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Contra todas las presiones

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¡HEMOS PUBLICADO NUESTRO LIBRO SOBRE LA AMIA!
¡HEMOS PUBLICADO NUESTRO LIBRO SOBRE LA AMIA!

    Hace algunos años, empezamos a investigar los atentados a la Embajada de Israel y a la mutual judía AMIA. Lo hicimos por separado, ya que aún ninguno de los dos conocía la existencia del otro. En el marco de esa investigación nos conocimos y decidimos aunar esfuerzos para llegar a la verdad, prometiéndonos contar toda la verdad a través de nuestro hermoso oficio, el periodismo. Creíamos entonces que las principales evidencias de sendos atentados –especialmente el de la AMIA- estaban muy bien escondidas y que nos costaría muchísimo llegar a desmadejar el ovillo, pero nos equivocamos.
    Con el paso del tiempo descubrimos que el mayor escollo para llegar a la verdad no era la falta de pruebas, sino la presión de ciertos grupos de poder para que no se llegara a dilucidar la real trama de este asunto. Esos “grupos” nos han hostigado sin cesar desde el preciso momento en que nos decidimos a denunciar algunas de las irregularidades detectadas y no bien nos animamos a escribir los primeros artículos periodísticos al respecto. Una de las presiones más intensa fue proferida por importantes dirigentes de la colectividad judía y –según especulación nuestra sin evidencia respaldatoria- por personeros del servicio secreto israelí: el Mossad, los cuales atacaron nuestras computadoras y nos “robaron” información confidencial sobre AMIA.
    Pasaron muchos años desde que empezamos a investigar los atentados de marras y pasaron muchas cosas también: tuvimos acceso a información privilegiada, nos granjeamos el odio de las autoridades de AMIA y DAIA y hasta tuvimos el tupé de enviar dos cartas al presidente de la Nación, Néstor Kirchner, para que supiera cuál era el verdadero nudo del problema. Esto último provocó que nos llamaran a declarar en la causa AMIA, donde aportamos abundante información y alguna evidencia documental.
    Con el paso del tiempo, escribimos más de veinte artículos sobre este tema y fuimos mencionados como dos de los únicos diez periodistas argentinos que investigaron independientemente la causa AMIA. Al mismo tiempo, nos enemistamos con algunos colegas de los diarios más importantes del país, que de manera descabellada publicaron información falsa, aún cuando les ofrecimos evidencia de sobra que demostraba que estaban escribiendo una interminable falacia.
    Todos estos antecedentes fueron decisivos para que decidiéramos publicar un libro, el cual llevó varios años de indagación y no menos de 50 entrevistas con personajes del “poder real” argentino. La obra fue boicoteada en una oportunidad y hemos tenido en las últimas semanas un ofrecimiento dinerario para que no viera la luz. Semejante gesto nos envalentonó aún más y decidimos redoblar nuestra apuesta.
    El libro finalmente ha visto la luz hace pocas horas. Se llama AMIA, la gran mentira oficial (Ver tapa al pie) y ha sido editado bajo el sello El Cid Editor, uno de los más prestigiosos en lo que a calidad periodística refiere (1).


Los sospechosos de siempre

    A pesar de que sorteamos todos los obstáculos que nos fueron puestos y logramos finalmente publicar nuestra obra, en las últimas semanas ocurrieron un par de hechos que merecen ser relatados. Todo empezó cuando comenzamos a negociar con diversas distribuidoras de libros para que nuestra obra llegara a todas las librerías del país en el plazo más corto posible.
    La primera que visitamos, Galerna, nos tuvo un mes y medio dando vueltas para finalmente negarse a distribuir el libro argumentando cuestiones menores y contradictorias (2). La segunda, Distal, al igual que las demás visitadas, nos confesó que había una presión "importante" para que el libro no llegara a las librerías (3), algo que nos había anticipado un editor llamado Andrés Paskowski, titular de la editorial André Materon semanas antes de tener que lidiar con las insistentes negativas.
    Sin bajar los brazos, resignados a que nuestro libro no estuviera en librerías, decidimos buscar una distribuidora que nos garantizara al menos hacer llegar nuestra obra a puestos de diarios y se animara a tolerar cualquier tipo de presión, lo cual finalmente logramos con gran esfuerzo y confidencialidad.
    El resultado puede verse desde hace unas horas en todos los kioscos de diarios (no en librerías), donde el libro está finalmente al alcance de todos ustedes. Por fin, hemos vencido a los oscuros intereses contra los que peleamos hace tantos años.
    Por fin, mal que le pese a muchos, hemos develado la trama real de una historia que compromete a funcionarios políticos y judiciales, periodistas, espías y organismos de inteligencia internacionales.
    No es poco…

 

Christian Sanz y Fernando Paolella

(1) El Cid Editor supo adquirir enorme prestigio a fines de los años 70 y principio de los 80 por la valentía en la denuncia de sus libros.

