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La columna de Estilo y Ortografía de TDP: analizando el discurso de guerra

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Palabra de especialista
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Nota de María Luisa Torres del 02/07/21 titulada «Desinformación en Europa: el plan diseñado para combatirla no funciona»

 

El artículo trata sobre la actualidad del paquete de políticas confeccionado por la Unión Europea para lidiar con la desinformación que se extiende a lo largo del Internet en forma de noticias falsas que alcanzan la viralidad en las redes sociales o en otros ámbitos virtuales. “La UE entiende a la desinformación como una amenaza para los procesos democráticos, la salud, el medio ambiente o la seguridad de los ciudadanos”, indica la autora. Así, la nota desarrolla los objetivos generales del plan de acción en contra de la desinformación, algunas características sobre cómo estas logran extenderse y la participación argentina en esta campaña.

Si bien varios usuarios expresaron en los comentarios una postura crítica tanto a las políticas europeas como a la redactora y su nota, destacan algunas cosas sobre las que enfatiza un usuario llamado G_: “(…) El verdadero problema está en la nota. No solamente el título es muy preocupante, porque el lenguaje de guerra es evidente. Habla de planes de combate, así de simple. (…) gente que no percibe su propio lenguaje violento y abusivo (…)”. El artículo (por lo demás muy bien redactado y organizado) presenta una interesante oportunidad para reflexionar sobre las palabras, el periodismo y la construcción de subjetividades.

Ferdinand de Saussure diferenciaba, por ejemplo, las relaciones sintagmáticas (que se establecen entre los elementos sucesivos y presentes en un enunciado) de las relaciones paradigmáticas. Estas últimas analizan la relación entre un elemento y todos aquellos que podrían sustituirlo en una oración o cadena lingüística. En el titular, la palabra “combatir” podría ser reemplazada por “enfrentar”, “destruir”, “disminuir”, “resistir”, “batallar” o cualquier otra palabra que se nos ocurra y que tenga un sentido análogo. Ahora, las palabras tienen también un sentido más allá del literal o denotativo y que evoca en el lector toda una serie de asociaciones que pueden ser culturales o incluso emocionales. Esto es llamado connotación y en el caso del usuario G_ se observa cómo estableció una relación entre palabras como “combatir” o “luchar” y una apreciación sobre lo que ha entendido como “lenguaje violento” y asociado a la guerra.

El ejercicio del periodismo informativo persigue, como gran horizonte, comunicar los hechos de actualidad al lector de la forma más aséptica posible. ¿Fue incorrecta la selección léxica de la redactora? En lo particular (puesto que también adhiero a la percepción de las fake news como amenazas), considero que no. Es cierto que el uso particular de las palabras puede dejar entrever la posición de un redactor, sin embargo tratar de rechazar esto es negar la realidad de que quien escribe es también sujeto (de subjetividad) y no objeto (como lo será el día en que una máquina nos reemplace). Es, por lo demás, un ejemplo interesante para reflexionar sobre cómo la selección de palabras (en un texto bien escrito desde lo formal) puede generar tensiones a partir de las particulares asociaciones que los lectores pueden hacer de esas ciertas palabras. También abre la puerta a la reflexión sobre cómo un corrector profesional trabaja no solo con los aspectos formales del texto, sino muchas veces con su dimensión simbólica.

 

2 comentarios Dejá tu comentario

  1. Mirá pibe, vos naciste en un país donde un gobierno democrático mandó a aniquilar el accionar de un grupo indeterminado de personas definido con un eufemismo. El resultado de las "connotaciones" que implica ese estilo tan florido para la redacción vos no lo viste pero seguramente ya te lo contaron. Vos decís que la nota es correcta desde lo formal. Ese es precisamente el punto más discutible, no sólo de la nota sino de la iniciativa que transcribe la nota. La explicación es muy simple y hasta vos la podés entender. No es aceptable usar eufemismos, ni figuras literarias, ni ambigüedades, ni opiniones personales, cuando se trata de proponer acciones concretas a tomar desde organismos del Estado o para estatales contra algunos individuos. En realidad esto es el colmo, porque aunque la propuesta fuera sensata y objetiva, esos organismos están proponiendo asumir funciones legislativas y judiciales sin participación de las legislaturas ni de los jueces, lo que en cualquier país civilizado es inconstitucional. A eso hay que agregarle los excesos en la redacción y el resultado es lo que hay. Y no es una cuestión de interpretación o asociación de palabras que hace un lector sino que los resultados concretos de esas iniciativas están a la vista para todo el que no mire para otro lado. No necesito calificarte ni definirte, tus acciones te definen.

