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La rueda de la fortuna

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UBERTI, UZCÁTEGUI Y LOS CRUZADOS DEL MALETÍN
UBERTI, UZCÁTEGUI Y LOS CRUZADOS DEL MALETÍN

    Néstor Kirchner y Hugo Chávez, hermanados económicamente aunque con una mayor dependencia del primero en relación al segundo, se han tomado un respiro en relación al caso del dólargate. En realidad un respiro muy breve, se supone, aunque útil para que tomen un poco de aire en relación a los panoramas que tienen por delante.

 

    El venezolano se ha dedicado de lleno estos días a ultimar los detalles del lanzamiento de su reforma constitucional, el arma que tanto anhelaba para poder asegurarse una perpetuidad en el poder. De todas maneras la presentación de esa reforma ante la Asamblea Nacional de su país no estuvo desligada del affaire de la valija dolarizada que fue descubierta en la Aduana del Aeroparque Metropolitano.

    Es que Chávez se vio obligado a utilizar anticipadamente el tema de la Constitución, que tenía previsto impulsar en los últimos meses del año, como una especie de cortina de humo que disimulara el escándalo valijero y lo alejara de los medios. Porque, felizmente, en Venezuela todavía hay medios y periodistas independientes, pese a los cerrojos y mordazas con que el bolivariano viene sojuzgando a la libre expresión.

    Por su parte el mandatario argentino tiene ante sí la ominosa tarea –que hasta hace pocos meses atrás se consideraba “pan comido”- de ayudarle a su esposa a subir las escaleras que conducen hacia la presidencia de la Nación. Una escalera cada vez más empinada y con varios escalones flojos, traducidos en una impresionante seguidilla de casos de corrupción, sumados a una inflación desmesurada que no pueden disimular los falsos índices oficiales y a otros temas urticantes, entre ellos la aparentemente definitiva desaparición del albañil Julio López, además de un inclemente descenso en los índices de imagen de ambos, lo que está generando no pocos ataques de histeria en la candidata Cristina. A punto tal que algunos opinan que ésta terminaría por “bajarse” para que su esposo vuelva a colocarse en la grilla electoral.

    En este punto cabe recordar que una de los que así opina es Elisa Carrió, hoy víctima de la “justicia kirchnerista” –la misma que acaba de sobreseer a un farsante como Aníbal Ibarra- al verse obligada a comparecer ante los tribunales como imputada en un caso que ella investigó, el de la empresa pesquera Conarpesa y el asesinato del empresario Raúl “Cacho” Espinosa. Lo cual remite a otro “blanco” del ARI al que el oficialismo vuelve a apuntar en tiempos pre-electorales, como lo fue en su momento el referente de ese partido Enrique Olivera, que poco antes de las elecciones porteñas del 2005 fue acusado de tener suculentas cuentas bancarias en paraísos fiscales. Finalmente se demostró que no era así y que la imputación fue precisamente una mentira más del oficialismo, aunque –tarea cumplida- alcanzó para restarle votos.

    Respecto del dólargate, la pausa que se intenta imponer tanto en Argentina como en Venezuela en torno al tema no hace olvidarlo. Ambos presidentes parecen considerar suficiente que la cuestión se aplacará simplemente al haber intercambiado las cabezas de dos funcionarios: el ex titular de OCCOVI (Organo de Control de Concesiones Viales) y embajador paralelo ante la República Bolivariana, Claudio Uberti, y el ex presidente de la filial argentina de la petrolera estatal venezolana PDVSA, Diego Uzcátegui. Sin embargo no será fácil.

    En estos momentos el empresario portador de la discutida valija dolarizada –el único al que pararon en la Aduana mientras otras valijas seguían su curso tranquilamente-, Guido Alejandro Antonini Wilson, está cantando en varios tonos ante funcionarios federales de Estados Unidos, incluso ayudado por un imponente gráfico de contactos colgado en una pared. Un gráfico de las numerosas conexiones que arrojarán luz sobre movimientos y lavado de dinero, narcotráfico, tráfico de armas, corrupción y otras minucias que tocarán sensiblemente a la alta dirigencia chavista. Es cierto, como argumenta el FBI, que aún no había recibido ninguna orden de aprehensión contra el empresario venezolano –y si la recibieron no es su modo de actuar anunciarla antes de una detención-, pero ocurre que Antonini Wilson se les ofreció él mismo, por su cuenta. Es así como el obeso empresario se trasladó a la residencia de un amigo en Fort Lauderdale y desde allí se contactó con las autoridades norteamericanas, que  rápidamente acudieron allí impelidos por el refrán “más vale pájaro en mano que cien volando” y con sus guitarras listas para acompañarlo en su canto. Pero, ¿qué lo había decidido a hacer esa jugada?.

