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EL HURACÁN HUGO

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DÓLARES CON CANILLA LIBRE Y DESCONTENTO MILITAR
DÓLARES CON CANILLA LIBRE Y DESCONTENTO MILITAR

    Como para ir agregándole sustanciosos condimentos a la mesa cada vez mejor servida que representa el caso del dólargate y los movimientos hacia el exterior de sumas millonarias en dólares que brotan a borbotones de una canilla siempre abierta llamada Venezuela, van surgiendo nuevos datos en torno al tema.
    Por si fuera poco, ahora nos encontramos en ese país con ciertas señales de descontento militar entre algunos uniformados que se consideran a sí mismos como “institucionalistas” -enfrentados a los “bolivarianos”-, objeto de vigilancia de los espías cubanos que Hugo Chávez importó de la isla gobernada desde hace 48 años por el moribundo (o ya muerto) Fidel Castro y a la vez víctimas del avance, impulsado por el caudillo, de los “reservistas” por él creados con la intención de rodearse únicamente de una élite de uniformes leales.
    Vayamos por partes.
    En su edición de este último domingo, el diario venezolano “2001” aseguró que “el hombre del maletín”, Guido Alejandro Antonini Wilson, supuestamente para ser eximido de controles aduaneros y migratorios, fue provisto de una credencial de la DISIP (Dirección de los Servicios de Prevención e Inteligencia), la policía política chavista. Según el diario, que basa su información en “fuentes del sector”, además de Antonini Wilson fueron beneficiados con ese obsequio –en el que figuran acreditados como “comisarios”- sus amigos, y socios en varios negocios, Carlos Kauffmann y los hermanos Franklin y Pedro Durán, agregando que “esas credenciales como comisarios de la DISIP sólo pueden ser otorgadas por decisión del ministro de Interior y Justicia, que no ha sido el caso, o del director de la policía de seguridad del Estado”.
    Lo cierto es que la investigación del caso de la valija dolarizada y ahora esta revelación del diario “2001” han provocado fuertes remezones en las altas esferas chavistas y en sus allegados, especialmente molestia y disgusto en el Palacio Miraflores, sede del gobierno de Hugo Chávez, que son indisimulables. Más aún cuando se ha conocido en las últimas horas que hay alarma en los mercados financieros internacionales por los movimientos de fondos provenientes de Venezuela o de venezolanos.
    En World Check, el organismo de inteligencia financiera al que aludimos en notas anteriores y que está vigilando cada vez más estrechamente las transacciones de dinero venezolanas, están apareciendo diariamente informes sobre ese país y los elementos sospechosos, cuando hasta hace menos de dos semanas no había prácticamente nada. Es más, ya tienen allí un listado de todos los banqueros involucrados en ilícitos financieros, guardado bajo condiciones de máxima seguridad.
    Se conoce que incluso hay un informe, en un Banco de primera línea y que ha llegado a su sede de una importante capital europea, sobre una investigación que se está realizando a algunas entidades suizas por el pago de comisiones a funcionarios chavistas para que movieran parte de las reservas internacionales desde bancos americanos a bancos suizos. Existe también otra información que indica que la mayoría de los “fondos sucios” sacados de Venezuela se encuentran en bancos de Asia, especialmente de Indonesia.
    Y para agregar más tribulaciones al maletero Antonini Wilson, el periodista venezolano Wilmer Suárez informó este domingo, en su columna del diario “La Voz” y citando a voceros encargados de la investigación, que las cuentas bancarias del empresario en Miami, que sumaban 13 millones de dólares, acaban de ser congeladas por las autoridades norteamericanas, siguiendo instrucciones de la DEA (Drugs Enforcement Agency) y el FBI.
    Mientras nada se sabe al cierre de esta nota sobre el paradero de Antonini Wilson, varias preguntas sobrevuelan el ya cargado ambiente que rodea a este caso: ¿quiénes están detrás del empresario?; ¿de dónde salió el dinero?; ¿cómo pasó por los controles del aeropuerto de Maiquetía, cuando nadie puede sacar fuera de Venezuela más de 400 dólares en efectivo?; ¿qué destino tenía ese dinero?; y muchas otras que, evidentemente, hacen que las investigaciones tengan ineludiblemente que superar el esfuerzo de los gobiernos argentino y venezolano por centrar la atención únicamente en Antonini Wilson, tratando de dejar a salvo a otras figuras de mayor peso. De un gran peso en la política de ambos países.
    Por otra parte, las investigaciones iniciales sobre el tema de la entrega de credenciales de la DISIP a empresarios que, a la luz de los últimos hechos en la Aduana del Aeroparque de Buenos Aires y sus derivaciones, vienen actuando como virtuales “mulas” en el traslado de dinero sucio, han permitido establecer otro detalle no menor. El director de la DISIP, uno de los principales organismos de seguridad del Estado, el general Henry Rangel Silva (lo presentamos en sociedad en la fotografía), está tramitando la nacionalidad española para él, su esposa e hijos. Un extraño síntoma.

