Al comenzar a elaborar esta nota tomábamos conocimiento de que el presidente de la filial argentina de la petrolera estatal venezolana PDVSA, Diego Uzcátegui, presentó su renuncia al cargo. Se supone con ello que finalmente el presidente Hugo Chávez cesó en su resistencia a escuchar el pedido de su “hermano argentino”, Néstor Kirchner, para que, con el fin de “equilibrar los tantos”, defenestrara a Uzcátegui.
Diego Uzcátegui y Hugo Chávez
De todas maneras, si bien el
ministro de Energía y Petróleo venezolano, Rafael Ramírez, habría comentado en
su círculo íntimo que dicha renuncia era un hecho, la comunicación oficial sobre
la misma se mantendría en el “congelador” a fin de no hacerle sombra al informe
que Chávez iba a dirigir al país sobre el contenido de la reforma
constitucional que presentó ante la Asamblea Nacional. Una reforma que, en
los hechos, está destinada pura y exclusivamente a que el caudillo bolivariano
se perpetúe en el poder.
Con esta renuncia se
concreta, además, el acuerdo entre ambos presidentes para intentar ir tapando y
alejar de la prensa y la opinión pública, con falsos gestos “contra la
corrupción”, el escándalo del dólargate. Así, Kirchner ofreció la
cabeza de Claudio Uberti a cambio -luego de la anhelada y dilatada decisión de
Chávez- de la de Diego Uzcátegui. Muy poco, en realidad. Algo así como pretender
tapar el sol con un dedo.
Un perfil de Diego Uzcátegui
revela que es ingeniero mecánico y vivía en Chile, de donde salió tras la caída
de Salvador Allende en 1973. Estuvo casado con una ciudadana chilena con la que
tuvo dos hijos, un varón que permanece en aquel país y una mujer que figura en
la plantilla del Ministerio de Energía y Petróleo de Venezuela con un
alto cargo. La ex esposa de Uzcátegui es actualmente pareja de Gabriel Puerta
Aponte, ex guerrillero marxista venezolano y fundador del Movimiento
Bandera Roja, que en las décadas de 1960 y 1970 llevó a cabo numerosas
acciones de violencia armada y en 1992 apoyó el fallido golpe de Estado
chavista contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Uzcátegui se divorció y
posteriormente se casó con María Isabel Specht, con quien tuvo a su hijo
Daniel, hoy más conocido por ser uno de los pasajeros involucrados en el
transporte de los 800.000 dólares que aparecieron hace poco en el Aeroparque
porteño y que tienen a tan mal traer a los gobiernos argentino y venezolano.
También pudo saberse que
Hugo Chávez, obedeciendo a su impulsivo afán de colaboración, se dispone a
enviar a la Argentina a un grupo de fiscales para que se “integren” a la
investigación del caso de la valija dolarizada –la misma que portaron y
custodiaron sus propios esbirros-, otro paso de comedia destinado a deshacer lo
antes posible las pistas sobre este asunto y apartar las miradas que el mundo
tiene puestas en el mismo. Claro que para ello deberá contar con la casi segura
complicidad del gobierno argentino, al que seguramente no le importará una
injerencia más del bolivariano en los asuntos internos del país, en este caso en
lo que hace al aspecto estrictamente judicial.
Fuentes de la oposición
venezolana nos aseguran que dichos enviados son “fiscales revolucionarios”
que han perseguido y enviado a la cárcel a varios opositores en su país. Se
confirmaría, de concretarse el arribo de esa “ayuda”, que la verdadera misión de
los mismos será enredar el proceso de investigación del dólargate.
Los mandaderos de uniforme
Es evidente a esta altura de
los acontecimientos que el empresario Guido Alejandro Antonini Wilson ha
visto reducido su papel al de un simple “perejil”, si bien no es precisamente un
niño inocente. Es que son otros personajes más duros y peligrosos los que en
realidad manejan los encargos de Hugo Chávez en América Latina, como veremos más
adelante.
De ello ya dimos cuenta, en lo que respecta a la
Argentina, en nuestra reciente nota titulada “La valija de Avilán Díaz y la
preocupación K”, en la que hacíamos referencia al verdadero portador de los
800.000 dólares como el “noveno pasajero”, el teniente coronel de la
Guardia Nacional venezolana Julio César Avilán Díaz, nota que acompañamos
con una fotografía del mismo obtenida cuando ingresó a la Academia Militar.
Vale la pena reproducir lo
expresado por la periodista caraqueña Marianella Salazar este miércoles
15 de agosto en su programa radial, cuando señaló: “Guido Antonini
no midió los riesgos antes de aceptar ser el dueño de la maleta con los dólares
incompletos –porque no eran 800.000, mucho menos 790.550 dólares. El monto
enviado fue de 1.000.000 de dólares -según nuestras fuentes militares– y en
consecuencia es el responsable, para alivio del gobierno revolucionario.
Antonini sólo pensó en los jugosos contratos que recibiría por guardar el gran
secreto. Ahora asume tremendo barranco con una captura internacional solicitada
por la fiscal argentina que lleva el escándalo del ‘Valijagate’ y una
averiguación por lavado de dinero en Estados Unidos”.