    Recluido en su lujoso reducto de Key Biscaine y cansado de telefonear a los que consideraba sus amigos bolivarianos, que se “borraron” de atenderlo, para decidir en conjunto qué decir cuando lo detuvieran –como sabía que iba a ocurrir-, Antonini Wilson no tardó mucho en barajar dos posibilidades: si iba a refugiarse a Venezuela corría peligro de sufrir algún “accidente” (como diría Vito Corleone); si se quedaba en Estados Unidos, donde tiene la doble nacionalidad y pasaporte de ese país, podía negociar un aporte de datos que harían que al FBI y el Departamento del Tesoro se les hiciera agua la boca, a cambio de inmunidad, su inclusión en un programa de protección de testigos o a lo sumo una condena muy breve, y por supuesto allí se encontraría más seguro. Al menos, más que en el paraíso bolivariano.

    De allí que la defenestración, en Argentina y Venezuela, de un funcionario de cada lado, es una solución demasiado minúscula si los presidentes de ambos países pensaban que con ello aplacarían los remezones de este caso, que comenzando como una simple tormenta, parece destinado a convertirse en un tsunami para ambos dirigentes y su entorno, teniendo en cuenta las derivaciones que pueden llegar a tener las estrofas que está entonando, en una casa de Fort Lauderdale y ante agentes federales norteamericanos, el empresario Guido Alejandro Antonini Wilson.


Los funcionarios y el “nene”

    ¿Y qué es a estas horas de la vida del resto de los pasajeros del Cessna Citation que los trajo en aquella, para ellos, maldita madrugada del 4 de agosto a Buenos Aires?

    Respecto de los tres venezolanos que trabajan para PDVSA, Nelly Esperanza Cardozo Sánchez, Ruth Beherends Ramírez y Wilfredo José Avila Driet, no se supo nada más de sus destinos luego de que abandonaran el Aeroparque.

    Con relación al último, se está tratando de averiguar si en realidad ésta fue una identidad utilizada por quien en su momento señalamos como el “noveno pasajero”, el teniente coronel de la Guardia Nacional venezolana Julio César Avilán Díaz. Se tiene en cuenta para ello que, además de las facilidades con que en ciertos sectores se falsifica documentación, los ejércitos o sus servicios de inteligencia suelen utilizar para sus miembros encubiertos, en sus apellidos “supuestos”, otros cuyas iniciales coincidan con el real. Por lo tanto no sería tan descabellado suponer que, en lugar de ser el pasajero número 9, Avilán Díaz se haya transformado en Avila Driet. Los dos apellidos tienen como iniciales A. D.

    Por su parte, Victoria Carolina Bereziuk, acompañante de los funcionarios del ministerio de Planificación en éste y varios otros viajes al exterior, renunció decorosamente a su cargo de secretaria y Relaciones Públicas el pasado 6 de agosto, dos días después de que arribara el maletín dolarizado al Aeroparque y de que a continuación estallara una novedad que se transformó en una bola de nieve. Lamentablemente, al margen de que si la muchacha estaba o no muy complicada con la corruptela que hervía a su alrededor, algunos medios no tuvieron el mismo decoro y está siendo continuamente “escrachada” en estos días con la publicación de la dirección de su domicilio –donde vive con sus padres y hermanos-, y de sus teléfonos móviles y el particular, lo cual le acarrea tanto el acoso periodístico en las puertas de su casa como el mucho peor acoso de las llamadas anónimas, nada gratas, a sus teléfonos.

    Otro de los viajeros, el presidente de la estatal argentina ENARSA, Ezequiel Omar Espinosa, sigue muy campante en su cargo, habiéndoselo declarado “intocable” y colocado al margen de todo pecado, pese a que fue quien alquiló el avión de la compañía Royal Class abonando unos 90.000 dólares en lugar de utilizar, como correspondería a un buen funcionario público, los vuelos de línea.