 

                                               

  General Henry Rangel Silva, director de la DISIP                                          Antonini Wilson  

Sordos ruidos

    Ya es habitual que Hugo Chávez denuncie conspiraciones contra él a diestra y siniestra, o que lo quieren matar, o que ante cualquier contingencia negativa para su gobierno cargue las culpas al periodismo, al “imperio” o a sus migrañas. Sin embargo, en su alocución de este domingo en su programa “Aló Presidente” expresó unas palabras que podrían tener algún sentido. Por una vez, Chávez deslizó algo que podría aproximarse a la verdad.
    Tras señalar, como es su costumbre, que había que prepararse para una semana “donde habrá un intenso debate, donde estaremos enfrentados a amenazas del imperio y sus lacayos aquí, tratando de aprovechar el momento” –en referencia a los ataques contra su proyecto de reforma constitucional- soltó lo que indicamos como aproximado a la verdad: “Ya empezó la conspiración. Ya comenzaron a circular y a llegar mensajes a los cuarteles”, explicando que esos mensajes están llegando a destacamentos militares venezolanos incitando a la rebelión, por lo que exhortó a los altos mandos de la Fuerza Armada Nacional (FAN) a “estar atentos ante esa situación”. Por algo había “invitado” a estar presentes en el Teatro Teresa Carrero, desde donde realizó esta emisión de “Aló Presidente”, precisamente a esos altos mandos y a la oficialidad que estuviera acantonada ese día en Caracas y alrededores.
    Una semblanza de lo que puede estar ocurriendo en sectores militares de Venezuela la dio el periodista argentino José Ricardo Eliaschev en una columna que firmó para el antes citado diario “2001”, en la que expresa:
    “Chávez se siente el dueño del país. Le dan la razón preparativos y rumores del frente militar. Chávez propicia un fornido rearme de sus fuerzas armadas en el marco de una estrategia demencial. El perspicaz Alberto Garrido asegura en ‘El Universal’ que Chávez se prepara para que Venezuela libre una guerra convencional contra países vecinos (sobre todo, Colombia) y una guerra asimétrica para confrontar un ataque militar de los Estados Unidos.
    Mientras persiste en su ya avanzado proyecto de convertir a los militares en brazo armado de un poder sólo sometido a él, a tambor batiente y paso redoblado Chávez pisa el acelerador y va edificando su aparato político-policial, denominado Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), cachorro del esqueleto de control estatal con que sueña el comandante, confeso admirador de la Rusia de Stalin, el sistema de partido único (comunista) de Cuba y el Irán de los ayatolahs.
    La oficialidad del Ejército, la Aviación, la Armada y la Guardia Nacional, con ocho promociones completas ya graduadas bajo égida chavista, es enviada rutinariamente a recibir cursos en las escuelas militares cubanas. Y hay algo peor todavía: el domingo, tomando el desayuno en Caracas, leí las denuncias del ex ministro de Defensa de Chávez, Fernando Ochoa Antich: Chávez, dice, busca una pelea con Colombia al estilo de lo que hizo Galtieri con Gran Bretaña por las Malvinas y, mientras tanto, avanza en la organización y armado de milicias barriales y sindicales, entrenadas en prácticas de combate al estilo de ‘guerra popular prolongada’.
    Actualmente, las fuerzas armadas venezolanas están divididas entre “institucionalistas” y “bolivarianos”. Estos últimos son, obviamente, los que responden ciegamente a Chávez. Los primeros, en cambio, son los que se autodenominan “militares democráticos” y que a partir del 22 de octubre de 2002 se declararon en “desobediencia legítima” y que sostienen a rajatabla: “No somos golpistas sino militares institucionales, que hacen uso de un derecho que nos otorga la Constitución. Somos ciudadanos desarmados, que no queremos violencia. La actitud es pacífica y sin armas”.
    Precisamente este sector “institucionalista” intenta defender la Constitución que Hugo Chávez pretende reformar para su exclusivo beneficio, desembarazarse del acendrado giro socialista y de los emisarios cubanos con que el presidente venezolano los ha rodeado, y acercarse a la ciudadanía para conformar un frente cívico-militar que vuelva a colocar a Venezuela en la consideración que tuvo mundialmente muchos años atrás. Incluso mucho antes de que Chávez apareciera, sin que inicialmente mostrara la faceta retrógrada que exhibió a partir del fallido golpe en su contra en el 2002.
    Este grupo de militares de todos los grados, altos y bajos, y provenientes de las distintas fuerzas armadas, ha elaborado una serie de denuncias contra el chavismo que van desde el fraude en el referéndum contra su mandato del 15 de agosto del 2004, pasando por la red chavista del narcotráfico, los vínculos con la guerrilla colombiana y la protección a terroristas islámicos, hasta el enriquecimiento ilícito de numerosos altos oficiales que responden a Chávez y de otros funcionarios de su gobierno. Denuncias que prometen ampliar con los planes del “caudillo” para escapar del país ante alguna contingencia adversa y las propiedades que a tal fin se ha asegurado en el exterior.
    Dada su extensión, éstos y otros aspectos serán tema de ampliación en una próxima nota. Como cierre, transcribiremos expresiones vertidas por algunos de estos militares institucionalistas:
    “La intención de entregar armas de mi unidad a grupos violentos, junto con el grado de descomposición del país y el atentado a las instituciones democráticas y a nuestra libertad, me ha llevado a dar un paso el frente” (Teniente Alexis Aguirre Sánchez).
    “Ha llegado el momento de demostrarle al Presidente que el pueblo es quien manda y el pueblo somos todos los que adversamos su gobierno. El pueblo no sólo son los círculos chavistas. No tenemos miedo y no daremos ni un paso atrás” (Auxiliar de Guardacostas Gustavo Herrera Osuna).
    “Vamos a luchar como militares, con tenacidad y resistencia, pero eso sí, de manera pacífica y democrática para lograr la paz en Venezuela” (Cabo Darwin Enrique Argüello Isturiz).
    “Mi pronunciamiento es sustentar los principios fundamentales de un sistema constitucional y pleno ejercicio de los derechos constitucionales y libertades ciudadanas, respeto a las instituciones y sus valores” (General de División Edgar Méndez Casanova).
    “Exhorto a mis compañeros a desobedecer las órdenes de los superiores que de una u otra manera contribuyen al deterioro del país y comparten las directrices hacia la dictadura representada por Hugo Chávez Frías” (Sargento 2º Efrén José Velasco).

Carlos Machado

 

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