En esta caótica Argentina, los
medios cumplen un papel si no principal, al
menos importantísimo, más cuando las
instituciones están vaciadas de contenido (todas) y de forma (varias).
El gobierno prácticamente
al no tener un estilo precisamente democrático, habla por los medios, y
esto es que cuando tal periodista dice tal cosa o tal otra, es porque un alto
funcionario se lo "mandó"
a decir. Por eso también es significativo que el lector sepa leer entre líneas y conozca el
"quién es quién" de
los formadores de la opinión pública.
Pasa en la gráfica, en la radio, en la televisión y obviamente en los sitios
de noticias de Internet.
También es interesante conocer
la "cocina" de los medios, es común que el lector corriente vea una nota
firmada y no cuestione su credibilidad y tampoco la capacidad del que escribe.
Al contrario, el hecho de firmarla valoriza más su gestión y
hace que el periodista sea mejor considerado. Es
una persona importante que forma opinión. ¡Caramba!
Ahora bien, si penetramos en
sentido literal la redacción del medio (por
ejemplo un diario) veremos que el firmante de esas notas, en gran
medida, es apenas
becario, que muchos de ellos no superan los 25 años, que su experiencia periodística
es escasa y lo que es peor aún, el editor apenas llega a los 40, si llega. En
esta profesión tiene mucha importancia la experiencia, no en vano las grandes
firmas, antes de serlo, pasaban por un sinfín de secciones internas y de
distintas funciones.
Por otro lado estos jóvenes
periodistas apenas ganan un sueldo de subsistencia, ya que "mano de obra" es
lo que sobra y las empresas periodísticas
argentinas han dejado de valorar la profesión (valga la contradicción)
para privilegiar el "negocio".
Estos pequeños escribientes -cuya imagen exterior es sobrevalorada y
efímera- generalmente carecen de buena redacción (de allí la importancia de los
editores de edición) ya que han sido preparados más
para la radio y TV que para otra cosa y por otro lado sueñan con su programa
propio para hacer fortuna rápido, ya sea por el gobierno "operador" de turno o
por empresas que los incluya en su presupuesto anual. Siempre privilegiando las relaciones
públicas por sobre la convicción.
Los dueños de los medios utilizan su producto, no
con vocación periodística, sino como instrumento de una empresa eminentemente
comercial, cuyo mayor valor es el Poder que de allí les emana para -en función de
ello- hacer los negocios o negociados de turno.
Esto sucede
hoy y en forma alarmante. No importa la noticia, importa lo que se dice en
función de la "operación" encomendada. Por eso,
para un periodista estar bien informado es importantísimo, pues a mayor
información, mayor será el interés que despierte en el Gobierno o aquel que es
objeto de la operación realizada (¿extorsión?).
Por eso no interesa en lo más
mínimo que el lector cliente esté informado, interesa el "lector gobierno" o el
"lector empresario" que movilizan recursos. Por ello también, los periodistas no
conciben cuando alguien escribe por el sólo hecho de informar, siempre creen que
hay alguien detrás, ya que está tan deformada su visión y es tan corrupta
nuestra sociedad que lo normal pasa a ser sospechoso.
Los editores generalmente
reciben directivas del dueño y se transforman en más “papistas que el Papa”, ya
sea por miedo, ya sea por arribismo. Lo peor es que esto se traslada en forma
piramidal, formando en definitiva comunicadores sin personalidad y que en
tremenda competencia interna sólo luchan por lograr los favores del príncipe.
Como final, al lector de esta
columna sólo le recomiendo que lea con atención todas las noticias y las
columnas de opinión y, si puede, ver la trayectoria de un medio a lo largo del
tiempo, se llevará no pocas sorpresas.
También es curioso, en los medios nacionales
al menos, lo que se dice, los valores que se pregonan y lo que es la política
empresaria interna totalmente contradictoria y salvaje, pues generalmente lo que
se aprende es por vía del ejemplo y los hechos, y no tanto por la lectura.
Carlos Nougués