(2) Galerna ya había transitado una exitosa experiencia gracias a la venta de otro libro de Christian Sanz llamado “Maten al hijo del presidente”, por lo cual no había motivo lógico para no aceptar un nuevo trato comercial con el mismo autor.

(3) En la conversación, que ha sido grabada, la palabra "importante" fue mencionada insistentemente y con sarcasmo por nuestro interlocutor.


-Anexo especial: El hecho maldito

    Cuando se terminó de disipar la nube de amonal el lunes 18 de julio de 1994, muy pocos se atreverían a aventurar que luego se elevaría un cúmulo de sinrazones para que este acontecimiento jamás vea la luz de la verdad. Pues espurios intereses, bien definidos en la función de obturar cualquier análisis independiente, se movieron en las sombras y no tanto para que el cuento persa sea el único que figurara en las portadas. Y que toda investigación, proviniera donde proviniera, elevara a la inexistente camioneta bomba como piedra basal. Tal es el caso, que hace diez años, cuando salió el libro AMIA, el atentado, de Juan Salinas, el entonces abogado de la mutual judía Luís Dobniewsky se mostraba más que interesado que la misma figurara en él. No importa que esta no existiera, pues lo perentorio era inventarla a toda costa para focalizar la atención en una sola torna. Así, durante una década la corporación mediática nacional se alió con la superestructura jurídica y política para subirse a la Traffic virtual para desviar la atención y travestir dicho atentado mafioso como producto del sempiterno conflicto en Medio Oriente. Salvo honrosas excepciones, profusamente detalladas en sitios como Diario sobre Diarios y este, la mayoría del periodismo vernáculo siguió a rajatabla estos dictámenes para confluir de manera casi unánime que los verdaderos responsables llevaban turbante, oraban a Alá y sentaban sus reales en Teherán.
    Esto se agravó luego del ataque aún no suficientemente aclarado del 11 de septiembre, que fue la excusa ideal para que el tambaleante gobierno de Bush junior emprendiera la segunda cruzada contra el nuevo imperio del Mal musulmán. Argentina no fue ajena a este delirio, pues un mes después la SIDE, en ese momento bajo la conducción de Miguel Ángel Toma, elabora un informe en el que englobaba todos los delirios y obsesiones tan caros a Washington y Tel Aviv. En sus páginas, dignas de un alucinado mentiroso con mente febril, se desprende que el mentado atentado contra las Torres Gemelas había sido planeado por Bin Laden en la Triple Frontera, asiento también de la célula de Hezbollah que demolió la sede de la calle Pasteur, y sitio ideal para que los esbirros del extinto Saddam Hussein tramaran espantosas operaciones, armas de destrucción masiva incluidas.
    Con todo este entramado, no es vano suponer que quienes se atrevieran a saltar el cerco para arribar a otra conclusión que no sea la oficial, tropezarían con unos cuantos escollos con nombre y apellido. Pues escudados en los poderes del Estado, aún cuando hace tiempo hayan cesado en funciones puntuales dentro del mismo, siguieron digitando los hilos para que nunca se dilucidara lo ocultado detrás del muro de la impunidad.
    Esto precisamente les ocurrió a quienes llevan adelante este sitio, acostumbrados a padecer los embates de una censura no tan encubierta. En cuanto se decidieron en dar forma de libro los cuantiosos artículos sobre este tema puntual, los heraldos negros se les vinieron encima. Hace casi dos años, un primer intento se vio obturado
    Era evidente que molestaría a unos cuantos jetones, y además le mojaría la oreja a inconfensables intereses más allá de nuestras fronteras. Más precisamente, no había que remover el avispero levantando la polvareda al echar dudas sobre la supuesta responsabilidad del régimen teocrático iraní. Justamente cuando, luego del sonado fracaso en Irak, los halcones del Pentágono y su correlato israelí enfocan sus miras allí, con la excusa del supuesto deseo persa por fabricar armamento no convencional.

 

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