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La democracia como solución “de fondo” para el conflicto palestino-israelí

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La tierra de la discordia
La tierra de la discordia

Una vez más hemos sido testigos de la guerra en Medio Oriente. Otra vez Israel en lucha con Palestina. De nuevo atentados, muertes y violencia en ese punto del planeta que parece estar diseñado para el conflicto eterno. Ya no nos sorprende, y es más fácil limitarse a una condena genérica de la situación que inmiscuirse frontalmente en la indagación de causas y posibles soluciones. Pues, estas son muchas veces complejas e incómodas.

 

El inconveniente es que, si no apuntamos a las causas de fondo, es muy probable que el conflicto se perpetúe o dure más de lo necesario, con pérdida de vidas y sufrimiento humano que podrían haberse evitado.

A simple vista, se observa un Estado rico y poderoso, como Israel, peleándose con un proto-estado pobre y en ruinas, como Palestina (en especial la parte de Gaza). La sensibilidad superficial nos indicaría apoyar a la parte pobre. Pero, si indagamos un poco más, nos damos cuenta de que el pueblo palestino (de nuevo, en particular el de Gaza) está sometido por una estructura de poder autoritaria, que es la misma que se niega a aceptar la existencia de Israel, congelando un estado de guerra. Es decir, los que someten y explotan al pueblo palestino en Gaza son los mismos que se niegan a toda opción de convivencia pacífica. ¿Será que esa guerra les conviene porque les permite seguir atemorizando y sometiendo al pueblo, al cual usan como carne de cañón y fuente de recursos?

Quien quiere la violencia y se alimenta del odio siempre va a encontrar una excusa para la guerra. Podríamos detenernos a buscar imperfecciones del Estado israelí. Seguramente las encontraremos. Todo Estado es imperfecto porque el ser humano lo es. Pero ¿qué pueblo en el mundo puede presentar las credenciales del pueblo judío en cuanto a mantenimiento de la cordura, el Estado de Derecho y la democracia en una situación de guerra permanente y en inferioridad numérica?

El ser humano tiene un límite de tolerancia al estrés y la amenaza. La democracia tiende a debilitarse y los frenos inhibitorios colectivos a desfigurarse frente al horror extremo de la guerra y el temor al exterminio. Hasta las culturas más democráticas lo han evidenciado así. Inglaterra recurrió al bombardeo sistemático de civiles o carpet bombingfrente a la maldad ilimitada y cínica de Hitler. Estados Unidos encerró a los japoneses americanos en verdaderos campos de concentración tras Pearl Harbor, e invadió dos países luego del 11-S.

Israel fue atacado e invadido cuatro veces en menos de treinta años por los Estados vecinos, más grandes y poblados, con el objetivo declarado de exterminarlo. Y es sistemáticamente el destinatario de odio y violencia de múltiples organizaciones terroristas islámicas, como Hamás, cuya meta es aniquilar a todos los judíos del planeta. La población israelí vive debajo de un sofisticado escudo antimisiles, con servicio militar obligatorio para su autodefensa, controles militares por doquier, sistemas de alarmas y refugios en cada hogar o edificio.

Así y todo, su democracia nunca se vio interrumpida. Nunca osaron siquiera discutir el cercenamiento de derechos a los musulmanes en su territorio. De hecho, en Israel los musulmanes son profesionales, legisladores, ministros y jueces. Sus cortes y tribunal supremo han demostrado independencia, fallando en ocasiones a favor de los palestinos, y no hay aspecto del funcionamiento estatal que escape a su vigilancia.

Mientras los terroristas islámicos de Hamás usan a niños como escudos humanos y lanzan misiles desde edificios residenciales, poniendo en riesgo a su propia gente para lograr una ínfima y cobarde ventaja, Israel sigue avisando con anticipación (generalmente con llamados telefónicos o panfletos) cuando ataca bases y posiciones de Hamás para que la población civil pueda auto evacuarse. Y ha invertido importantes recursos en un sofisticado escudo de defensa que le permite neutralizar la lluvia de misiles sin necesidad de invadir o devastar el territorio enemigo.

¿De verdad alguien puede creer que los terroristas de Hamás van a entrar en razón y van a cesar su violencia si Israel dejara de defenderse o si cediera algo del territorio bajo su poder? Su objetivo declarado es aniquilar a los judíos y hacer desaparecer el Estado israelí de la faz de la Tierra.

Los líderes árabes de Medio Oriente eligieron el camino de la guerra en 1948, cuando los judíos aceptaron la partición de la ONU y les tendieron una mano para la paz. Perdieron y salieron perjudicados, con menos tierra de la que tenían en un comienzo, pero volvieron a elegir la guerra, una y otra vez, y siguieron perdiendo. Así y todo, Israel ha devuelto la mayor parte del territorio conquistado en guerras defensivas que no buscó ni generó. Cabe preguntarse si algún otro país hubiera sido capaz de devolver tierras ocupadas en una guerra defensiva luego de que un enemigo declarado intentara destruirlo unilateralmente.

