En las últimas semanas, en
la localidad suburbana de Lanús se ha ido enrareciendo el ambiente en forma
pronunciada. Es lógico que esto suceda cuando se está frente a instancias pre-electorales
y falta muy poco para que las campañas entren en su punto más “caliente”.
Lo que a muchos les parece increíble es que quien más
nervios demuestra es el propio intendente Manuel Quindimil. Es que el anciano
jefe comunal, que suma en su cargo 24 años contados en períodos consecutivos,
siempre se mostró calmo en las instancias que preceden a elecciones, gracias a
su experiencia de viejo y avezado caudillo y sabiéndose siempre ganador con
comodidad. Sin embargo, quizás debido a su avanzada edad o a otros factores,
“Manolo” –como lo llaman tanto seguidores como detractores- viene dando muestras
de haber perdido aquella calma que lo caracterizaba en otros tiempos. Veamos
algunas situaciones al respecto.
Por ejemplo, hace rato que Quindimil no tolera
ninguna crítica a su gestión, por más que la misma sea hecha en los tonos más
respetuosos. Así le fue no hace mucho a un taxista cuyo auto abordó “Manolo”
para volver al Palacio Municipal desde la plaza ubicada frente a la estación,
donde había ido a verificar in situ algunos arreglos que había dispuesto.
Cuando al pobre chofer se le ocurrió preguntarle, respetuosamente, cuándo se
iban a arreglar algunas calles que estaban muy desmejoradas (en realidad, el
estado de casi todas las calles del distrito presentan condiciones desastrosas),
Quindimil reaccionó profiriendo insultos y abandonando el taxi con un portazo,
además de no abonar el importe del corto trayecto recorrido.
El intendente tampoco ya recorre a pie, como solía
hacerlo, las calles de Valentín Alsina, ciudad del partido de Lanús donde
reside, caminatas en las que solía detenerse para comprar facturas en la
Confitería “Atenas” y charlar con los vecinos. Es que en esas épocas no debía
soportar la andanada de críticas que comenzaron a lanzarle los ocasionales
transeúntes, especialmente los de mayor edad.
En los últimos días se ha comentado incluso, y así lo
hizo constar el periódico local “La Defensa”, que Quindimil, con el propósito de
escapar de tantas críticas y tranquilizar sus inquietos nervios, habría
trasladado su hábitat particular a un departamento en la exclusiva zona
capitalina de Puerto Madero, ignorándose hasta el momento si el mismo es
comprado o alquilado.
De todas maneras, el anciano jefe comunal ya hace
tiempo que delegó muchas de las tareas de gobierno a su nieto y a parte de su
entorno de más confianza. Lo cual no le impide presentarse como candidato para
un nuevo período, ya que sus deseos son “morir en la Intendencia y ser
sepultado en sus jardines” . Una evidente manía de un geronte que debe
creerse a la altura de un general Perón y, por lo tanto, con derecho a ocupar en
el futuro un mausoleo en los terrenos del Palacio Municipal de Lanús.
Tanta es la irritabilidad de “Manolo” que, cuando se
encuentra en funciones en la municipalidad, acostumbra lanzar reproches a todo
el mundo, y algunos de ellos aderezados con algo de violencia. En tal sentido,
pudo saberse que días pasados corrió con un pisapapeles al presidente del
Consejo Escolar, Diego Sayago, y que al jefe de Ceremonial lo sacó de su
despacho a empujones y le lanzó una patada, además de dedicar palabras
irreproducibles a otro grupo de funcionarios en el playón del edificio. Por otra
parte, y a pesar de que en público sigue defendiendo a ultranza a la concejal
María del Carmen “Maruja” Bodelo, cuando la vio hace poco sonriendo a todo el
mundo en el cuarto piso, en el que se encuentra el despacho del intendente, éste
ofuscado dijo: “Esta se anda pavoneando por ahí, después de lo que pasó”.
Como se recordará, y así lo reflejamos en una nota
anterior sobre los avatares políticos de Lanús, a la aludida concejal le
allanaron hace algunas semanas su domicilio particular y una unidad básica
cercana a su propiedad en un espectacular procedimiento por venta y consumo de
drogas, delito en el que, acompañado por el de robo, suele estar envuelto su
hijo y otros familiares.
