A la hora de concurrir a las urnas, los electores no deciden su voto considerando exclusivamente una sola cuestión. Hay una sumatoria de asuntos a los que el votante le otorga un peso relativo mayor o menor y que terminan por moldear sus preferencias. El candidato que por su perfil (discurso, ideología, propuestas, atributos personales y representación partidaria) mejor se adapte a la ponderación personal de intereses y preocupaciones que realiza cada elector termina ganándose el voto.
Además de variar a lo largo del tiempo en función de las circunstancias específicas que rodean a cada votación, este sistema de preferencias puede mutar también según el tipo de elección del que se trate. Así, el voto en una elección legislativa puede estar definido por cálculos distintos a los que se realizan en una elección presidencial, atendiendo a otras preocupaciones: balance de poder en el Congreso, premios y castigos al incumbente, reconocimiento a terceros partidos.
Identificar cada uno de los detalles que moldean el voto no es tarea sencilla
La apatía y el desencanto de los argentinos por la política hacen que esta tarea sea aún más compleja. Sin embargo, es posible identificar los principales temas que rodearan a esta elección. Según los datos de D’Alessio IROL–Berensztein correspondientes a junio 2021, los tres temas que más preocupan a la ciudadanía son la inflación (82%), la incertidumbre por la situación económica y la inseguridad (ambos 63%). Está claro, entonces, que los temas económicos tendrán un lugar preponderante en estos comicios.
Década perdida
Los últimos 10 años representaron una década totalmente perdida para la Argentina: el PBI se estancó (por lo que la renta per cápita cayó), la pobreza y la indigencia crecieron y no se creó empleo privado. La situación se agravó desde abril de 2018. A partir de ese momento, el país se hundió en una crisis de confianza, la inflación se disparó y el tipo de cambio entró en una dinámica de mucha volatilidad.
En 2019, la sociedad argentina le entregó al presidente Fernández el mandato de recomponer la situación económica, sin embargo, esto no sucedió. La pandemia por Covid-19, una política económica sesgada ideológicamente y los groseros errores de gestión se combinaron para que todo empeorase aún más. La pobreza en el segundo semestre de 2020 alcanzó el 42% y la inflación en 2021 corre al 50% anual. En este marco y frente a una sociedad muy fatigada, tanto gobierno como oposición deben necesariamente presentar un discurso en materia económica parar encarar estas elecciones.
Frente a la innegable gravedad de la crisis y la imposibilidad de exhibir logros en materia económica, el gobierno se enfoca en repartir responsabilidades, señalando como culpables de la actual situación a la pandemia y al gobierno de Mauricio Macri. El apoyo al Frente de Todos dependerá en gran medida de cuánto puedan penetrar estas justificaciones en el votante independiente.
Además, intenta compensar la caída generalizada del ingreso con medidas de alcance limitado, como el bono de $5.000 por única vez para jubilados o el nuevo programa de trabajo para jóvenes. Hace lo propio también con el régimen de alta inflación: no logra brindar una solución de fondo, pero coloca pequeños parches como el programa de precios cuidados o el atraso en las tarifas de servicios públicos. Lo paradójico para el gobierno es que este tipo de medidas cortoplacistas pueden incentivar aún más el debate económico, desnudando los problemas para los cuales no encuentra soluciones. En lo que respecta a las candidaturas, en el Frente de Todos abundan las indefiniciones y los rumores, pero a priori parece complicado encontrar dirigentes del oficialismo que puedan hablarle al electorado en función de estas demandas.
Por los limitantes que existen en materia económica, el gobierno intenta instalar otros temas para encarar estos comicios, en particular la cuestión de la vacunación. Sin embargo, hasta ahora no ha habido estudios a partir de los cuales se pueda demostrar que vacunar suma votos. Hay dos casos que sugieren lo contrario: el primer ejemplo es Chile, aquí el gobierno de Sebastián Piñera se destacó sobre el resto de la región por vacunar muy rápidamente con vacunas de distinta procedencia, no obstante, el oficialismo obtuvo muy malos resultados en las elecciones para gobernadores regionales y en la constituyente; el segundo ejemplo es el de Israel, uno de los países que más rápido vacunó en todo el mundo, aun así Benjamín Netanyahu perdió el poder luego de ocupar el cargo de primer ministro por 12 años. Teniendo en cuento estos antecedentes, la relación entre vacunación y votos como mínima está puesta en duda.
