El escritor
argentino Jorge Luis Borges falleció en Ginebra el 14 de junio de 1986,
donde fue enterrado cuatro días más tarde. Tuvo sepultura en el cementerio de
Plainpalais, un Pantheon reservado
para notables suizos, ginebrinos de alcurnia o amigos relevantes de la ciudad.
Borges mereció el honor por cursar aquí sus estudios secundarios durante la
primera guerra mundial del siglo pasado y haber hecho de Ginebra una de sus
“diversas patrias”, contribuyendo a su renombre internacional.
Tras ser instalado como Alto Comisionado de Naciones
Unidas para Derechos Humanos en Ginebra, el brasilero Sergio Vieira de Mello
decidió visitar el camposanto, antes de viajar a Bagdad para cumplir la misión
donde encontraría trágicamente la muerte este 19 de agosto de 2003.
Flaneando por la generosa alfombra de césped, entre senderos
de guijarros blancos debió dejar ir su vista hacia las equidistantes coniferas,
que parecen salvaguardar el respeto de la privacidad y el anonimato del
recogimiento. Sus pasos lo llevaron hacia
una de ellas, llamada Iff, a cuya sombra se haya el foso, los canteros y
las orlas labradas en piedra que abrigan los restos de Borges.
La mayor de ellas, diseñada por el escultor argentino
Eduardo Longato, oficia de lápida. Una nave viking de vela desplegada, ocho
guerreros con armas rotas, leyendas
en una lengua nórdica y en castellano, ornamentan inusitadamente el nombre de
literato, de quien es sabido que solo aspiraba a “las dos abstractas fechas y
el olvido”.
Sergio Vieira de Mello sospechó que una de esas frases
provenía del inglés antiguo y así se lo relató a uno de sus asistentes, el
britanico Jonathan Prentis, luego del paseo entre cárcavas y epitafios. Lo que
leyó sigue labrado y dice “And ne forhtedon na”. Poco antes de
emprender viaje a Irak, creyó encontrar el significado: “¡No temas!”.
Sergio Vieira de Mello recibió el mensaje y tal vez no logró
descifrarlo. Quizá tampoco pudo saber que su tumba, sería cavada a pocos
metros y exactamente detrás de la de Jorge Luis Borges.
Juan Gasparini
Especial desde Ginebra