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El juicio que falta por la "ruta de la efedrina"

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Narcotráfico y poder
Narcotráfico y poder

Primero fue la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) la que advirtió lo que pasaba en la Argentina. Luego fue el vicecanciller mexicano Gerónimo Gutiérrez el que alertó al por entonces embajador Jorge Yoma. Pero recién con el allanamiento de la quinta de Ingeniero Maschwitz y el triple crimen de General Rodríguez, ambos hechos en 2008, el Gobierno quiso darse cuenta de que el país era una pieza clave en la triangulación de efedrina desde China e India con destino a México para producir metanfetaminas para los Estados Unidos.

 

Si bien la industria farmacéutica local necesitaba unos pocos kilos de efedrina al año, la importación se disparó en el 2005 y explotó en el 2007 cuando el presidente mexicano Felipe Calderón le declaró la guerra a los cárteles. En consecuencia, la efedrina, que se prohibió allí, comenzó a traficarse desde la Argentina. Entre 2004 y 2008, según descubriría la jueza federal María Servini, por Buenos Aires pasaron 50 toneladas.

Los responsables de permitirlo fueron tres funcionarios de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner: José Ramón Granero, como secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), Gabriel Yusef Abboud, como director de Planificación y Control del Tráfico Ilícito de Drogas y Precursores Químicos y luego como subsecretario Técnico de Planeamiento y Control del Narcotráfico de la Sedronar, y Julio De Orue, como director del Registro Nacional de Precursores Químicos (RNPQ)de la Sedronar.

La jueza Servini primero y su par Sergio Torres después, a partir del dictamen del fiscal Juan Pedro Zoni, responsabilizaron a Granero por autorizar el ingreso o delegar la facultad de hacerlo de 45.325 kilos; Abboud, por 41.775 kilos; y De Orue, por 41.325 kilos.

«Haber intervenido en la introducción de materias primas destinadas a la fabricación de estupefacientes, los que serían ilegítimamente desviados de su destino de uso en razón de que fueron los nombrados los funcionarios públicos encargados de autorizar las importaciones de precursores químicos como así también lo eran de prevenir y perseguir los delitos asociados con los mismos, en cantidades desmedidas en proporción a las necesidades sanitarias tanto que por sí solas evidenciaban que el destino final declarado que se le daría a la efedrina sería alterado ilegítimamente«.

Esa fue la acusación de los investigadores para enviar a juicio el 7 de junio de 2018 a Granero, Abboud y De Orue y también a los hermanos Miguel Ángel y Máximo Rito Zacarías, el primero, que era secretario privado de Granero, porque «fue un nexo entre los compradores y los funcionarios» mientras que el segundo, aprovechándose de la influencia de su hermano en la Sedronar, fue otro nexo de los traficantes, por caso, de Carlos Edelmiro González, para quien hizo gestiones en 2008 para que lo autorizaran a traer mil kilos.

Pero, tras dos años de la elevación a juicio, el debate todavía no empezó. Ni siquiera tiene fecha. Granero, Abboud y De Orue plantearon una nulidad, la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal hizo lugar, el juez Torres y el fiscal Zoni hicieron una mejor imputación de los delitos cometidos y, entonces, la misma sala consideró suficiente la nueva resolución y, finalmente, la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal consideró que ya era hora de que se sentaran en el banquillo de los acusados.

Desde entonces, no pasó más nada. Como los acusados nunca estuvieron presos durante el proceso, no tuvieron que hacer planteos de ese orden. Granero volvió a vivir a Puerto San Julián, Santa Cruz, donde había conocido a los Kirchner, que lo llevarían primero a la Gobernación y luego a la Casa Rosaa.

Abboud y De Orue también bajaron el perfil a la espera de que todo pase para que, más temprano que tarde, se archive la causa por la prescripción de los delitos por el tiempo transcurrido.

Solo uno se animó a reaparecer en público: Máximo Zacarías. El hombre, ya mayor, no tuvo problemas para entrar el 10 de diciembre de 2019 a la Casa Rosada para estar presente, a la vista de todos, en la asunción de Alberto Fernández.

 

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