"Cuando abrió el
quinto sello, ví debajo del altar las almas de los Degollados a causa de la
palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. Se pusieron a gritar con
fuerte voz: '¿ Hasta cuando, Dueño y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin
tomar venganza por nuestra sangre los habitantes de la tierra?'. Entonces se le
dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco,
hasta que se completara el número de sus conciertos y hermanos que iban a ser
asesinados como ellos." Apocalipsis 6,9-11
El cura argentino Christian Von Wernich, capellán de la
Policía de la Provincia de Buenos Aires durante la última dictadura y confesor
del coronel Ramón Camps, tenía otras misiones aparte de sus plegarias y de la
suministrar los santos sacramentos: colaborador activo en los interrogatorios
realizados por las fuerzas represivas. Un testigo de aquellos años y que hoy
declara contra el cura afirmó la semana pasada: "inflingía el más fino de los
suplicios: el de la esperanza".
Corría el año 1983, ya habían trascurrido la presidencia del
"tío" Cámpora, la masacre de Ezeiza y el rotundo triunfo de Perón. Las
agrupaciones políticos-militares ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y
Montoneros estaban en su momento de mayor capitalización política. Joan Manuel
Serrat visitaba la argentina y los jóvenes mostraban sus dedos en "V". En
Uruguay se terminaba el febrero amargo, denominación que dio el senador "batllista"
Amílcar Vasconcellos para definir aquel mes que fue la antesala del golpe, o el
golpe técnico para llegar a junio de 1973. Perón trataba de campear la crisis
del petróleo mientras se produce el golpe en contra del presidente chileno
Salvador Allende.
En 1974, el 31 de marzo más exactamente, el Obispo Guilligan
ordena sacerdote al padre Christian Von Wernich en la sede del Sindicato de
Empleados del Comercio de Nueve de Julio. Los montoneros pasaban a la
clandestinidad mientras a la Triple A del brujo y ex ministro de Perón López
Rega se le acalambraban los brazos de tanto matar gente.
Wernich cumplía 35 años de edad. Se convertía en el asesor
espiritual del coronel Camps.
A mitad de los setenta Camps se reúne con el padre Wernich y
le explica su visión de la realidad política argentina y sus planes. Luego de
esa reunión el cura no iba a ser el mismo.
Desde el púlpito ordena a gritos y con los tres dedos en alto
las nuevas condiciones imprescindibles que debían cumplir los fieles para
recibir la comunión. "Las mujeres debe venir en mangas largas, todos tienen
que hacer tres horas de ayuno antes de comulgar y pronunciar en voz muy alta el
amén luego de recibir la ostia". Si el capellán de la muerte se daba cuenta
de que algunas de las cosas antes mencionadas no eran cumplidas, la persona
podía permanecer en vano y con la boca abierta esperando el alimento celestial.
"El Gobierno que viene traerá paz a los argentinos"
Dos días antes del golpe de estado, Von Wernich anunció en la
misa de jóvenes: "Gracias a Dios que están terminando estos días de desorden y
anarquía Ya nada será como antes. Pasado mañana se acaba este gobierno
deplorable que solo trajo violencia y muerte para nuestra patria. En estos días
habrá un gobierno que nos traerá paz a los argentinos."
Comenzaba para él la nueva era de la espada. En forma
inmediata es designado capellán de la Policía Bonaerense, mientras se
desempeñaba como asesor espiritual en la Ciudad de La Plata de los grupos
especiales de tareas quienes tenían el cometido de hacer desaparecer a sus
detenidos.
Uno de los episodios más aberrante protagonizado por el cura
Wernich fue cuando el general Camps decidió dejar en libertad a siete jóvenes
luego de que los mismos recibieron según sus captores "una limpieza de cerebro
en cuanto a lo que antes pensaban". Los familiares de estos jóvenes habían
aportado dinero para pagar los costos de un presumible pasaje para el Uruguay,
dinero que se encargó de recolectar el sacerdote. Los jóvenes fueron
ejecutados en dos descampados a las afuera de Buenos Aires, y en uno de los
operativos el cura estaba presente.
Otros de los testigo en contra de la causa, un ex policía,
afirma que, Wernich resumía su labor de la siguiente manera: "Desplegar una
acción voluntaria y consciente para obtener información de las víctimas y
procurar el silencio de sus familiares."
Desde el 7 de agosto del 2003 el cura permanece recluido, en
la última audiencia realizada la pasada semana el acusado no quiso testificar,
mientras una gran multitud abucheaba al sacerdote en las afueras del Cámara
Judicial de la Ciudad de la Plata.
El capellán de la muerte enfrentó la cámara de televisión y
sonrió con sarcasmo. Piensa o se cree un mesias y no es más que un vulgar
asesino, quizás ya sepa de antemano que la justicia divina le tiene reservadas
las miserias del paraíso.
Santiago Tricánico