    Quedan los dos pasajeros restantes: el renunciado Claudio Uberti y Daniel Uzcátegui Specht, el hijo del también renunciado directivo de PDVSA Diego Uzcátegui.

    El ex titular de OCCOVI debe estar a estar horas pensando en su futuro, mientras espera hasta que aclare el panorama –algo difícil por el momento- para quizás volver a transar con algún cargo después de octubre. Algo que tampoco le será fácil, dado que si triunfa Cristina Kirchner en caso de que se presente en las elecciones, ésta no quiere cerca suyo ni a Julio De Vido ni a nadie que haya estado con él, y menos a quien formó parte de la negra historia de la valija de dólares que tantos disgustos le está causando.

    Pese a todo, y como para consolarse, Uberti no la debe estar pasando tan mal. Es muy posible que esté recluido en su nada modesta casa al norte del conurbano bonaerense, lejos de las luces del centro y de todo murmullo valijero. Una casa que compró en varios cientos de miles de dólares y que reformó por una cantidad parecida.

    Esa casa está ubicada en el country del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA), en su sede de Fátima, en Pilar. Eso sí, como el Club es para universitarios y Uberti no lo es, puso la casa a nombre del hijo de 19 años de De Vido. Ese lujoso lugar de reclusión se encuentra en el kilómetro 61,5 del Acceso Norte (Ruta Panamericana), entrando al Club por la segunda calle a la izquierda y luego nuevamente a la izquierda, sobre la curva. Se identifica fácilmente por ser una casa de cemento alisado color arena, con un deck y pileta.

    En cuanto a Daniel Uzcátegui Specht (lo presentamos en la fotografía), tampoco se supo qué fue de él tras alejarse del Aeroparque. Lo que sí se sabe es que su padre ya venía instruyéndolo, pese a su juventud (19 años), en los negocios y especialmente en los negociados de PDVSA, ya que en definitiva de allí sale buena parte del dinero que se volatiliza en otros destinos. No en vano la petrolera estatal venezolana es señalada hoy como uno de los principales centros de corrupción y presenta actualmente un déficit de 7.500 millones de dólares.

   

Daniel Uzcátegui Specht

    Danielito, quien antes de meterse de lleno en los vericuetos del transporte y lavado de dinero usaba aretes y era fanático del rap, se hizo muy amigo de Claudio Uberti, como del ahora pájaro cantor Guido Alejandro Antonini Wilson, y el del 4 de agosto no fue su primer vuelo hacia la Argentina. Ya lo había hecho en al menos cinco oportunidades anteriores. Muy probablemente despuntando el vicio de acompañar algunas valijas teñidas de verde por dentro.


Pequeños detalles tienen grandes detalles

    Lo que también ha surgido en las últimas horas son otros detalles sobre el arribo del Cessna Citation esa madrugada. En primer lugar, el avión no estacionó en la rampa de costumbre, ya que la misma estaba ocupada por la aeronave presidencial argentina Tango 01 y algunas de la avanzada venezolana que precedió a Hugo Chávez. Dada la hora, los funcionarios de la Aduana no eran los habituales, ya que el Aeroparque recibe solamente vuelos internos o desde Montevideo y sólo hasta la medianoche.

    El misterioso “noveno pasajero” podría haber sido, se indica ahora, un comandante de la Casa Militar que en lugar de ir a bordo estaba esperando afuera de la Aduana. Al enterarse de todo lo que ocurría con la valija de los dólares, despertó a Hugo Chávez a las 3 de la mañana, y éste a su vez habría llamado al presidente Kirchner a las 6 de la mañana para enterarlo del hecho. Aquí se encontraría la clave de que el escándalo se haya mantenido más o menos controlado, bajo absoluto “silencio de radio”, entre 48 y 72 horas.

    Otros datos revelan que en ese vuelo se llevaron 3.000.000 de dólares en las valijas que pasaron elegantemente por los controles, y se estima en 200 millones la suma compartida entre funcionarios de Kirchner y Chávez en tantos viajes efectuados. En la Aduana, Antonini Wilson habría tomado la valija que llevaba Danielito Uzcátegui cuando éste se puso nervioso ante el intercambio de palabras fuertes entre Uberti y los funcionarios aduaneros.

