Para el grupo español
Marsans, el próximo 25 de julio es una fecha crucial. Ese día se reúne la Junta
de Accionistas de Aerolíneas Argentinas, y la aprobación de las cuentas es
fundamental para las ambiciones del grupo de comprar la línea Spanair, e incluso
lanzarse por Iberia.
Se considera fundamental la
aprobación de esas cuentas para que Gonzalo Pascual y el nuevo presidente de la
patronal española CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales),
Gerardo Díaz Ferrán, consigan marcharse de Aerolíneas y centrarse de lleno en el
crecimiento de Air Comet, que pasa precisamente por la compra de Spanair
a SAS (Scandinavian
Airlines System), algo todavía difícil, y encarar la tarea aún más difícil de
hacer lo mismo con Iberia.
Sin embargo, la necesidad de
cerrar la etapa argentina aloja una segunda razón. En España, los dos
propietarios de Marsans están afrontando un juicio por “falsedad documental,
delito fiscal y desvío de fondos públicos”. Se trata precisamente de los
fondos públicos ofrecidos por el gobierno español –en teoría 754 millones de
euros, aunque la cifra puede engrosar dependiendo del estudio de los peritos-
para reflotar Aerolíneas.
En España está en juego, y en período pre-electoral, el prestigio del
ahora grupo empresarial mas famoso de ese país, inclinado hacia el Partido
Popular pero también hacia la Generalitat catalana, que ha conseguido alcanzar
hasta la presidencia de la patronal CEOE.
En cambio en la Argentina,
también en período pre-electoral, es la credibilidad del gobierno de Néstor
Kirchner la que está en juego en
Aerolíneas.
Ocurre que, como había informado
el sitio español “Hispanidad”
el pasado 27 de junio, el balance de
Aerolíneas Argentinas sufrió reiteradas modificaciones acordadas
entre la administración de Néstor
Kirchner –que debe aprobar las cuentas- y los dueños de
Marsans,
Gonzalo Pascual
y Gerardo Díaz Ferrán, hoy
presidente de la CEOE, a efectos de convertirlo en una pieza contable algo menos
impresentable. Tanto es así que luego de la publicación de esa noticia sobre el
tema, ha habido nuevas correcciones contables que modificaron su versión
definitiva.
Sin embargo, entre esas
modificaciones se observan las siguientes: la falta absoluta de confiabilidad de
los datos volcados a los estados contables, ya que en el término de quince días
Aerolíneas presentó dos
proyectos de balance que difieren en 80 millones de pesos en los resultados
obtenidos en el 2006; los ingresos de ese año 2006 durante el segundo semestre
han sido burdamente inflados, y pretenden ser justificados con el alza de
tarifas autorizado por el gobierno argentino luego del arreglo en Madrid de
mediados del 2006; la mejora en los ingresos que se dice haber logrado en el
segundo semestre es claramente irreal: o incluyen subsidios recibidos por el
gobierno argentino que no se han hecho públicos, o tal vez ése ha sido el pago
encubierto por el aumento de su porcentaje accionario, del 5%.
De ser así, están incluidos
como ingresos con un doble propósito, el de no blanquear esos subsidios o pago
encubierto y, además, acreditarse
Pascual y Díaz
Ferrán el falso mérito de haber mejorado la situación de la compañía aérea,
mediante la expulsión de Antonio Mata
como CEO de Aerolíneas Argentinas.
El chivo expiatorio elegido, para concretar su maniobra de cambio gatopardista
ante la opinión pública argentina y española, y poder sellar un pacto político
de continuismo empresarial con el gobierno de
Kirchner.
Como señala “Hispanidad” en su última edición, “un
acto espurio desde lo legal y totalmente cuestionable, dado que el Estado
argentino nunca se retractó o revocó sus acusaciones judiciales efectuadas
contra Marsans durante
los tres primeros balances de Aerolíneas Argentinas, acusando a sus dueños, directores y
gerentes de cometer fraude contable, vaciar la empresa y, además, lesionar
mediante su administración el patrimonio del Estado”.
