Sorprendentes y preocupantes
fueron los detalles revelados en su informe en el diario venezolano “Tal Cual”,
en su edición de este jueves 23 de agosto, por la periodista Patricia Torres
Uribe. De nuestra parte veníamos sosteniendo que los gobiernos argentino y
venezolano -sin más remedio al descubrirse el intento, bastante difundido ya en
estas últimas dos semanas, de introducir por el Aeroparque una valija con casi
800.000 dólares (mientras probablemente hayan pasado muchas más)- pretendían
centrar la atención sólo en el empresario Guido Alejandro Antonini Wilson
para desviar la atención sobre otros peces, mucho más gordos que Antonini,
complicados en el traslado de dólares “sucios”. Y ello parece convertirse ahora
en una realidad, a la luz de la información de la citada periodista.
Para acelerar la entrega de esta nota,
transcribiremos “en crudo” el texto de Patricia Torres Uribe, del cual el lector
podrá extraer sus propias conclusiones:
“Una de las pruebas
claves para resolver las incógnitas en torno al maletín con 800.000 dólares que
el empresario venezolano Guido Antonini Wilson intentó ingresar sin declarar en
Argentina la madrugada del pasado sábado 4 de agosto, podría haber sido
destruida. En PDVSA, donde el aire ya enrarecido por las denuncias de
corrupción y la persecución política terminó de corromperse tras el estallido
del escándalo, fuentes vinculadas a la gerencia de Prevención y Control de
Pérdidas de la empresa aseguran que una ‘orden de arriba’ instruyó
destruir la semana pasada las cintas donde quedaron grabados los momentos
de registro y abordaje de los pasajeros del vuelo de la estatal de la petrolera
argentina ENARSA que transportó a Antonini Wilson.
El avión –que llegó a
Caracas el pasado jueves 2 de agosto con tres funcionarios del gobierno de
Néstor Kirchner y partió a Buenos Aires el viernes 3 de agosto con el mismo
trío, más un quinteto de invitados venezolanos vinculados con PDVSA (incluido
Antonini Wilson), y la mentada maleta de los 800 mil dólares– aterrizó y despegó
del área de pista que sirve al hangar del holding petrolero en Maiquetía.
La instalación, ubicada en la zona del viejo terminal, contigua a la Rampa 4 del
Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, es una suerte de ‘bunker’ con
acceso restringido, que fue acondicionado hace unos años y desde donde
parten vuelos privados de la industria petrolera. Por esta razón el
lugar, considerado crítico desde el punto de vista de la seguridad, está
dotado de un sistema de circuito cerrado que registra todos los
movimientos, las 24 horas del día, los 365 días del año.
Pero la cinta del hangar
no sería la única con el fatal destino. Las mismas fuentes incluyen en el
lote borrado la grabación de una reunión que sostuvieron en el despacho
de la presidencia de PDVSA, –ubicado en el pent-house de la torre este del
edifico de la petrolera en La Campiña– el ministro Rafael Ramírez y Diego
Uzcátegui, padre de Daniel Uzcátegui, el pasajero que supuestamente
ofreció llevar a Antonini Wilson en el avión de Enarsa, y la cabeza que el
gobierno argentino pidió para aplacar las llamas del escándalo que
todavía amenaza con quemar la candidatura de la senadora y primera dama gaucha,
Cristina Fernández de Kirchner.
La cita, a la cual Uzcátegui asistió acompañado de su abogado y de una mujer que algunos
identifican como Sandra Marín, habría comenzado un poco antes de la
medianoche del jueves 16 de agosto, pocas horas después de que comenzó a
circular en Caracas y Buenos Aires el rumor de que Uzcátegui, hasta ese momento
vicepresidente de PDVSA, había renunciado.
Gracias a esta
‘limpieza’, las cintas se habrán llevado al más allá datos vitales para
aclarar las incógnitas que flotan alrededor del maletín de los 800 mil dólares:
¿Es realmente Antonini Wilson el dueño de la maleta?. ¿Llegó al aeropuerto con
ella o se la entregaron allá?. ¿Cómo logró pasar la maleta al avión sin que su
contenido fuera detectado por la seguridad y el personal de aduana del terminal
aéreo?. ¿Quién invitó a Antonini Wilson al avión de Enarsa?. ¿Hubo un noveno
pasajero?. ¿Fue alguien a despedir a los viajeros?”.
Por otra parte, cabe
recordar que los pasajeros que arribaron al Aeroparque aquella madrugada del 4
de agosto no habrían sido registrados por ninguna cámara, ya que el avión
que los transportaba se detuvo en una zona donde éstas no existen.
Con lo cual, a los que pretenden ocultar datos útiles
para la investigación su intento les salió “redondo”: en el aeropuerto
venezolano de Maiquetía, desde donde partieron los “maleteros”, las
cintas fueron borradas, y en la zona del Aeroparque de Buenos Aires donde
ingresaron, no hay cámaras incómodas.
Evidentemente, aún hay mucha tela para cortar en este caso, y
la pregunta del millón, teniendo en cuenta que el borrado de aquellas cintas
obedeció a una “orden de arriba”, es: ¿quién es el personaje tan importante que
lo decidió, y a quiénes y qué está encubriendo?
Un gordo detrás de otro
Pero todavía hay un dato más
en este rompecabezas en que se ha transformado el juego del maletín dolarizado.
Acabamos de acceder a una
fotografía (Ver al pie), tomada hace alrededor de cuatro años en una playa de Brasil,
donde se ve al presidente venezolano Hugo Chávez caminando muy alegre, en
short y remera y calzado deportivamente con unas zapatillas que parecen provenir
del “imperio” al que él tanto ataca.
Pero lo más interesante es
que detrás suyo se observa a un personaje muy parecido al que tanto está de moda
en estos momentos: Guido Alejandro Antonini Wilson. En realidad, si no lo
es parece un “clon” de Antonini.
Las coincidencias no son
pocas: lleva de la mano a una niña que por la edad que representa podría ser una
de sus hijas; tiene colgada al cuello una cadena que parece no quitarse nunca,
ya que con la misma aparece también en sus últimas fotografías; presenta un
gesto que sería clásico en él, el de inclinar levemente la cabeza hacia un lado;
y su contextura física, incluyendo su papada, parece brindarnos un calco del
Antonini “original”.
Lo dicho, si no se trata de
Antonini Wilson es alguien demasiado parecido al empresario del cual, dicho sea
de paso, no se conoce su paradero actual desde hace unas dos semanas.
Para concluir, suministramos
aquí la aludida fotografía. De esa manera el lector podrá entretenerse
dilucidando si se trata de Antonini o de alguien casualmente muy parecido.
Carlos Machado