    Además, la seguridad de que el dinero pasaría sin problemas –se ve que estaban acostumbrados- los llevó a marcar los fajos hasta con indicaciones de las cuentas y los bancos en los que depositarían los dólares. Dos de los más beneficiados son la filial argentina de un banco comercial panameño y el local Banco del Sol, con sede en 25 de Mayo 432, piso 9º, Buenos Aires, que exactamente hace un año recibió todas las facilidades del gobierno de Hugo Chávez para comenzar a operar en Venezuela.

   Este banco, que tiene sucursales en la ciudad de La Plata y en Ushuaia, también actúa como agencia cambiaria y su filial en Venezuela opera con los publicitados Bonos del Sur III, otro de los acuerdos financieros anudados entre Kirchner y Chávez. Asimismo, hasta el ex vicepresidente chavista, José Vicente Rangel, reconoció hace pocos días en su programa radial que “en este Banco poseen cuentas algunos venezolanos”.

    Si nos atenemos a lo que informó hace un año el diario caraqueño “El Universal” cuando el banco inauguró sus operaciones en Venezuela, al señalar que “el Banco del Sol se dedicará exclusivamente a la atención del mercado de microempresarios”, podríamos imaginar, dada la sensibilidad que causa esta cuestión de los traslados de fuertes sumas de dinero en aviones privados, qué tipo de microempresarios y qué clase de mercado atiende este Banco. Es que uno no pretende creer en brujas, pero que las hay, las hay.

    Y teniendo en cuenta que el FBI ya tendría en su poder las fotocopias de los billetes que prolijamente, uno a uno, contaron los agentes aduaneros que atraparon la valija que llevaba Antonini Wilson y que en la Reserva Federal de Estados Unidos cotejan los números de serie de los billetes para encontrar sus orígenes, no faltan razones, en las altas esferas de Argentina y Venezuela, para estar muy nerviosos.

    Es válido además referirse a lo expresado por el habitualmente bien informado periodista venezolano Nelson Bocaranda en su columna “Runrunes”, del diario “El Universal”, en su edición de este último jueves, cuando al aludir a los antecedentes que existen sobre muchos viajes misteriosos de valijas rellenas de dólares, señaló: “Desde que el comandante Jesús Urdaneta Hernández confesó, el 13 de junio de 2000, la petición presidencial de enviarle 300.000 dólares a la guerrilla colombiana para ‘acabar con la oligarquía’ cuando él estaba al frente de la DISIP (Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención), son muchas las ‘valijas’ que han sido denunciadas a través del tiempo. Wilmar Navas Tortolero, Rodríguez Chacín y Quintero vienen a la memoria. Desde este último, que fue visto dando dólares a los indígenas peruanos de Ollanta Humala, hasta los regalos a los sandinistas en billetes y helicópteros, pasando por las valijas para Evo y Rafael Correa; las muy vivas Madres de Plaza de Mayo; los Sin Tierra brasileños; los mexicanos de López Obrador o los ‘círculos bolivarianos’ de Colombia, Perú, Ecuador, Guatemala y EEUU”.

    Para concluir, recordaremos que mediante el Decreto 1198/03, el presidente Néstor Kirchner vetó la ley que tipificaba el contrabando de dinero. Así lo indica el presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, Claudio Izaguirre, quien en un informe reproducido por el sitio “Notiar” expresa:

    “El proyecto de ley que tipificaba el delito de contrabando de dinero fue presentado por el entonces jefe de la Policía Aduanera, Juan José Isola, en 2001, siendo analizado por la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados y aprobado por unanimidad, al igual que en el Senado, pero Néstor Kirchner lo vetó y Juan José Isola fue separado de su cargo".

    El experimentado policía aduanero, admirado por sus pares de otros países, presentó un proyecto al que el Congreso Nacional sancionó bajo la Ley 25.821, enviándola al Poder Ejecutivo para su reglamentación, pero desde allí se la vetó por Decreto 1198/03.

    “Esa ley equiparaba a la República Argentina con la legislación que rige para este tipo de delitos en naciones como Francia, Estados Unidos, Inglaterra y Australia, entre otras”.

    Con su insólito veto a esa ley contra el contrabando de dinero, sancionada por unanimidad en 2003, cuando recién accedía al poder, ¿estaría Kirchner quitando de en medio molestos recursos legales, y preparando el terreno para lo que vendría más adelante?

 

Carlos Machado

 

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