El maquillaje
Para maquillar los
resultados, sostiene el sitio digital español, “se debió también retocar los
costos y los ingresos extraordinarios, y sobre todo manipular las cifras de los
movimientos entre compañías del grupo. Teniendo en cuenta los montos netos entre
servicios recibidos y prestados en este ejercicio, ya que
Aerolíneas recibió de
Air Comet servicios por valor de unos 120 millones de
pesos y Austral recibió
de Aerolíneas servicios
por 220 millones de pesos, en el balance de la línea aérea de bandera argentina
resulta un ingreso neto de 100 millones en el año. Como el grupo
Marsans nunca presentó balances
consolidados con Air Comet,
pese a controlar tanto a Aerolíneas Argentinas como
Austral, estas cifras
contabilizadas entre las empresas del grupo no pueden ser comprobadas. Por esta
razón, el auditor de Air Comet
no emitió dictamen sobre el último balance presentado por dicha
compañía en el Registro Mercantil de Madrid”.
Tal vez el mayor truco del
balance en cuestión es que durante el segundo semestre del 2006 la aerolínea de
bandera argentina ganó 110 millones de pesos. Pero lo más notable –prosigue
señalando “Hispanidad”- es que se hizo teniendo una menor actividad que en el
primer trimestre, como se deduce de los costos, aunque logrando un margen bruto
tres veces y media mayor que el semestre anterior. Realmente, pretender que
dichas cifras son reales ofende seriamente la inteligencia de los accionistas
minoritarios (Estado Nacional y Programa de Propiedad Participada, o sea los
trabajadores de Aerolíneas). Si fuera verdad que la actividad arroja los
resultados que refleja el balance 2006 de
Aerolíneas, en el segundo semestre
Marsans no podría justificar
haber seguido exigiendo al gobierno de Néstor
Kirchner más ventajas y
subsidios, directos e indirectos.
Con las irregularidades
detectadas en ese balance de Aerolíneas y el estado de la situación empresaria,
no es para nada creíble que Gonzalo
Pascual y Gerardo
Díaz Ferrán sean autorizados a
vender en los próximos meses el 40% de la compañía en la Bolsa de Buenos Aires,
como pretendían. Sólo inversores muy desinformados o incrédulos podrían ser sus
ilusos compradores, excepto que las cuentas públicas argentinas y la oposición
política al presidente Kirchner
toleren que el “bobo” sea el Estado argentino, o algún personero que lo
represente.
De este balance final 2006
de Aerolíneas Argentinas
se concluye, a pesar de toda su cosmética contable, que la empresa
sigue igual o peor que en el pasado. Continúa siendo no competitiva, tanto en el
mercado internacional como en el de cabotaje, aunque en ambos el incremento de
la demanda fue constante desde el 2001, en el mercado local la ocupación
promedio es entre el 75% y 80%, y el gobierno argentino autorizó tanto aumentos
en tarifas como la entrega de subsidios al combustible –ya hay rumores de
liberalización total de las tarifas de cabotaje como de aumentar la cantidad de
subsidios-sin que los dueños de la compañía aérea, por su parte, hayan mejorado
en nada la cantidad y calidad de sus servicios, su quebranto financiero, ni su
grave falta de inversión.
Futuro sombrío
Aerolíneas Argentinas reduce
año a año su participación en el mercado. A menos que sea saneada
financieramente y se la capitalice, para cambiar su estructura productiva
disponiendo de los medios de producción adecuados -a lo cual se habían
comprometido Pascual,
Díaz Ferrán y
Antonio Mata en el
contrato de compraventa de la compañía, celebrado con la
SEPI (la española Sociedad Estatal de
Participaciones Industriales) en Octubre de 2001, y para cuyo
fin el tesoro español les entregó 800 millones de dólares-,
Aerolíneas Argentinas será
irremediablemente inviable en el corto plazo.
Lo demás es solo distracción
o venta de humo para usuarios, trabajadores y las sociedades española y
argentina, a efectos de que Marsans
continúe recibiendo crecientes subsidios y prebendas del Estado argentino,
reiteradamente denunciados y sospechados por la prensa, funcionarios de
contralor y la oposición política, junto con los “fondos fiduciarios estatales”,
por su falta de justificación, control y transparencia.
Ojalá que no haya que
lamentarse, demasiado tarde, de no haber recordado la sabia advertencia del
premio Nóbel de Economía, Joseph
Stiglitz –reciente
visitante del presidente Kirchner y, se dice, futuro hombre de consulta de su
esposa si accede a la presidencia- en su libro “Los Felices ‘90”: “Cuando la realidad hace estallar la
burbuja creada artificialmente con mentiras, los únicos que se perjudican son
los empleados, los usuarios y los accionistas minoritarios”.
Carlos Machado