Juan Carlos Blumberg, el padre de "Axel" y no "Exel" como publicó diario Clarín en su edición impresa, se ha convertido en la primera víctima de la encarnizada campaña electoral del oficialismo, quien parece muy interesado en investigar los títulos de sus opositores eludiendo "destapar" otros hechos que se les podrían volcar en su contra.
Nadie puede justificar la situación de Juan Carlos Blumberg, más allá de las explicaciones que este brindó al medio periodístico mencionado, ya que no alcanza con echar la culpa a los que lo llamaban "ingeniero", puesen su propio portal de la Fundación Axel se he presentado como tal, lo mismo en algunas de las tarjetas personales que de él circulan.
Más allá de neutralizar el crecimiento político de Blumberg, que intentaba "volar" con alas e intereses propios, por afinidad el "efecto desacreditación" terminaría salpicando a Mauricio Macri.
Así el objetivo, por más que se salga a aclarar que no hay campaña sucia, sino simplemente decir la verdad, esta nueva línea de hacer política da para muchos análisis y, a fuerza de ser sinceros, el oficialismo no queda muy bien parado. En el año 2002, Juan Carlos Blumberg salta a los medios por ser el papá de Axel Blumberg, secuestrado y asesinado por una banda de delincuentes, y la sociedad en su conjunto se solidariza con el hecho. A partir de allí, Blumberg comienza una serie de marchas que convocan a una importante cantidad de ciudadanos, ineditamente sin ser llevados en micros y sin que se les pague por ello.
Yo mismo participé de la primera marcha y la gente que había en el lugar era gente preocupada por la ola de violencia y delitos que no tenían freno.
Posteriormente, Blumberg era mirado con codicia por varios políticos que intentaban seducirlo con promesas de apoyo e incorporación partidaria.
El mismo gobierno nacional se acercó al padre de Axel y hasta dispuso que fuera custodiado y trasladado en un móvil policial, hecho que el Ministro del Interior Aníbal Fernández conocía y, a pesar de ser un funcionario reacio a custodiar a testigos, no sólo convalidó la situación, sino que en varias oportunidades se reunió con Blumberg para mostrar que el gobierno estaba preocupado por la seguridad de los argentinos.
La misma Fundación Axel recibió importantes apoyos del gobierno para su creación. Luego todo cambió y, a medida que Blumberg se independizaba de su relación con el gobierno, este lentamente lo fue minimizando de manera encubierta y fue dibujando una imagen distinta de él: lo mostró como un hombre de la derecha dura, con poca legitimidad frente a las masas y con un declive considerable en las posteriores convocatorias.
Dicen que en toda historia siempre hay dos versiones que tienen algo de verdad, y es que, si bien Juan Carlos Blumberg tiene mucho por aclarar, esto es algo que no es privativo de él: muchos de los funcionarios que hoy se denominan progresistas han hecho sus fortunas con un pasado muy diferente de la ideología que hoy pregonan y muchos de ellos no han sido los militantes que hoy nos quieren hacer creer que fueron.
Mauricio Macri, al igual que sus detractores seguramente no es lo mejor que nos puede pasar a los ciudadanos, pero siempre es mejor un equilibrio político que una polarización. Filmus. lo reconozca o no, siempre ha sido un funcionario pero no es un político, ni siquiera maneja su propia campaña ya que si así fuera estaríamos frente a un "kamikase" autóctono que dispara un boomerang que siempre vuelve, primero al relacionar a Macri con Menem, cuando él mismo fue funcionario de este y ahora al intentar "pegar" a Macri con Blumberg por su título, yo me pregunto, ¿quién es más responsable por afinidad? ¿Alguien que comienza un proyecto con otro por no pedirle que acredite su título o quien tienta y financia a alguien en esas mismas condiciones?
¿No es más peligroso designar a personajes como "el Pacha" Velazco en puestos para los que carece de toda idoneidad? ¿O designar a funcionarios con títulos en áreas de las que no saben nada?
Cuesta creer que recién ahora el gobierno tuviera esta verdad ante sus ojos, y más aún que aseguren que esto nada tiene que ver con la campaña.
El oportunismo mediático del que hace abuso este gobierno, con los medios adictos a los beneficios económicos que esto reporta son una muestra clara de la intolerancia política.
Y después dicen que Dios es argentino...
Marcelo Hawrylciw
El Sindical