Los comentarios de Marianella que siguen no tienen
desperdicio y la periodista –que demuestra estar bien informada por sus “fuentes
militares”- prosigue así:
“Interesa que (Antonini
Wilson) se esfume y no diga para qué era el dinero, que sigan las
especulaciones y el show montado sobre el paradero del contratista de PDVSA,
de ese modo no se conocerán detalles sobre el grupo de tenientes que se
encarga de las encomiendas presidenciales. Trabajo sucio. Es difícil
cuantificar los maletines repletos de dólares que los tenientes llevan a
varios destinos para financiar el proyecto revolucionario de Chávez.
El grupo constituido mayoritariamente por tenientes, tanto de la Guardia
Nacional como de la Armada, está coordinado por un teniente coronel del
Ejército, ex edecán del Presidente. Actúan como un comando, bajan a
Maiquetía con las encomiendas fuertemente armados, no aparecen registrados en el
manifiesto de pasajeros de los aviones privados, reciben substanciosas
propinas en papel verde y regresan de inmediato. Todo está perfectamente
calculado, incluso cuando se presentan imponderables como en el aeroparque
argentino y se distrae a los medios con el enigmático pasajero ‘robolucionario’,
que es apenas una pieza en el rompecabezas”.
Las sombras del pasado
Como una manera de enlazar
este comentario con lo que está sucediendo en la Argentina, en torno a la
financiación chavista de las “milicias populares”, de lo que también
dimos cuenta en nuestra aludida nota anterior, nos ocuparemos a continuación de
las andanzas de un sujeto, cuyo nombre aún no nos fue revelado, y que tiene
aristas verdaderamente escalofriantes.
Hace unos dos años este
individuo –al que nombraremos con el apodo de “Ripio”- se encontraba en muy mala
situación económica, sin trabajo ni vivienda propia. En un momento le comentó a
un amigo que debía viajar a Cuba, que volvería en unos doce días ya que
iba a visitar a una hija que estudiaba medicina en la isla, y que el dinero para
el pasaje lo había obtenido de la venta de un auto (?). Al regresar de Cuba,
“Ripio” le comentó a su amigo que había sido asesor de Gustavo Béliz y que
estaba por conseguir un trabajo “con Cristina Alvarez Rodríguez en Cultura
de la Provincia de Buenos Aires”.
Al poco tiempo el amigo de
“Ripio” notó que éste se contactaba con gente no muy agradable y que planeaban
juntos movimientos “raros”. Sus contactos eran entonces, entre otros, los ex
montoneros Emilio Pérsico, el actual secretario de Derechos Humanos
bonaerense Edgardo Binstock (alias “Julián”), Gildo Onorato,
Director de Juventud de la provincia de Buenos Aires, Roberto Cirilo Perdía
y el ex piquetero Jorge Cevallos, actual funcionario del área de
Desarrollo Social que comanda Alicia Kirchner, la hermana del presidente.
Un día “Ripio” le muestra a
su asombrado amigo un bolso que contenía 200.000 dólares en billetes de 50 de
esa moneda, no nuevos sino usados, confiándole que ese dinero se lo había
entregado Luis D’Elía para movilizar los ómnibus y la comida para la
gente que iban a llevar a Mar del Plata, a la anti-cumbre contra George Bush, y
que esa suma la había enviado Hugo Chávez, quien iba a ser el centro de
esa anti-cumbre.
D’Elía había repartido ese
dinero a los referentes “confiables” en un departamento del barrio de San Telmo,
y las compañías de transporte que accedieron a llevar a los manifestantes –con
las que arreglaron el pago en negro- fueron Flecha Bus y Bariloche.
Claro que los principales referentes se quedaron con un importante vuelto, el
cual fue destinado al fondo del “Movimiento” (léase infraestructura de choque).
Cabe agregar que “Ripio”, en
confianza, le relató a su amigo cosas muy graves del pasado, el presente y lo
que pretenden en un futuro cercano. En poco tiempo, su impresionado amigo se
alejó de semejante amistad. Pero antes de dejar de ver a “Ripio”, su amigo le
hizo una última pregunta: “¿Por qué Argentina?”, a lo cual aquel
respondió: “Porque este país no tiene, en este momento, ninguna resistencia
armada”.
Actualmente, “Ripio” es uno
de los “peso-pesado” en la provincia de Buenos Aires, formando parte del grupo
que se infiltró con el gobernador Felipe Solá.
Como puede apreciarse, todo va cerrando en torno a
nuestros anticipos respecto de los envíos de fuertes sumas de dinero por parte
de Hugo Chávez, de su custodia y transporte a cargo de militares “bolivarianos”,
de los billetes de baja denominación y de los oscuros destinos de esos dólares,
con la vergonzosa complicidad del gobierno “K” y sus “jóvenes idealistas”.
Quizás los probables planes
sean cubrirse de los fracasos que van teniendo a cada momento y, para un futuro
no muy lejano, instaurar una dictadura total -defendida por “milicias populares”
en lugar de fuerzas armadas-, que ya se viene mostrando en algunos aspectos de
su gestión.
Ojalá no sea así.
Carlos Machado