El gobierno nacional tiene más dudas que certezas sobre cómo golpeará la segunda ola de la pandemia que ya está entre nosotros. Pero sí sabe cómo moverse en las próximas semanas. Irá entrando en las restricciones focalizadas para evitar que colapsen, como ocurrió el año pasado, el comercio y la industria.

En términos más simples, se irá desandando el camino que se abrió cuando en los últimos meses del 2020 comenzaron distintas actividades, desde el teatro hasta el fútbol, pasando por la apertura de los salones cerrados de bares y restaurantes.

El primer paso se dio con el cierre de las actividades nocturnas en la provincia de Buenos Aires, entre las 2 y las 6 de la mañana y la reducción a 10 personas en las reuniones, además del pulgar que bajó para los salones de fiestas.

Para algunos funcionarios se trata de un intermedio entre la fase 4 y la 3. En ese momento se habló de segmentación geográfica. Hoy la prefieren denominar restricciones focalizadas.

Ya lo habló el presidente Alberto Fernández con los gobernadores y con el jefe porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Todos coinciden en no aplicar medidas iguales en cada provincia, sino actuar en los municipios según las urgencias y necesidades de cada uno.

“No es lo mismo el avance del virus en el AMBA o las ciudades de Córdoba, Rosario, Santa Fe y Mendoza, que lo que ocurre en los otros departamentos provinciales”, explicó una fuente de la Casa Rosada.

Bajo este paraguas se colocará al comercio, la industria y la educación, para mantener todas estas actividades en pie, pero siguiendo estrictos protocolos. El humor social y la situación económica no dan para más.

Los gobernadores seguirán teniendo la responsabilidad para aplicar las restricciones focalizadas, según al estado de cada municipio. Pero no será un poder total. La Casa Rosada se reservará algún poder de veto, mientras eleva todo tipo de plegaria para que las vacunas lleguen, en forma masiva, mucho antes de los previsto a la Argentina.