El subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, dejará su cargo por pedido del ministro de Economía, Martin Guzmán. Basualdo no dejará su cargo. El que se va es Guzmán. Guzmán se queda. La vicepresidente Cristina Fernández y el presidente Alberto Fernández pelearon a los gritos el fin de semana por la renuncia de Basualdo, que se queda, y por la de Guzmán, que también se queda.
Los dos Fernández mantienen su vínculo más fortalecido que nunca.
El miércoles se sacaron una foto juntos, en la que también incluyeron al gobernador de Buenos Aires, Axel Kiciloff, y al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. Otros ministros miraban desde una platea organizada para el evento. Algunos se odian un día, y se quieren al otro. O viceversa, y al revés. Algunos militan en la agrupación La Cámpora y otros en el peronismo tradicional.
El día anterior, buena parte de esos dirigentes, y muchos otros más, como intendentes o legisladores del oficialismo K, repitieron una muy grave denuncia que la vice Fernández difundió para todo el planeta en varios tuits: se estaba gestando un golpe de Estado, pero no de lodo clásico, sino a través de un nuevo mecanismo conspirador contra la democracia, que usa a la Justicia para echar o perseguir del poder a quienes fueron elegidos por el voto popular.
Así fue definido el fallo adverso contra los intereses del partido de Gobierno dictado por la Corte Suprema sobre una decisión presidencial respecto a la suspensión de clases en la Capital Federal. Favoreció a lo solicitado al máximo tribunal por el jefe porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
La Corte Suprema, denunciaron funcionarios como el viceministro de Justicia, en realidad no se basa en el Derecho y la imparcialidad para solucionar conflictos que llegaron a sus miembros por pedido de un gobierno elegido de modo democrático. Debieron resolver un amparo que los magistrados no esperaban y que fue producto de un desacuerdo entre oficialismo y oposición: la resolución jurídica de esa “disputa”, en la que el Gobierno presentó escritos a modo de defensa argumental, es la prueba de que los jueces quieren gobernar la Nación pasando por encima a las instituciones. “Que armen un partido y ganen elecciones”, dijo el viceministro que interlocuta con los magistrados y fiscales.
El presidente de la Comisión de Justicia de Diputados, el diputado K Rodolfo Tailhade, resumió en su descripción de los hechos las graves declaraciones de alerta que repitieron hicieron la gran mayoría de sus pares: lo que hizo la Corte fue “un golpe contra las instituciones y la democracia”.
Todos los jefes del oficialismo, como se adelantó antes en este texto, se reunieron para mostrar unidad y volvieron a denunciar el avasallamiento de la democracia.
En un momento de ese acto se resumen el especial momento que se vive en la coalición de Gobierno: disputas internas, broncas entre facciones del poder que se hacen públicas, confrontaciones múltiples que provocan la presentación y anuncios de planes o actos oficiales que nunca se cumplen o no se concretan en modo contrario al informado.
El instante que condensa la confusión y la desvalorización de las palabras de parte del oficialismo ocurrió cuando el intendente de la localidad (Ensenada) donde se organizó el acto de la foto de la unidad, Mario Secco, convocó a la militancia a resistir al golpismo usando una frase histórica de uno de los jefes de la última dictadura militar.
Fueron palabras del responsable de liderar planes sistemáticos de violaciones a los Derechos Humanos, un plan sistemático para implementar crímenes de lesa humanidad, además de haber sido el gran impulsor de la guerra de Malvinas: Leopoldo Fortunato Galtieri.
Secco arengó al oficialismo parafraseando a Galtieri en su discurso en el balcón de la Casa Rosada el 2 de abril, cuando las fuerzas armadas del régimen tomaron Puerto Argentino: “Estamos más preparados que nunca. Si quieren venir, que vengan, estamos preparados, compañeros, para darles batalla en las elecciones”. Fueron las palabras de Secco, casi textuales a las de Galtieri.
El Gobierno enfocó sus críticas por el fallo de la Corte Suprema explicitando que el Poder Judicial ungía como candidato opositor a Rodríguez Larreta.
El jefe porteño venía siendo criticado por la Gobernación de Buenos Aires y la Presidencia como un rival que no se alineó a las políticas oficiales para combatir la pandemia. Se rompió así un diálogo entre la Nación y la Ciudad y las críticas desde el oficialismo escalaron hacia las autoridades porteñas por mantener las clases presenciales en contra de lo que ocurría en la provincia de Buenos Aires y a una orden presidencial.
En los discursos del oficialismo la oposición fue descalificada varias veces y acusada incluso de “festejar” los muertos por Covid-19.
La Casa Rosada implementó más restricciones a la circulación nocturna vehicular. El sábado pasado a la mañana y hasta pasado el mediodía repentinos controles en pleno día hicieron colapsar de autos, en atascos que duraron horas, las salidas de Capital Federal a Buenos Aires por la Panamericana y la Autopista del Oeste. De noche nunca se había controlado a los autos de ese modo, que generó caos y desorientación porque las normas indicaban que los retenes policiales solo eran obligatorios una vez caídos el sol.
En menos de una semana, en paralelo a la crisis de Guzmán y Basualdo, con ambos aun en sus puestos, el ministro de Economía se reunió con uno de los jefes de la agrupación K que apoyó la “insurrección” de su subordinado no renunciado Basualdo, el ministro del Interior, Eduardo De Pedro, y juntos convocaron a un diálogo por una discusión de jurisdicción y dinero de policía al jefe porteño Rodríguez Larreta.
La Cámpora y Guzmán unidos llamando al diálogo al supuesto impulsor del golpismo de la Corte.
El jueves pasado, la gestión bonaerense de Kiciloff, el más acérrimo defensor del cierre de las escuelas, anunció que abriría los colegios para determinadas actividades escolares.
El viernes, una de las principales funcionarias de Buenos Aires, la ministra de Gobierno Teresa García, anunció que este sábado volverían los controles vehiculares que caotizaron el tránsito una semana atrás. A las pocas horas, se informó que la medida se suspendía.
Un día antes, el oficialismo cuyo ministro de Economía había anunciado que el envío de fondos extras del FMI por 4300 millones de dólares pidió en el Senado que esa plata se usara para “combatir la pobreza” y no para pagar deuda con ese organismo externo tal como había anunciado Guzmán.
Guzmán habló al día siguiente en un acto en la Casa Rosada sobre nuevos anuncios económicos para quienes cobran algunos de las ayudas estatales para paliar la falta de recursos del sector más castigado por la pobreza, y volvió a defender su plan para bajar los subsidios a las empresas eléctricas por el que había sido fustigado por sus críticos internos del Gobierno: “Los subsidios son pro-ricos”, describió argumentando que los pagos sin discriminar a los clientes de las empresas eléctricas favorecen a las clases altas.
El Presidente se quejó después de los empresarios que producen en el país por su falta de compromiso ante la suba de precios, la inflación, y al mismo tiempo halagó a los contribuyentes con mayor patrimonio del país por haber pagado el llamado “impuesto a la riqueza”.
En un punto, funciona al mismo tiempo como oficialismo. Y como oposición. Así está, al menos por ahora, el “samba” K que sigue girando.
La dupla que Gobierna va a seguir igual.