  2. Tu descalificación justifica una respuesta y una explicación. Vos hablás, con una condescendencia infundada, de que yo le doy una "connotación" particular al texto de la nota. Para ponerle una connotación a un mensaje se necesita o creerse el centro del mundo, o un prejuicio que califique al emisor (en forma positiva o negativa). Según vos, está perfecto hablar de "lucha", de "combate", de "amenaza grave", para referirse a la diversidad de opiniones en un debate público; y el que le ve a eso una connotación de lenguaje de guerra soy yo. Te informo que es todo lo contrario. Con las infames excepciones conocidas, no vemos ese lenguaje de guerra ni en la diplomacia ni en la justicia. La mirada positiva, la connotación, se la ponés vos. No me sorprende ni es una novedad. Entre la gente que se somete a ese sistema de pensamiento, les resulta natural que a los jóvenes se los manda al frente; hace mucho tiempo que son "carne de cañón". Por eso el lenguaje de guerra está tolerado y ha sido una "cultura" en la militancia y hasta en el relato deportivo. Lo que es una catástrofe es cuando ese lenguaje de guerra llega al sistema educativo, al periodismo, a los juzgados y a las legislaturas. Y evidentemente el lenguaje de guerra y el sistema de pensamiento de la guerra ha llegado y se ha instalado desde las ciencias sociales. Por eso ya hemos presenciado por décadas un periodismo que nos instala cono algo natural que los partidos políticos tienen afiliados que se definen con términos terminados en ismo, o que "marchan" en "filas", "columnas", "huestes", mientras sus líderes se reúnen en búnkeres. Otro tanto vemos cada vez que "las filas de los manifestantes toman posiciones frente a las fuerzas de seguridad". El periodismo adora y enaltece el relato de las batallas a la antigua. Ahora toda esa "cultura" y esa connotación positiva de la guerra y de la identidad lograda y demostrada mediante el combate permanente al enemigo, ha llegado a las ciencias sociales a la educación y a los medios. Sos vos pibe, como también son los pendejos que redactan para los organismos internacionales, los que le ponen una connotación postiva a la guerra, porque se creen que ellos son los buenos, y el enemigo es una amenaza especialmente para sus convicciones y su autoestima. Por eso al enemigo ni agua ni justicia ni siquiera se lo reconoce como persona o individuo. Por eso el enemigo siempre es un eufemismo, y una abstracción. Sea la violencia de género, la desinformación, el capitalismo, el patriarcado opresor, los problemas del tránsito, o la falta de onda, los "crímenes del enemigo" siempre merecen como mínimo una extinción evolutiva que indefectiblemente será definida como erradicación, eliminación, destierro, supresión, o sus variantes financieras como la desinversión o desmonetización. No exagero, cualquiera puede verificar que cualquier directora de secundario no dudaría un instante en anunciar con orgullo un plan un mecanismo o un protocolo para enfrentar los "conflictos", o para "erradicar" o "desterrar" la violencia, las feministas hablan todo el tiempo en esos términos, y los resultados son cada vez peores. Los orígenes culturales y filosóficos del lenguaje de guerra son bien conocidos; imperialismo tardío, colectivismo, militarismo: son como el quinto forro de la vaina de una espada de cartón copiada de un cuadro de Napoleón. Todo el fascismo y todos los genocidios totalitarios partieron de ahí hace doscientos años. Por eso es tan trágico que haya por todas partes en el "mundo occidental" tantos pendejos ignorantes replicando y multiplicando esas estupideces. No hay verdades en la guerra, el lenguaje de guerra viene con el miedo; con la orden implícita de obediencia; y con la amenaza de castigo a cualquier cosa que se salga de lo ordenado que siempre será tomada como una traición. El lenguaje de guerra ya es la guerra, porque la primera víctima de la guerra es la verdad. Te estoy hablando de hechos pasados y presentes pibe, no son mis interpretaciones. Te estoy hablando de un sistema de pensamiento narcisista y destructivo que siempre ha sido una tragedia para los pueblos que lo han adoptado. Date cuenta que sos vos el que le pone una connotación positiva a todo eso. Las "lecturas", las "miradas" y las "connotaciones", que vos te tomás con tanta naturalidad, no son un derecho sino que casi siempre implican una carencia grave de objetividad y sensatez. El lenguaje de guerra es usado por gente que lo asume como parte de su identidad; por eso supone que cualquiera que no lo comparte es una amenaza a su identidad. Cualquiera que sienta que su "identidad" es tan vital como su "autoestima", es lógico que se tome a cualquier disidencia como una amenaza de muerte. Seguramente también te vendieron la problemática; bueno, ahí tenés el diagnóstico detrás e la naturalización del lenguaje de guerra. Claro, seguramente la excusa que compraste es que la objetividad no existe y que el color de la luz del semáforo se lo pone cada uno. Por ejemplo, si te digo que sos un delincuente cognitivo, un barrabrava de monitor y un motochorro del teclado, tal vez vos le veas alguna connotación negativa, pero no tendrías forma de demostrar que lo mío no fue un elogio.

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