1. Chile vive la peor crisis cultural de
su historia: tal vez por primera vez se debería afirmar que el país no tiene
proyecto cultural y que su masa crítica, creativa y artística, está sujeta a los
vaivenes de la mediocridad, del oportunismo y de la corrupción.
Los escritores firmantes de esta carta creemos, digna y
éticamente, que es necesario proponer al país un amplio debate que busque una
salida a la grave crisis en que se encuentran las grandes mayorías de la
sociedad chilena y para salir de su estado de permanente infelicidad.
2. En lo particular, pensamos que la situación referida al
ámbito del libro y la lectura ha empeorado en Chile en la última década; y por
ello es que creemos, asumiendo una actitud responsable, que hay que cambiar de
rumbo. Estamos frente a una crisis significativa del sistema de promoción del
libro y la lectura y es imperioso debatir y crear una nueva ley del libro, que
responda a las actuales necesidades.
3. Las anomalías evidentes en el último concurso del libro y
la lectura son un síntoma grave que revela de manera palmaria esta crisis
nacional. Según los procedimientos del Consejo del Libro fueron evaluadores
externos quienes catalogaron los proyectos literarios de los escritores. Estos
examinadores, a su vez, asignaron puntajes cualitativos a los proyectos. Ahora
bien, acometida esta tarea considerable, que requiere juicio y denuedo, más de
200 escritores fueron seleccionados –en el área de creación literaria- y
obtuvieron puntajes superiores a 80 puntos, siendo el puntaje máximo: 100.
A muchos de estos escritores se les ponderó con 100 puntos,
pero no fueron favorecidos con una beca, saltándose los criterios de excelencia.
Así, los 200 escritores que resultaron seleccionados en el tramo tasador
inicial, fueron sometidos a una nueva apreciación, es decir, fueron introducidos
en un “hoyo negro” o mejor dicho, fueron seleccionados en una reunión de pasmosa
celeridad por los once miembros del Consejo Nacional del Libro. En sólo tres
horas, sin que existiese la idoneidad estética y creativa, que exige una
determinación de esta naturaleza, el jurado dirimió. ¿Cuántos minutos les dedicó
el jurado a evaluar 200 proyectos literarios en tres horas? Si hacemos el
cálculo, el jurado les debería haber dedicado un minuto y 11 segundos por
proyecto literario, lo que indicaría la genialidad del jurado.
4. Lo que queda muy claro en esta polémica, al conocerse las
desproporciones y los contornos de esta nueva jornada de evaluación y asignación
de fondos, encabezada por el Consejo y sus responsables, es que el resultado es
muy poco ético. El jurado no es un cuerpo colegiado competente, pues no tiene el
nivel de selección y pericia necesario para valorar proyectos donde se considera
la calidad literaria y los niveles estéticos que estos alcanzan. El jurado actúa
y ha procedido, en cambio, aludiendo a temáticas más relacionadas con la
geopolítica básica (60 % para regiones y 40 % para la capital). O a tópicos
administrativos, más que con discernimientos estéticos, como si esta tarea
relacionada con la cultura, fuera un fondo social, de equidad o de asistencia.
La composición del jurado del Consejo Nacional del Libro está integrada por 11
personas, principalmente funcionarios del gobierno y delegados corporativos de
organismos gremiales, que actuaron como juez y parte, otorgándose proyectos
millonarios.
5. No estamos en contra de los creadores y gestores que
obtuvieron la beca o fondos para sus proyectos. Este no es un problema entre
colegas y amigos.
6. Creemos que es necesario hacer un esfuerzo y reorientar de
manera categórica y democrática, con la participación de escritores y agentes
culturales, los ejes de la actual institucionalidad cultural y en lo específico:
del fondo del libro y la lectura.
Necesitamos un amplio debate sobre el nuevo rol de la cultura
en un nuevo Chile.
Se necesita una nueva ley del libro. Ahora.
7. Finalmente, para reestablecer confianzas y para inaugurar
un nuevo proceso de diálogo serio, sano y responsable, es que creemos que Jorge
Montealegre (Secretario Ejecutivo del fondo) debe renunciar o ser removido de su
cargo, pues ni ayer ni hoy ha dado garantías de imparcialidad.
8. Es necesario entender que la cultura y el libro han
cambiado la vida de millones de personas en la historia de la humanidad. Que los
chilenos tengan acceso a los bienes culturales se hace imprescindible, es el
guiño de la felicidad, no es menor si se trata de un pueblo.
Firman:
Erick Pohlhammer, Raúl Zurita, José María Memet, Sergio Badilla, Omar Pérez,
Mauricio Barrientos, Felipe Ruiz, Teresa Calderón, Gustavo Barrera, Víctor Hugo
Díaz, Arturo Volantines, James Krator, Camilo Brodsky, Christian Formoso,
Ernesto González Barnert, Leonel Lienlaf, Max González Sáez, Thomas Harris,
Mario Artigas, María Isabel Amor, Ángel Valdebenito Verdugo, Galo Ghigliotto,
Luis Riffo, Rolando Gabrielli, Bruno Vidal.