Mientras para algunos el mal humor de “Manolo” es de
origen desconocido, no son pocos los que lo adjudican a la mala gestión del
intendente, cuyos resultados se suman a los números nada halagadores surgidos de
las encuestas de imagen. Cabe señalar que en Lanús éstas no son realizadas por
ninguna consultora especializada, sino en algunos de los tantos “centros de
estudios políticos”, eufemismo que encubre a algunos locales partidarios de uno
u otro sector que compite para las próximas elecciones, o bien en la calle y
lugares concurridos como supermercados, haciéndose preguntas al respecto a los
eventuales transeúntes.
Policía manolista
En el feudo de Manuel Quindimil todo es posible.
Lamentablemente las mejores posibilidades no las tiene el ciudadano o el
comerciante que con su esfuerzo a través de los años viene aportando sus
impuestos a la comuna. Esas mejores posibilidades siempre van a parar del lado
de los miles de sinvergüenzas que han hecho de Lanús su coto privado de caza. Y
todo ello gracias al amparo con que cuentan de parte de quien debería velar por
la seguridad y el bienestar de “su pueblo”, como suele llamar el intendente a
los ciudadanos del distrito.
No sólo las calles destruídas, los basurales, las
inundaciones, la falta de cloacas, la poda de árboles fuera de época o la
matanza indiscriminada de mascotas en el Centro de Zoonosis constituyen algunos
de los problemas por los que atraviesa la populosa ciudad. La inseguridad
-traducida en los asaltos y asesinatos a cualquier hora del día y el imperio de
la droga y los narcotraficantes que se mueven con total libertad- es la moneda
corriente que circula con una total impunidad, gracias a la complicidad de la
policía local, extensiva obviamente a la banda que rodea a Quindimil.
Ya lejos quedaron los intentos de dar cierta
trascendencia a los “foros de seguridad”, un trabajo conjunto entre los vecinos
y la policía, aquel invento de un incapaz como el ministro de Seguridad
bonaerense, León Arslanián, difundido por todos los municipios y puesto en
práctica hace unos ocho años. El trabajo, que en mucho casos fue iniciado con
entusiasmo por vecinos representados por sociedades de fomento, bibliotecas u
otras asociaciones, fue disgregándose hasta prácticamente desaparecer. Por algo
un comisario que lideró por varios años una de las principales comisarías de
Lanús –algo inusual dado el recambio anual o bianual que les cabe a los
titulares de las seccionales- dijo una vez a quien esto escribe que “los
foros de seguridad no sirven para un carajo”.
En el caso de Lanús, hubo foros conducidos con
bastante idoneidad por algunos vecinos que “transpiraban la camiseta” en su
cometido. Pero claro, resultando “inconvenientes” para el intendente y su
entorno, que siempre manejaron la policía en forma directa y a su antojo, a la
cabeza de los mismos se fue colocando a elementos del propio riñón municipal,
hasta que cayeron actualmente hoy en día en la inoperancia total. En suma, de
los iniciales foros de seguridad sólo queda el recuerdo.
El desempeño –por llamarlo de alguna manera- de la
policía de Lanús, constituye actualmente un verdadero paralelo de la
delincuencia. En lugar de combatir el delito éste es protegido. Tales los
ejemplos de “zonas liberadas” cuando se cometen asaltos a bancos o a comercios,
en algunas oportunidades en las cercanías de las propias seccionales, o la
protección de que gozan los narcotraficantes. Claro, de vez en cuando se detiene
a algún “perejil” de poca monta, por lo general habitante de una villa de
emergencia, pero nunca va a haber un procedimiento de importancia en el que
caigan “peces gordos”. Incluso en el famoso operativo sobre los domicilios de la
concejal “Maruja” Bodelo, que insumió ocho horas con gran despliegue policial,
el resultado final fue el hallazgo de dos insignificantes "paquetitos" de cocaína
y una pistola calibre 22, acción que el titular de la comisaría 5ª de Villa
Diamante, en cuya jurisdicción se desarrolló, definió ufanamente como “exitosa”.
El tema sería: ¿se enteró a tiempo la Bodelo del operativo?
Precisamente merece un paréntesis la citada
comisaría. Además de promover y amparar el robo y desarme de automotores, sus
integrantes fueron sorprendidos recientemente en otra actividad “comercial”: se
habían “colgado” de un servicio de televisión por cable y, desde el techo mismo
de la seccional, distribuían a su vez líneas a varios clientes cercanos,
obviamente por una módica suma.