Por el lado de la oposición, luego de la decepción que provocó el gobierno de Mauricio Macri, a Juntos por el Cambio tampoco le resulta sencillo presentar un discurso alternativo en materia económica. La incorporación de dirigentes como Martín Tetaz (será el segundo en la lista que encabeza Vidal en CABA) o Ricardo López Murphy (competirá dentro de Juntos por el Cambio contra la exgobernadora) intenta dotar al espacio de un discurso económico diferenciador no solo del oficialismo, sino también de la experiencia Macri. Para esto, otros dirigentes que ya se encontraban dentro de la coalición, pero no ocuparon cargos ejecutivos durante la gestión de Cambiemos, también podrían jugar un rol central, en particular Martín Lousteau y Luciano Laspina.
Florencio Randazzo sigue la misma estrategia y eligió a la empresaria Carolina Castro (primera mujer en tener un cargo en la UIA) para que lo acompañe como segunda precandidata en la Provincia de Buenos Aires. La empresaria industrial (que fue subsecretaria PYME durante el gobierno de Macri) probablemente le permita profundizar el debate en materia económica. A su vez, el espacio que prácticamente centrará su campaña en los problemas económicos, en particular la cuestión de la inflación, es el de los libertarios representados por Javier Milei en CABA y José Luis Espert en Provincia de Buenos Aires. No obstante, el nivel de adhesión que podrá recolectar este tipo de discurso es aún una incógnita.
Por el momento, al margen de las propuestas de partidos minoritarios y a pesar de que representa la principal preocupación de la ciudadanía, el debate económico está vacío de contenido en las principales fuerzas. No se aprecian ideas transformacionales que le permitan a la Argentina implementar un plan de estabilización para terminar con la inflación, atraer inversiones, crear empleo privado y mirar un horizonte de futuro más optimista. El lado positivo es que la campaña formalmente no empezó: comenzará el 8 de agosto. Otorguémosles a nuestros dirigentes el beneficio de la duda, en particular a los nuevos candidatos, esperando que durante el proceso electoral surjan ideas nuevas que enriquezcan el debate y permitan romper con la decadencia.
No perdamos el foco: Estas elecciones son legislativas, no ejecutivas. Lo que debería importar es lo que los candidatos (o pre-candidatos) propongan como proyecto para llevar al recinto. O, mucho mejor, su historial legislativo.
Después de TODA ESTA CATÁSTROFE NACIONAL, sean votaciones Legislativas o Presidenciales, alguno, coherentemente va a dudar de CASTIGAR A TODOS ESTOS IMPRESENTABLES QUE GOBIERNAN????????? Y los Analista Políticos fueron CÓMPLICES de estos Gobernantes. HACERSE CARGO. Que parte no comprenden que no se los escucha más.
De qué debate sobre contenido económico hablas Bernstein? En un país en inflación desde tiempos inmemoriales y con los bancos cobrando intereses del 60 por ciento anual, la economía no existe, es una utopía. Por tanto, no cabe hablar de ella. Por sí no te enteraste, la revolución que permitió al Japón y a Corea del Sur, convertirse en los gigantes económicos, científicos y productivos que son, fue una revolución financiera. En el Japón, varios decenios los intereses financieros no pasaron del 0, 25 por ciento/año. En Corea un poco más: 4 por ciento/año. A esas tasas, entra a jugar la llamada " palanca" financiera" de la cuál resulta qué, aunque tengas capital propio, si emprendes un proyecto productivo, te conviene más prestarte la plata del banco. Aquí nunca se dará esa situación y, por tanto, siempre estaremos jodidos.