No vamos a descubrir la pólvora si decimos que la Argentina es el cementerio de los planes y el reino de la imprevisión. Pero estamos superando todo récord.
El gobierno nacional ordena un cierre parcial de escuelas con tanta impericia legal que termina provocando un matete judicial. Así, en Buenos Aires, por la mañana se supone que hay clases, por la tarde se supone que no y los chicos se van a dormir sin saber si armar la mochila o no.
A falta de plan, de cosas bien pensadas y bien ejecutadas, hay una especie de gobierno por horas, en un país que va viendo y le va dando, día a día.
En apenas 7 días hábiles, por ejemplo, vence uno de los contratos públicos fundamentales de todo el país. El de la Hidrovía del Paraná, por el cual una empresa cobra peaje para dragar el único río por donde pueden salir casi todas las exportaciones del país. El gobierno ha dicho que no va a prorrogar el actual contrato, pero nadie conoce que haya pliegos para una nueva licitación, y nadie que se hará si el viernes de la próxima semana llega sin prórroga ni nueva concesión.
Ni hablar de la ley de Biocombustibles. Vence en 15 días hábiles. El mismo gobierno que la hizo prorrogar hace unos meses en el Senado ahora dice que va a imponer una nueva ley. Y no se conoce ningún proyecto. Sólo trascendidos que, si se cumplen, dañarán mortalmente a un sector que invirtió más de 500 millones de dólares porque el Estado les prometió que el reemplazo de gasoil y nafta por biodiesel y etanol sería creciente y obligatorio. La provincia más golpeada, por lejos, será Córdoba.
Los ejemplos son infinitos. En diciembre el acuerdo con el FMI, el descongelamiento de tarifas y tantas otras cosas eran inminentes. En marzo dejaron de tener la menor importancia. Son tantas las urgencias que hasta el Boletín Oficial ha tenido que publicar suplementos a la tarde: decretos y normas que no estaban listos ayer para entrar en la edición de hoy pero que no pueden esperar hasta la edición de mañana.
Así estamos. Es el gobierno del día a día, donde el país de las 9 de la mañana no es el mismo que el de las 14 o que el de las 11 de la noche. Porque nadie se detuvo a pensar qué hacer mañana.