedó enganchado en ningún lado", sentencia Albornoz.

    A diez años de la quiebra, la cadena de supermercados Coto adquirió las cuatro manzanas que ocupaba la vieja textil, Tchomlekdjoglou (h) tuvo que abandonar el país y a Dodero le negaron el pasaporte argentino.     Asimismo, Blumberg es uno de los tantos acreedores que esperan cobrar su parte de los casi cinco millones de pesos que la empresa les debe a sus ex empleados.


Mejor no hablar de ciertas cosas
 

    "Yo no vi que se llevaran a nadie, pero que desaparecieron gremialistas, lo sabemos todos", presume sin dar detalles armando Horacio Ponce, ex delegado sindical de Castelar. Más allá de cualquier especulación, el Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que al menos dos empleados de la fábrica desaparecieron durante la última dictadura militar.

    Oscar Manuel Cobacho, estudiante de Derecho y militante montonero, fue secuestrado el 30 de noviembre de 1978. Para ir al trabajo, atravesaba los campos de la VII Brigada Aérea del partido de Morón, linderos a la textil. En ese momento, el máximo responsable de esa jurisdicción militar era el ex Brigadier César Miguel Gómez.

    Su madre, Sara Derotier, cuenta que "Oscar estaba casado con María Elena Gómez" y que de esa relación "nació Juan Martín, ahora de 30 años, dos años más de la edad que tenía su padre cuando lo secuestraron". Dorotier detalla: "Se lo llevaron en la estación Ramos Mejía a las cuatro de la tarde junto con una chica a la que le decían Tita. A los dos se los chupó el Ejército".

    Según el informe de la Conadep, Cobacho fue llevado a la División de Automotores de la Policía Federal, ubicada en la calle Lacarra y Ramón Falcón –en Capital–, donde funcionaba el centro clandestino de detención El Olimpo. "A Oscar lo torturaron mucho, tal es así que lo trasladaron al Hospital Militar a los dos o tres días de estar en El Olimpo", relata su madre.

    Aunque poco se sabe sobre su destino, Alicia María Galetto también trabajó en Castelar. Según los antropólogos forenses, la secuestraron el 26 de marzo de 1977 y habría sido llevada a la Mansión Seré, otro centro clandestino de detención, también conocido como Atila.


Diego González
Emiliano Gullo
Sebastián Penelli

 

1 comentario Dejá tu comentario

  1. Soy director de cine documental y estoy filmando la historia de Textil Castelar. Tengo mucho interés en contactarme con los autores de esta nota. Les agradeceré que me ayuden a lograrlo. Carlos Larrache

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