Este fin de semana regirá, según el DNU presidencial, un nuevo confinamiento estricto en los distritos que se encuentran bajo alarma epidemiológica. Los efectos positivos de este confinamiento exprés, de tan solo dos días y con acatamiento dispar (Mendoza no lo cumplirá), probablemente sean insignificantes ante la magnitud que está teniendo la segunda ola: Argentina superó ayer las 80 mil muertes por Covid-19. Aunque la situación es crítica y el sistema sanitario ha colapsado en las áreas de mayor circulación del virus, el gobierno cuenta con un margen de maniobra muy acotado para adoptar mayores restricciones (o hacer cumplir con firmeza las que ya dispone) debido a la frágil situación económica y el hartazgo de la ciudadanía. Ambas cuestiones se manifiestan en el bajo nivel de acatamiento que tienen las restricciones y el malestar que generan.
En este marco, el foco mediático, político y social está puesto en lo que pasa con las vacunas. En las últimas semanas se han convertido también en una de las principales fuentes de conflicto, principalmente por lo ocurrido con Pfizer. Desde la oposición, Patricia Bullrich acusó a Ginés González García de buscar obtener un retorno de parte del laboratorio para la compra de vacunas. El exministro lo desmiente y exige que la presidente del PRO se retracte públicamente de estas afirmaciones, a lo que Bullrich se negó. La actual ministra de Salud, Carla Vizzotti, también se refirió al tema pidiendo que “bajen la tensión y la obsesión que tienen con Pfizer”.
A pesar de la indignación de Ginés y las suplicas de Vizzotti, el gobierno sigue sin aclarar por qué las vacunas de Pfizer no están en la Argentina, aunque sí llegaron a Chile, Uruguay, Perú, Colombia y México. Es cierto que han llegado a estos países en pequeñas cantidades (algo con lo que se justifica el gobierno), pero para los argentinos que esperan impacientes, cada vacuna hace la diferencia. Además, los contratos negociados por Ginés y Vizzoti tampoco se caracterizan por su impecable cumplimiento. Por el contrario, las vacunas de AstraZeneca fabricadas en Argentina (en el laboratorio mAbxience de Hugo Sigman) que deberían haber llegado a partir de enero, recién arribaron al país a fines de mayo y en cantidades menores a las acordadas.
Incluso El Salvador, gobernado por el polémico Nayib Bukele, suscribió hace un mes un acuerdo con Pfizer por más de 4 millones de vacunas. ¿Por qué a la Argentina se le complican negociaciones que al resto del mundo parecen resultarle más sencillas? De hecho, Vizzotti aseguró enfáticamente que el gobierno quiere comprarle a Pfizer y Pfizer quiere venderle a Argentina: ¿qué falta entonces?
El gobierno, que estructura parte de la campaña electoral en función de la vacunación politizando aún más el tema, trastabilla con sus propios argumentos al intentar dar explicaciones respecto a las negociaciones que despiertan dudas. El propio Cafiero abrió la Caja de Pandora al reconocer que no se pidieron más vacunas al fondo Covax por razones económicas, es decir para ahorrar dólares: ¿la vida no estaba antes que la economía para el Frente de Todos?
En el mejor de los casos, los errores cometidos durante las negociaciones no se deben a pedidos non sanctos, como afirma Patricia Bullrich, sino a simple impericia y falta de planificación, dos cualidades arraigadas en la política pública argentina. No debería sorprendernos que aquellas deficiencias que se manifiestan recurrentemente en materia económica, energética, seguridad, política exterior, desarrollo de infraestructura o educación se hagan presente también en la política sanitaria.
Basta con ver lo que sucede con la inflación. La única manera de resolver el régimen de alta inflación que afecta a la Argentina hace por lo menos 15 años es por medio de un plan consistente que se mantenga en el tiempo a pesar de las eventualidades. Pero ningún gobierno logra proyectar en el largo plazo y está dispuesto a comprometerse: Cambiemos dijo que lo estaba haciendo pero fracasó. En consecuencia, se aplican sólo medidas improvisada y cortoplacistas (controles de precios, atraso tarifario, atraso cambiario) que a la larga terminan por generar un mayor daño. A la hora de enfrentar la pandemia, la improvisación también estuvo a la orden del día. Los efectos adversos (tal como ocurre con la inflación) están a la vista.