En fin, nadie en el mundo tiene autoridad moral para culpar a Israel por el conflicto con Palestina. Se la pueda criticar, como a cualquiera. Se pueden hacer sugerencias sobre cuál es la mejor estrategia para acelerar la paz, pero con suma humildad, a sabiendas de que hay un pueblo altamente educado y trabajador, que está entre los tres con más porcentaje de universitarios del planeta, con 12 premios nobel a pesar de su cortísima historia y su escasa población, probablemente con la cultura democrática más sólida y resistente, que desde hace más de medio siglo viene poniendo cada gota de su energía y pensamiento en ello.

Lo anterior no implica, en absoluto, menospreciar ni culpar al pueblo palestino, que es claramente víctima de sus dirigentes. Alguien podrá alegar que tienen la dirigencia que se merecen, pero las sociedades humanas no son sistemas sencillos. Prácticamente todas las culturas tienen ejemplos históricos de dictadura, fanatismo y violencia, lo que evidencia lo difícil que es para las personas evadirse de su entorno cultural, social e institucional. Imaginemos la violencia inusitada que los terroristas de Hamás serán capaces de ejercer para doblegar y someter a su propia gente, si no dudan en usarla como escudo humano cada vez que pueden; si no se les mueve un pelo por el hambre y las penurias que padecen y centran todo su esfuerzo en comprar misiles y bombas para seguir dañando a Israel.

Dicho esto, cabe preguntarse: ¿Cómo se podría llegar a resolver el conflicto palestino-israelí? Queda claro que el fondo del asunto, la única forma de cambiar radicalmente la ecuación, sería la democratización de Palestina y la neutralización de los grupos terroristas (en particular de Hamás en la Franja de Gaza). Los palestinos deben liberarse, pero no de Israel, sino de los líderes autoritarios que los laceran y someten de forma constante.

Sólo la consolidación de una democracia liberal (es decir, con división de poderes y libertades básicas garantizadas) en Palestina va a generar una dinámica de desarrollo, con la emergencia de liderazgos moderados, de manera tal que el pueblo palestino pueda hacer valer ante sus dirigentes su deseo de paz y prosperidad. No por casualidad existe en Relaciones Internacionales la llamada ley o teoría de la paz democrática, que indica que las democracias liberales no entran en guerra entre sí. Sólo así será posible materializar la llamada “solución de los dos Estados”, que Israel aceptó desde el principio (si bien algunos sectores, con el tiempo y luego de tantas guerras, han empezado a cuestionar, lo cual no deja de ser un peligro latente).

Una vez democratizada Palestina y desarticulado el terrorismo anti judío, se podría pensar en diversas estrategias o alternativas para pacificar la región. Cabría plantear un nuevo gesto inicial de Israel de retirarse por completo de Cisjordania, como lo hizo respecto de Gaza, aunque con garantías de fronteras seguras y pacíficas y de protección igualitaria de sus derechos humanos para los judíos que habiten ese territorio. Hasta se podría pensar en un gran resarcimiento económico, con financiamiento internacional, para todos los judíos y palestinos afectados por la guerra. Pero mientras la democratización no suceda, toda iniciativa para la paz que ejerza Israel será abortada por la violencia terrorista y ninguna garantía de paz y seguridad será confiable, tal cual ha venido sucediendo hasta ahora.

Por eso, aunque no es nada sencillo incentivar y promover la democracia desde afuera, todas las energías y pensamientos del mundo libre y democrático debieran estar orientados en esa dirección. Cuando todas las democracias se unen y presionan de forma monolítica, se pueden lograr avances rotundos, como ocurrió con la campaña contra Estado Islámico.

¿Por qué Hamás no es visto como un engendro de violencia, igual que ISIS? ¿Por qué no presenciamos una campaña masiva y sistemática en todos los frentes (político, diplomático, propagandístico, militar, etc.) para liberar a los palestinos del totalitarismo de Hamás? ¿Por qué no presionar, acaso, para lograr una misión de paz de la ONU?

Es difícil saber cuál será la estrategia adecuada para la democracia en Palestina, pero por lo menos deberíamos debatirlo e intentarlo. Sólo con democracia y Estado de Derecho a ambos lados de la frontera, desterrando todo terrorismo, podrá lograrse el nivel de confianza y cooperación para una paz genuina y duradera. Quizás de esta forma la tierra de la discordia pueda convertirse algún día en la tierra de la concordia; en una auténtica “tierra prometida”, que sea ejemplo viviente de que la reconciliación es posible y de que la razón puede más que la historia.


