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¡Por fin! Argentina y Alemania tienen algo en común: apatía electoral y falta de debate

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El kirchnerismo siempre tuvo "algo" con los alemanes. Comparar a una de las potencias del mundo industrializado con nuestro país puede sonar quimérico, pero esta vez, ambas naciones se parecen en la recepción de la gente a las respectivas campañas políticas
El kirchnerismo siempre tuvo “algo” con los alemanes. Comparar a una de las potencias del mundo industrializado con nuestro país puede sonar quimérico, pero esta vez, ambas naciones se parecen en la recepción de la gente a las respectivas campañas políticas

Corría la campaña electoral que llevó a Cristina Fernández de Kirchner, en 2007, a su primera presidencia, y un periodista le preguntó a la entonces senadora y candidata presidencial a qué país le gustaría que se pareciera la Argentina. La respuesta: “a Alemania”.

 

Aunque sus políticas parecían llevar al país más bien rumbo a Venezuela, después de ocho años de mandato, su entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, no solo le dio el “sueño alemán” por cumplido, sino que lo superó: “Argentina tiene menos pobres que Alemania”, dijo en rueda de prensa en julio de 2015 para sorpresa del mundo entero, y hasta se dio el lujo de citar al “Statistisches Bundesamt”, que vendría a ser el INDEC alemán.

Por las dudas, cabe aclarar que, usando los criterios de medición de pobreza de la Argentina, en Alemania no hay un solo pobre. El de Alemania, es el mayor PBI per cápita de los países europeos grandes. Es seis veces superior al argentino. El sueldo promedio de un trabajador alemán -medido en dólares oficiales- es ocho veces superior al de un argentino. Y mejor ni hacer el cálculo a dólar “blue”.

Alemania no tiene desempleo sino, más bien, déficit de fuerza laboral. Además, el país europeo está empatado con China en el puesto de primer exportador mundial. Pero luego de 14 años de esa promesa germana de la actual vicepresidenta, Argentina y Alemania tienen, finalmente, algo en común.

Dos semanas después de las PASO argentinas, se llevarán a cabo las elecciones generales en Alemania. Así como los argentinos decidirán en estas elecciones de medio término qué modelo de país eligen, los alemanes tienen en estos comicios parlamentarios un desafío crucial: elegir al sucesor de la primera ministra Angela Merkel, que se retira de la política luego de 16 años aclamada como mejor liderazgo político a nivel mundial.

Alemania es un sistema netamente parlamentario, por lo tanto, los alemanes sólo eligen diputados que, dependiendo de cómo quedará la distribución de bancas en el Bundestag, elegirán primer ministro o primera ministra.

Es la primera vez en su historia desde la Segunda Guerra Mundial que no hay en una elección alemana un “defensor del título”: Merkel se va, y los alemanes deberán barajar y dar de nuevo. Se supone que eso debería hacer la elección más apasionante. Pero la realidad es que -justo en eso- la elección alemana del 26 de septiembre se parece insólitamente a la que se celebrará en la Argentina en dos semanas: reina la apatía, falta debate de fondo, los partidos políticos se destacan en las redes sociales por dar vergüenza ajena, y algunos candidatos cometen catastróficos errores no forzados. Muchos analistas temen baja participación electoral.

 

Finalmente: ¡en algo se parecen Argentina y Alemania!

Las primeras pruebas electorales locales de la Argentina, como las recientes de Misiones, Salta y Jujuy, marcaron una notable caída de la participación electoral de entre diez y 20 puntos respecto de las elecciones anteriores.

También la propia creatividad de la campaña electoral en ambos países es criticada: en la Argentina, las monerías que hacen los candidatos opositores en Tiktok, la red social favorita de los más jóvenes, fueron cuestionadas por los analistas.

En Alemania, el Partido Verde llamó la atención por cambiarle la letra a una antigua canción alemana y hacer un verdadero empaste muy alejado del “tono” que tiene uno de los pocos temas de debate “duros” de las elecciones en ese país: el cambio climático.

Y aunque no hubiese sido delito -como le imputa la justicia al Presidente argentino por violar su propio decreto de cuarentena- el “heredero” de Merkel al frente de la candidatura de la alianza electoral democristiana CDU/CSU, Armin Laschet, hizo un verdadero papelón que le puede costar muy caro: en medio de las trágicas inundaciones de junio, con un saldo de 160 muertes, las cámaras lo pescaron a las carcajadas a espaldas del presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, que ponía su cara más adusta para consolar al pueblo alemán ante la peor tragedia climática de su historia.

Semejante error en el arranque de la campaña electoral le marcó la cancha muy inclinada en contra al actual gobernador del estado de Renania del Norte-Westfalia y aspirante a primer ministro, a pesar de defender al principal partido de una amplia coalición de gobierno que fue tremendamente exitosa desde prácticamente todos los ángulos económicos y sociales.

¿Cómo puede ser que en una de las democracias más desarrolladas y prósperas del mundo, con una sociedad equilibrada e igualitaria dentro de un sistema económico netamente capitalista, reine la apatía electoral y falte debate? En la pregunta parece estar la respuesta: ¿Les irá demasiado bien a los alemanes?