La complejidad y urgencias del momento por el que atraviesa la Argentina y el mundo exigían del Frente de Todos una capacidad de planificación excepcional, un manejo transparente que no dejase lugar a sospechas y una comunicación clara e inequívoca, fundamentada en los hechos. El gobierno eligió el camino contrario: fallo en la planificación, tomando decisiones que siguieron visiones sesgadas e ideológicas de la realidad; ocultó (y sigue ocultado) información respecto a las negociaciones y los contratos; y manejó la comunicación de forma caótica, emitiendo mensajes cargados más de intencionalidad política y expresiones de deseo, que de certezas.
La desviación respecto a un camino virtuoso generó el entorno actual en el que se formó el caldo de cultivo para teorías conspirativas. La desconfianza de la sociedad, a veces exagerada, y que se inscribe también en el marco de la grieta, se potencia comprensiblemente por los antecedentes del kirchnerismo, manchado en el pasado por numerosos casos de corrupción (precisamente con tales antecedentes la transparencia debió haber sido total).
El gobierno no comprende (para esta y cualquier otra cuestión que hacen a los temas centrales de la política pública) el potencial de los daños colaterales y multiplicadores que se terminan generando a partir de un error inicial. No parece haber intención, sin embargo, de corregir estas desviaciones, tratando de transparentar la información que se le brinda tanto a la ciudadanía como a la oposición.
Por el contrario, hay una utilización política por parte de los diferentes actores, esto incluye a la oposición, que intenta con cálculo electoral remarcar los errores evidentes cometidos por el oficialismo, y al gobierno, que busca victimizarse sin asumir su falta de pericia y planificación en el asunto que más lo requería: la vacunación de los argentinos.
Sergio... todavía te está dando el sobre Hambrerto, ese que empezaste a recibir para actuar como empleado de campaña. Yo no me olvido como lo vendías en TN, sorete! Que sobrazo fue... o es?????? para que te termines la nota diciendo que la oposición es oportunista cuando solo puntualiza e informa que acá hay algo raro... donde está la denuncia de Ginebra y la Vizzioza? Hasta le lames la idea de Cristina: todos son corruptos así que no pasa nada... NOMBRA A SIGMAN "PERIODISTA" A SUELDO
Lo primero que quiero decirle a BERESZTEIN, es tú Gobierno .Después de tanto elogiarlo, las críticas dan risa. Cortarla con BULLRICH y dejarse los analistas y Periodistas Militantes de jorobar con las vacunas. Si tú Gobierno no sabe, no puede, no quiere solucionar las cosas, por inútil, inepto y demás, ES SU PROBLEMA NO DE LOS DEMÁS. SUYA Y NADA MÁS QUE SUYA LA PROBLEMÁTICA Y LAS RESOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS DEL PAÍS.
corrección: ........ Y LA RESOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS DEL PAÍS.
El "ruido" de las vacunas NOS DICE que si en lugar de ser un PEON DEL JUEGO GEOPOLITICO DE RUSIA, el gobierno se hubiese concentrado en TRAER vacunas de donde sea y como sea, HOY, habría mas Argentinos VIVOS y no tantos con secuelas de por vida. Fué Gollán es su afán de mediocre defensor de "luminarias foraneas" puso el acento de la importancia GEOPOLITICA de la vacuna Rusa https://www.perfil.com/noticias/periodismopuro/daniel-gollan-la-vacuna-rusa-genero-un-cimbronazo-geopolitico.phtml. Por lo tanto no es un apurado "prejuicio" anti K, sino la CONCLUSION de lo expresado por un gobernante (en terminos de salud publica), que no gobierna para sus conciudadanos, sino para la IDEOLOGIA de su identificación partidaria.