© Tribuna de Periodistas, todos los derechos reservados 

 

5 comentarios Dejá tu comentario

  1. Buen intento, Micheletti. Pero, no puede haber democracia real en países como Israel, los emiratos del Golfo y, menos aún, en Arabia Saudí. No puede haberla en países dónde impera la Sharía; en realidad dos Sharías:el Antiguo Testamento, en Israel y el Coran, en los países árabes. Para rematar, Israel está controlado totalmente por Ayatholas sionistas y los países árabes por Ayatholas musulmanes, cómo el príncipe Salman, el come- periodistas. Pero, ambos: Netanyahu y Salman son de la especie Bin Laden. El problema es que tanto los yihadistas árabes cómo los yihadistas - sionistas israelíes son supremacista: creen en lo mismo: qué son el " pueblo elegido por Dios, Mahoma y Yahvé, respectivamente, y por tanto, tienen derecho a hacer lo que les cante con todos los " infieles" y "Goyims", respectivamente. Coinciden también en que ambos son unos blasfemos de mi...da, aunque no lo reconocerán nunca

  2. Con todo respeto Síndico, te estás quedando en un nivel de análisis formal y superficial. El sistema político de Israel dista mucho del palestino en los hechos. Es una democracia liberal en la que todas las personas, sin importar su religión, tienen las libertades básicas garantizadas. Hay legisladores, ministros y jueces musulmanes. Hay un Estado de Derecho sólido con un poder judicial independiente y elecciones libres y competitivas. Su sistema jurídico es un híbrido entre el derecho anglosajón, el continental y el derecho tradicional con elementos hebreos e islámicos. Pero no establece ninguna discriminación por religión. El sistema está inspirado en el derecho inglés, sin una constitución central escrita y con un peso importante de los precedentes judiciales. Es verdad que hay un componente religioso pero funciona como una de las fuentes inspiradores u originales del derecho, sobre todo para cuestiones civiles, no como imposición de una religión de Estado. El Estudio internacional de democracias V-Dem califica a Israel como una "democracia liberal". El Democracy Index 2020 le da un puntaje de 7,84 sobre 10, por encima de Italia o Bélgica. Saludos.

  3. Bien intencionado el artículo. Quizás sea posible esto con el nuevo gobierno que se esta intentando formar en Israel, sin Netanyahu, sin tanto poder por parte de los sionistas radicales. Si logran formar gobierno de seguro intentaran que Palestine intente salirse del yugo de los terroristas de Hamas. Hasta ahora se ha visto como cuadros infiltrados de Hamas han provocado estallidos dentro de israel contra la población árabe y como a la inversa ocurria algo similar en Palestina. Toda para que siga el ststus quo de "guerra" . Es de esperar que no se pierda esta nueva posibilidad.

  4. Una sarta de pelotudeces en este artículo completamente alejado de la realidad. Acá lo que se soslaya es que ambos pueblos, israelíes y palestinos, no pueden hacer otra cosa que la que hacen, por terrible que nos parezca, porque ambos son víctimas por igual del viejo imperialismo europeo, que persiguió por milenios a los judíos en Europa(desde Constantino siglo 4 d. de C.) lo que culminó en el siglo XX con el "loco" Hitler, cuando las guerritas tribales que venían librando entre ellos desde el fondo de la historia, se les escaparon de control en los grandes holocaustos del siglo XX llamados 1era. y 2da. GM, y ese "orden" imperial se auto-inmoló. Fueron los british,, que se hicieron cargo de los territorios de Palestina al fin de la 1era. GM los que iniciaron el transplante de judíos europeos a Palestina, hasta ahí los judíos que vivían en esos territorios eran ínfimos(sólo unos miles y en Jerusalem), lo que se incentivó luego de la 2da. GM y en 1948 para sacarse de encima el problema de sus persecuciones a los judíos, las potencias ganadoras de la 2da. GM decidieron una ARBITRARIA PARTICIÓN de Palestina, asignándole a los judíos que aún eran minoría, el 56 % del territorio, lo cual fue rechazado de plano por los palestinos y los países árabes vecinos y disparó las sucesivas guerras que se han librado hasta ahora, por las cuales Israel, vencedor en todas, fue aumentando su ocupación del territorio constreniendo a los palestinos en un 15 % del territorio del 46 originalmente asignado, y creando "el gheto" de Gaza donde (sobre)viven 2 millones de palestinos. Esto lamentablemente NO TIENE SOLUCIÓN y mucho menos la va a tener si ambos pueblos víctimas se echan las culpas entre ellos, lo que genera odios insuperables y aleja la solución del problema. Tengo para mi que si se vieran ambos pueblos como víctimas por igual de una situación que les fue impuesta, una solución podría ser más fácil de lograr. Un buen ejemplo podríamos ser los argentinos, que tenemos parvas de defectos, pero en integración de comunidades diferentes podemos dar cátedra en el mundo, acá las comunidades judía y musulmana/sirio libanesa numerosas ambas y bien integradas, son tuje y calzón, ni siquiera LA FALSA acusación por los bombazos en Baires en 1992 y 1994 a Hebollah(el Libano) e Irán y solapadamene a Siria, las ha afectado.

  5. José Petrosino: Qué lástima que manches tu comentario con insultos. En vez de rechazar la partición de la ONU por medios violentos e ir a la guerra, los palestinos tendrían que haber luchado por medios pacíficos. Estarían muchísimo mejor que ahora, en todo sentido, si hubieran aceptado la partición o por lo menos la hubieran rechazado pacíficamente mientras construían una sociedad pacífica y democrática en ese 44% del territorio. Pero para eso hay que priorizar el interés y bienestar del pueblo sobre el interés de líderes autoritarios que se nutren del fanatismo religioso. Por eso, lo que se necesita es la democratización de Palestina y en especial de la Franja de Gaza. Saludos.

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