El Gobierno argentino y la australiana Fortescue se tenían guardada esta sorpresa para dar el campanazo en el primer día de Glasgow. Eso se llama impactar porque hoy todo el planeta tiene la noticia.
Buena movida de cara a inversores que buscan poner huevos en la canasta del Hidrógeno Verde (GH2), una aventura global en la que Argentina venía corriendo muy de atrás hasta hoy, con un par de memorandos provinciales, un proyecto de Ley de Electromovilidad, unos cuantos briefs del Conicet y cientos de preguntas y respuestas al interior de los despachos oficiales y de las empresas. Por suerte está internet para desasnarnos en un santiamén y hablar al rato como si tuviéramos varios masters.
Ha bastado el Memorandum Of Understanding (MOU) de Alberto y el CEO Andrew Forrest, más los mágicos US$ 8.400 millones, que no caben en la cabeza de los empobrecidos argentinos, para que hoy estemos inundados por el hidrógeno verde y sus múltiples cualidades.
Fortescue, en adelante el anunciador, sabe que, de cara a los mercados, y más en estos volátiles de hoy, la cautela es la premisa en cualquier “brainstorming” por eso en su página hasta esta mañana no había press release sobre el anuncio de Pampas Project y si en cambio, con fecha 01/11/2021, la información del acuerdo para suministros de hidrógeno verde a dos empresas de Reino Unido.
El carismático líder de Fortescue Metals Group, la cuarta minera en la exportación de hierro a China, hace tiempo que ha emprendido su camino verde. Mientras el mundo se aislaba por el Covid 19, ocurrían dos cosas en paralelo: Australia se enfrentaba a China, su principal socio comercial, por el manejo de la pandemia y Fortescue profundizaba su negocio de energías renovables, comenzando su núcleo minero de Pilbara. Forrest ha prometido que en 2023 producirá hidrógeno verde a escala commodity.
En Pilbara identificó 300 gigavatios de potencial y espera construir hasta 1000 GW a largo plazo. En marzo pasado sólo contaba con una granja solar Chichester 60MW y un nuevo proyecto solar de 150MW, ambos para alimentar sus minas.
Tras la foto con Fernández y compañía, el management de Fortescue en Argentina estaba exultante por el logro sonoro este anuncio, aunque unos cuantos brokers le preguntarán por Cristina. Este negocio parece madurar más rápido que las áreas de exploración de cobre de San Juan, adquiridas cuando el desembarco en 2018, como parte de un plan de expandirse en el cobre de América Latina y aquí promovido por la sintonía con el gobierno de Mauricio Macri. Tiempos en que fichó por un tiempo como factótum de su geología al sanjuanino Ricardo Martínez, ex explorador de Alumbrera y Veladero.
Ayer todos querían saber quién es Fortescue, si tiene cash flow para estos desarrollos y por qué eligió nada menos que a Sierra Grande para radicar Pampas. Tres respuestas breves podrían ser: es la cuarta productora de hierro del mundo y en 2020 tuvo records de envíos mientras subía el mineral.
El último balance anual fue excepcional y repartió US$ 8.000 millones en dividendos. Pero sus acciones, como las de Vale, Rio Tinto y otras gigantes del hierro vienen cayendo en el último semestre. Se habían duplicado por el gran stockeo de China mientras el mundo sufría muertos y recesiones. La ton de hierro llegó en mayo pasado al record US$ 230 y se desplomó por el parón chino hasta 101,50 de hoy.
Argentine winds. Fortescue, con su unidad de negocios Fortescue Future Industries (FFI) tiene espaldas para inversiones de escala como la prometida y probablemente hayan sido el viento abundante y el mar cercano lo que la llevaron a la estepa rionegrina.
Más que el hierro mítico que fue de la estatal Hipasam y después de los chinos de MCC y que nunca terminó de prosperar. Ese yacimiento no es tan gigantesco como se ha publicado, y su ley repleta de fósforo es despreciada por las fundiciones. Argentina hoy importa hierro y en el horizonte es más posible que aparezca Hierro Indio, en Mendoza, si es que la anti minería lo permite, que Sierra Grande.
Lo que falta para hablar con propiedad de Pampas Project es un abstract del proyecto, cuanto puede hidrógeno puede producir y a qué costo, cuál será su huella de polución e hídrica para lograr este maná, cuáles serían los mercados posibles. Por ahora la foto con el gobierno sudamericano está y se pasea por el mundo: tiene todos los condimentos para el consumo cool: energías limpias, un ex rugbier, el albertismo de gira en pleno y australianos que no levantan suspicacias como los chinos.
La Argentina tiene fantásticas potencialidades. Vaca Muerta era el sueño criollo y prometía US$ 300.000 millones de inversión. Dios la ha tocado con su vara. Un país 75% de matriz de combustibles fósiles y que sólo emite el 0,3% del C02 del planeta. Un océano de reservas no convencionales de petróleo y gas de esquisto técnicamente recuperables de 802.000 millones de pies cúbicos y 27.000 millones de barriles, respectivamente.
Pero el rediseño global dicta que el gas natural, que hoy se va a las nubes en los mercados spot, ya no será el combustible de transición. Es tiempo de nuevos jugadores, de mucho litio e hidrógeno en las agendas antes y después de la cumbre de Escocia.
Argentina venía muy atrás de Chile, que picó en punta con su Estrategia Nacional y subasta internacional de proyectos de GH2. Ha dado un gran golpe de efecto, aunque Pampas Project, mientras trabajan los ingenieros, es un borrador que también debe despejar la principal incógnita: cómo invertir semejantes sumas en un país de políticas fiscales y monetarias erráticas, por decirlo suave.
Sin olvidarse de los nuevos mapuches que cada día son más en la Patagonia y a los que el gobierno que ayer sonreía para el anuncio, protege y justifica, estén donde estén. Otra tarea para el hogar.