No terminó enero y ya tenemos una de las frases del año. El autor es José Mayans, senador por Formosa y mano derecha de Cristina Fernández en la cámara alta.
Ayer, para defender los abusos cometidos por su jefe, el gobernador de Formosa Gildo Insfrán, con la excusa del Covid 19, dijo que en pandemia los derechos constitucionales no corren. La frase exacta: “Al derecho vos lo tenés, pero no en pandemia”. O sea, los derechos constitucionales dejan de ser una garantía frente al poder del Estado y los gobiernos, para ser una gracia, una concesión, un permiso que te puede dar o no un gobernador de turno. Por eso, según la doctrina Mayans, Insfrán puede encapricharse y prohibir que se usen los puentes, forzando a personas humildes hartas de esperar a la intemperie a tratar de badear un río y ahogarse en el intento. Sin declarar estado de sitio o de excepción, Insfrán cancela el derecho a circular del artículo 14 de la Constitución. Y los formoseños adquieren, a cambio, el derecho a morir ahogados.
La frase de Mayans se proyecta al pasado reciente. Cuando Alberto Fernández se enamoró de la cuarentena, a principios del año pasado, hubo gente que advirtió que se habría la puerta a los abusos anticonstitucionales. Les dijeron que eran unos exagerados, alarmistas, anticuarentena que querían gozar con las muertes en masas.
Bueno. No eran exagerados. Mayans, alguien que opera en el centro del poder, acaba de blanquear que, efectivamente, se cancelaron derechos.
Por supuesto, la suspensión de derechos no es para todos. Es la ventaja de no hacerlo por ley. Insfrán puede quitárselos a dos concejalas opositoras y detenerlas sin orden judicial. Pero nadie le quita a Cristina Fernández su derecho constitucional a los fueros, gracias al cual zafó de ser detenida.
Por la misma razón, la Secretaría de Derechos Humanos Kirchneristas -que así debería llamarse- se pasó meses ignorando los casos de abusos que salían en todos los diarios. Recién ahora su ocupante, Horacio Pietragalla, descubre que tiene jurisdicción sobre Formosa. Y entonces, a las cansadas, se presta a una visita guiada por los centros de detención extrajudiciales de Insfrán. Guiado por el propio Insfrán.
La indiferencia, el desprecio que Pietragalla exhibió en estos meses por los derechos humanos de los formoseños contrasta con las ganas que le pone a los derechos humanos de los de su propio bando. En abril, no habían pasado ni tres semanas de la cuarentena, corrió a pedirle a la justicia que sacara de la cárcel al condenado firme y corrupto confeso Ricardo Jaime. No fuera cosa que se contagiara el coronavirus en la prisión donde había, argumentaba Pietragalla, hacinamiento. Un hacinamiento, la verdad, igual al que hay en el estadio y los galpones de Insfrán transformados en cárceles de hecho.