Volviendo al tráfico de drogas en Lanús, otra
modalidad detectada es la utilización de agencias de remises –que existen por
varios centenares- como “delivery” de estupefacientes. Hace pocas horas se
realizó un procedimiento en una de ellas, ubicada en la avenida Rivadavia cerca
de su intersección con la avenida Perón, en Valentín Alsina. No hubo “más
remedio” que hacerlo, ya que aparentemente su propietario no había “arreglado” a
tiempo con la comisaría correspondiente.
Tierra de nadie
Así se desarrolla la vida de los habitantes de Lanús
bajo la gestión de “Manolo” Quindimil. Ciudadanos que se encuentran a diario en
medio del fuego cruzado de los asaltantes y de los narcos que, en muchos de los
casos, hacen víctimas a sus hijos, como también hemos reflejado en aquella nota
anterior, al referirnos a la incansable labor de las llamadas “madres del paco”
que, además de luchar por arrebatarle sus hijos a la droga, investigan por su
cuenta para desenmascarar a los traficantes.
En sus discursos, “Manolo” no cesa de evocar a Perón
y Evita, a quienes, dice, llegó a conocer personalmente. Debe recordar entonces
que en aquellos tiempos solía decirse: “Perón cumple”. Lamentablemente el jefe
comunal de Lanús no lo emula en ese sentido. Quindimil no cumple. No cumple con
la función que desempeña hace más de veinte años, ni con el bienestar y la
seguridad de los pobladores y con el mantenimiento de una ciudad que
está cada vez más destruida.
Ni siquiera ha cumplido, tampoco, con sus promesas a
Oscar Castellucci, el padre del joven Martín Castellucci que muriera, a fines
del año anterior, víctima de los golpes de los “patovicas” de la disco “La
Casona”. Al propietario de ésta, Atilio Amado, quien se dijo “amigo de
Quindimil y de Duhalde”, nadie le tocó jamás un cabello. También había
prometido el intendente que en ese lugar “jamás se levantaría otro centro de
diversión nocturna”, pedido que a su vez elevó Castellucci aportando la
recolección de 20.000 firmas. Pues bien, donde funcionaba “La Casona” se
estuvieron realizando por algunos meses ciertos trabajos, ocultos por una tapia
levantada en el frente que no permitía observar nada de lo que se hacía dentro
del lugar. Sin embargo, levantando un pequeño parche de lona suelto pudimos
observar que están a punto de finalizarse los trabajos, incluida la decoración y
el cartel con el nombre, de un nuevo sitio de diversión nocturna, que llevará el
nombre de “Punto G”. Otra promesa de “Manolo” a la basura.
Otra de las irregularidades observadas en el distrito
es la profusión y rapidez de la construcción de edificios de varios pisos,
especialmente en la zona céntrica de la ciudad. Es tal el número de
construcciones terminadas, en proceso o listas para iniciarse que las
consecuencias se sienten y se sentirán más tarde o más temprano: escasez de
agua, falta de capacidad de los servicios cloacales, “ahogo” de los pulmones de
manzana y de la luz natural sobre las casas que quedan rodeadas por los
edificios, etc.
Todo ello, además, avalado –cuándo no- por la
municipalidad local, que hace la “vista gorda” obviando las legales
habilitaciones correspondientes, para lo cual seguramente tendrá su consabida y
jugosa “contraprestación”. Por algo dijo hace pocos días una vecina, ante el
próximo inicio de la construcción de un nuevo edificio o quizás una cochera de
varios pisos en el lugar que ocupa una casona abandonada que ya comenzó a ser
derruida, según ella por boca de quienes trabajan allí: “Si el viejo sigue,
nosotros también”, en obvia alusión a la permanencia de Quindimil en la
municipalidad luego de las elecciones de octubre próximo.
Y si cabe agregarle algo a esta profusión de
construcciones edilicias en Lanús, donde la evidente existencia de fondos para
ello hace que las obras no se paralicen sino que, por el contrario, sean
levantadas con rapidez y eficiencia, quedan las sospechas en torno a la
construcción como uno de los rubros "delictuales" más vigentes en la actualidad:
el lavado de dinero.
En suma, ésta es la actualidad de Lanús desde hace ya
bastante tiempo, pero agravada día a día.
Su intendente está nervioso, quizás por su edad, como
se dijo, o por la ansiedad que despiertan los tiempos pre-electorales en
aquellos que se aferran con tanta desesperación al poder.
Lanús, en tanto, se ha convertido en tierra de nadie.
Carlos Machado