Acostumbrado a definir todo en función de lo que disponía el líder de la fuerza, que ubicaba gente en los diferentes cargos casi sin que nadie le discutiera nada, el PRO se enfrente a una novedad. Va a tener que someterse a una discusión electoral con sus socios radicales. La fuerza capitalina que lidera Mauricio Macri carece de cultura política de internas y por ello reacciona mal, ante un rival como la UCR que se recompone y le advierte que no quiere ser furgón de cola.
Esa falta de práctica en la discusión interna se le nota. Pareciera que estuvieran ofendidos de que Facundo Manes aceptara encabezar la lista del radicalismo bonaerense para enfrentar a Diego Santilli. Es como si el razonamiento fuera: “esta gente viniera a generar problemas en nuestro regreso a la Casa Rosada en 2023”.
Los dirigentes del partido de color amarillo están buscando convertir el tercer gol, cuando todavía no hicieron el segundo. No vaya a ser que le empaten el partido e incluso se lo den vuelta. Todos en el PRO se ven presidenciables de acá a un par de años, cuando en Argentina un mes es una eternidad.
Están ofendidos y se rasgan vestiduras porque Manes pidió que no “aparateen” la elección. Es como si lea hubieran pinchado en el traste. Se enojan y atacan…Se alían con Elisa Carrió, una dirigente que logró proyectarse gracias al radicalismo pero que lo ataca cruelmente cada vez que puede. Los dirigente del PRO saben bien que lo que dijo el candidato radical, quien manifestó su deseo de que “no se usen los impuestos de los porteños para la interna”, es por lo menos verosímil.
De esas chicanas livianas abundan las internas en los partidos que forman parte de la sal de la política. No es lo mas importante.
La UCR en 130 años de historia ha tenido conflictos terribles y desgarradores, que han llevado incluso al quiebre, como fue la interna que enfrentó a Arturo Frondizi con Ricardo Balbín. El primero, que había hecho un acuerdo con el peronismo, dominaba la Convención Nacional, que es el máximo órgano de definición partidaria, y logró con su mayoría imponer su candidatura presidencial para las elecciones de 1958, Balbín, en cambio, consideraba que había que llamar a internas. Haciendo honor al designio de Leando N Alem, la UCR se quebró y así aparecieron los Intransigentes y los Del Pueblo.
El canalla de Yrigoyen
Y hablando de Alem,,,uno de los padres fundadores del radicalismo, era el tío de Hipólito Yrigoyen, hombre misterioso y cerrado, pero con una magia que atraía a todos. Al ver el crecimiento de su sobrino, el viejo dirigente radical lo hizo blanco de odio personal, lo trataba de “canalla”.
Es decir, en la historia de las internas del radicalismo existen divisorias fuertes, crueles y sangrientas ante hechos de la historia de suma importancia. No parece correcto entonces que la dirigencia del PRO reaccione tan mal ante las críticas livianas. Eso implica llevar la disputa interna al terreno del barro. La dureza en la contienda desgasta y hasta pone en evidencia contradicciones. Si el rival interno es tratado como enemigo, ¿cómo se puede justificar su inclusión en la lista?.
¿Seguiría Juntos si la UCR ganara la interna?
Es lo que lleva a pensar de que el día en que el PRO pierda una interna se termina la coalición…porque en el fondo,,muy en el fondo,, no ven en las elecciones internas algo importante. Les gusta el “sabio dedo” para definir las cuestiones de la política puertas adentro. La interna y el comité son parte de la “política tradicional”,,,y puede ser cierto, pero también es la mejor escuela de dirigentes políticos.
Está claro que habiendo pasado mas de 20 años de crisis en las que no pudo ni presentar un candidato presidencial competitivo, la UCR procura reconstruirse.
Tal vez no le “de el cuero” para imponer en 2023 un candidato presidencial, pero da señales de que en un hipotético segundo gobierno de Juntos, la construcción política no va a recaer en dos o tres figuras del PRO como lo fue durante la experiencia de Mauricio Macri.