El calendario electoral es aún incierto. Por el momento la intención de suspender las PASO parece haber quedado descartada, aunque tampoco hay certezas de ello. Esta idea encontró intereses opuestos en el Frente de Todos. Mientras los gobernadores preferían suspender las PASO, La Cámpora rechazaba la idea, ya que pretendía utilizarlas como mecanismo para disputarle el poder a los sectores tradicionales del PJ, principalmente en el conurbano. Si Máximo Kirchner logra, tal como se prevé, hacerse con la lapicera del PJ en la provincia, podrá armar las listas según su voluntad. Desaparecerá así la importancia especifica que las PASO tenían para La Cámpora. ¿Resurgirá nuevamente la intención de suspenderlas?
Las PASO se deberían llevar a cabo el domingo 8 de agosto. La convocatoria la debe realizar el gobierno nacional con una antelación no menor a los noventa días previos. Es decir, el 8 de mayo es el límite para definir si las internas se van a realizar o no. El contexto imprevisible de la pandemia tiene el potencial de afectar el calendario y las reglas electorales, aunque también las chances de oficialismo y oposición, de unas elecciones que pueden ser trascendentales para el futuro de la Argentina.
Cuando el Frente de Todos llegó al poder en diciembre de 2019 sabía que las elecciones legislativas de medio término serían gravitantes. Primero, porque el gobierno no posee mayoría propia en diputados. Al asumir, debió pactar una serie de alianzas (con los “mini” frentes del gobernador Juan Schiaretti y de Roberto Lavagna, entre otros) para avanzar con sus proyectos de ley en el Congreso. Este tipo de alianzas requieren alcanzar puntos medios, ceder en las aspiraciones y en ocasiones resignarse con algunos proyectos, como sucede hasta ahora con la Reforma Judicial, que fue aprobada en el Senado, pero tuvo un freno en la Cámara de Diputados. Desde el inicio, el gobierno consideró a estas elecciones como una oportunidad para mejorar su posición en Diputados y no depender (o al menos depender menos) de las alianzas con terceros partidos.
Por otro lado, las elecciones intermedias también juegan un rol importante generando el clima político para las presidenciales siguientes. De hecho, la máxima estratega electoral del FDT, la vicepresidenta Cristina Kirchner, sabe bien que las elecciones legislativas pueden augurar lo que viene después. Le sucedió en 2013, cuando su candidato en la provincia de Buenos Aires, Martín Isaurralde, perdió contra Sergio Massa, en lo que significó un freno al “vamos por todo”. El kirchnerismo no pudo recuperarse de esa derrota, lo que finalmente devino en la victoria de Mauricio Macri en 2015.
Las elecciones de medio término pueden ser fundamentales para las aspiraciones de cualquier gobierno. Las próximas en particular serán sumamente atípicas, ya que se realizarán en el marco de la pandemia por coronavirus. ¿Cómo pueden verse afectadas las preferencias de los votantes a raíz de la pandemia y la gestión que se hizo de ella? Podemos repasar la experiencia internacional para obtener conjeturas que nos sirvan para prever el escenario electoral en Argentina.
En Ecuador, es cierto que Lenín Moreno venía muy debilitado antes de la pandemia, pero la crisis por Covid-19 y la mala gestión de ella terminó por sepultar cualquier tipo de aspiración que podría tener de influir sobre el proceso electoral. Tan es así, que el oficialismo quedó totalmente al margen de los comicios de febrero.
En Estados Unidos, antes del estallido de la pandemia, el presidente Trump se mostraba como un candidato competitivo y muchos esperaban que alcanzase la reelección. Sin embargo, la crisis por Covid-19 mucho tuvo que ver en la victoria de los demócratas. Trump probablemente haya incrementado el desgaste que ya de por sí implicaban las consecuencias sanitarias y económicas, rechazando la amenaza que implicaba el virus y negándose a adoptar una estrategia sanitaria consistente. En un contexto en el cual Estados Unidos se convirtió en uno de los países más afectados, los desmanejos y contradicciones de Trump enterraron sus chances de reelección.
Algo similar ocurrió con las elecciones municipales en Brasil. La mala gestión de la pandemia también afectó a Bolsonaro y sus candidatos obtuvieron pobres resultados. El caso de las elecciones presidenciales en Bolivia es particular, ya que el oficialismo encarnado en Jeanine Áñez (sobre la que pesa un pedido de captura por su papel durante el “golpe de Estado” de noviembre de 2019) nunca contó con legitimidad política como para presentarse competitivamente en los comicios, ni tampoco ningún integrante de su gobierno. En El Salvador ocurrió lo contrario, aquí el oficialismo, comandado por el presidente Nayib Bukele, logró un triunfo rutilante en las elecciones legislativas del mes pasado, demostrando que los oficialismos también pueden salir indemnes de la pandemia.
En Argentina, los efectos negativos de la pandemia podrían causarle al oficialismo un desgaste adicional. El gobierno implemento durante 2020 una cuarentena extensa que dañó severamente a la económica (con las consecuencias sociales que implica), sin lograr el objetivo de detener el avance del virus (hoy hay en el país más de 53 mil muertos y se teme por una segunda ola que dispare la cantidad de contagios). En provincias como Formosa, las restricciones se vieron envueltas en excesos que afectaron las libertades civiles y los derechos básicos. Y el escándalo de los vacunados VIP terminó por desacreditar la gestión nacional de la pandemia.
El corrimiento de Ginés González García y el nombramiento de Carla Vizzoti al frente del Ministerio de Salud mejoró solo en parte el plan de vacunación, que avanza demasiado lento. Según datos de Our World in Data, al 11 de marzo, de cada 100 habitantes, Chile vacunó a un total de 32,09 personas; Brasil a 5,05; Uruguay a 4,90 y Argentina a 4,25. En nuestro país, hay problemas logísticos que enlentecen la circulación de las vacunas y la llegada de más dosis servirá de poco si no se aumenta el ritmo de aplicación.
Si el panorama cambia y el ritmo de vacunación mejora considerablemente en el corto plazo, el gobierno podría generar el efecto inverso y limitar el desgaste. Llegar a las elecciones con un porcentaje alto de la población ya vacunado podría generarle un impulso electoral en el sprint final. De no ser así, si no se cumplen las expectativas de la población que esperan un 2021 en donde la vacunación resuelva la crisis sanitaria y posibilite la recuperación económica, el costo acumulado hasta ahora podría ser incluso mayor.
Es TU GOBERNO BERESZTEIN HACETE CARGO. NO LLEGABAN SEGÚN USTED LOS EXPERTOS , NO HACIAN CAMPAÑA DE LO QUE VENÍA ???????
En mi humilde y simple conocimiento de la política, considero que las PASO son un gasto inútil e innecesario, pues la sociedad no tiene porqué meterse en semejante gasto y obligacion de participar en la elección de los candidatos de cada partido, ya que, por un lado no los conoce, y creo que esa responsabilidad solo le cabe a cada partido que conoce muy bien a sus integrantes y sabe quien lo representa mejor. Y si hay diferencias internas es solo porque hay diferencias de interpretacion de los Principios y se da una lucha interna por el Poder.
Muy sutilmente Berensztein siempre opera para el FdT. Será un asesor del oficialismo tal vez.