 

Qué pasa en la Argentina

Y los argentinos, con una inflación crónica que lleva una generación completa, con niveles de crecimiento de la pobreza que proyectan al país al fondo del ranking de la región, con un nivel de ingresos que no encuentra piso, con falta de trabajo y delincuencia creciente, ¿no tendrían que estar motivados para ir a votar y debatir cómo cambiar su destino?

Las encuestas están mostrando que los argentinos están entre los pueblos más pesimistas del mundo. Menos del 20 por ciento cree que dentro de un año la economía estará mejor. El resto se divide entre creer que estará igual de mal o que será incluso peor. En el grupo etario de la “Generación Z” (sub 23) el 85 por ciento dice que emigraría si tuviera una oportunidad de irse a otro país, según una encuesta de Taquión. Parafraseando al presidente Fernández: los que descienden de los barcos, esperan un barco para irse.

Este pesimismo y esa apatía tienen que ver con la falta de debate de la preocupación número uno de los Argentinos, según todas las encuestas: su futuro económico. Sin embargo, también en la Argentina hay matices. Un sondeo de Synopsis en la provincia de Buenos Aires indica que la apatía es mucho más fuerte del lado de la oposición que del gobierno.

“Más del 80% de los votantes del Frente de Todos dice estar muy entusiasmado o entusiasmado de ir a votar. En cambio, entre los votantes opositores, ese porcentaje baja a menos del 50%, en promedio”, explica el politólogo Lucas Romero, director de esa consultora.

La apatía de los votantes opositores está directamente vinculada a sus expectativas negativas frente al futuro económico, pero también a la falta de debate. Si bien la PASO para la oposición de Juntos o Juntos por el Cambio es, tanto en la ciudad como en la provincia y en la mayoría de los distritos, una gran oportunidad para dirimir candidaturas, el debate económico está ausente.

Cada vez que los medios tratan de llevar hacia la economía a los precandidatos de la coalición que fue gobierno hasta diciembre de 2019, los opositores suelen escapar por la tangente. Prefieren debatir en la arena de la inseguridad y la delincuencia, la educación y la campaña de vacunación, el manejo de la pandemia y, obviamente, la corrupción y los graves errores de ética y gestión del gobierno.

Como en el tema económico, el gobierno solo tiene desaciertos para mostrar, la preocupación número uno de los argentinos en todas las encuestas es la que menos se debate. “Mejor no hablar de ciertas cosas”, sostienen los estrategas electorales de la oposición parafraseando una canción de Sumo y recordando que en ese terreno fracasaron cuando les tocó ser gobierno. Y eso fue hace demasiado poco tiempo.

El temor de la oposición es que, ante las críticas oficialistas de “ustedes ya prometieron e incumplieron cuando les tocó el turno”, no pueda tener una respuesta articulada. O, más bien, que tenga que admitir que cometieron errores y por eso es preferible no presentar ahora un plan alternativo con las reformas estructurales necesarias para cambiar el rumbo de la Argentina hacia Venezuela y poner proa ¿hacia Alemania?

Por eso, las expectativas económicas negativas récord de la Argentina no solo tienen que ver con el presente oscuro que brinda el gobierno actual, sino también con la falta de esperanza que genera la oposición al no presentarse como alternativa superadora de su propia gestión. ¿Le serviría a la oposición copiarse un poco de la entonces senadora Cristina Kirchner y poner a Alemania como ejemplo?

Después de la Segunda Guerra Mundial, los alemanes, derrotados, se debatían entre el comunismo de la Unión Soviética y el capitalismo que proponían las potencias triunfadoras. Después de todo, la economía nacional-socialista de Adolf Hitler no era otra cosa que un “capitalismo de amigos” con falta absoluta de respeto a la propiedad privada, ausencia de normas jurídicas básicas y un estatismo flagrante.

Cualquier semejanza con la economía argentina no es solo casualidad.

A los demócratas cristianos de Konrad Adenauer, hace 70 años, se les ocurrió “empaquetar” la idea del capitalismo y el libre mercado con el ideario de una “Economía Social de Mercado”. No era otra cosa que llevar a Alemania a un sistema capitalista, con mucha competencia y apertura, moneda fuerte y un estado concentrado en lo que mejor podía hacer: dar educación y salud.

Ese fue el origen del rotundo éxito económico de Alemania que hoy no ponen en duda ni los propios demócratas cristianos, ni los socialdemócratas ni los verdes, ni la extrema derecha: de tanto éxito se quedaron sin debate. ¿Podría servirle Alemania a la oposición como punto de partida para debatir con un kirchnerismo que siempre busca a ese país como ejemplo, aunque después haga todo lo contrario?

 

 

 

 
 

6 comentarios Dejá tu comentario

  1. Como un gobierno que siempre dice que ayuda a los que necesitan y en realidad se los está culeando.

  2. Para poner proa hacia Alemania, tiene que existir en el animo de la gente la voluntad de progresar, de superarse, por medio del trabajo genuino, sin sudor no hay victorias. Acá prefieren "sudar" a la sombra del ranchito que supieron conseguir... llorandola, mangueando!!!!

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