Las elecciones de este 14/11 no son sólo elecciones legislativas, implican mucho más. Elegimos entre dos modelos de país. Elegimos entre ser una República como la describe la Constitución Nacional o nos reducimos a ser una republiqueta sumida en una gran villa miseria.
El tema es simple, desde que optamos por ser una República, y eso fue el 9/7/1816, aunque recién se plasmó el 1/5/1853, decidimos tener tres poderes con la misma importancia, independientes entre sí y al mismo tiempo controlándose entre sí. El balance perfecto.
La CN en su sabiduría dispone que el 1º poder que describe es el legislativo. Porque el ejecutivo representa una mayoría transitoria y el poder legislativo es plural, representa el pensamiento político de todos los ciudadanos. Todos los partidos están en el congreso.
Hay que recordar que el Km 0, a partir del cual se miden las distancias de todo el país, está en la plaza de los Dos Congresos, no en la Plaza de Mayo. El congreso suma a todos los ciudadanos, La Rosada sólo la mayoría del momento. Puede que ahora no siga siendo mayoritario.
Si los ciudadanos no estamos de acuerdo con la dirección que le imprime el ejecutivo al país, es el momento de expresarlo en las urnas. Sabiendo que este gobierno debe terminar su mandato el 10/12/2023, a como dé lugar. Pero si no estamos de acuerdo con sus políticas, el poder legislativo puede y debe frenar los disparatados proyectos de la vicepresidente. Para eso hay que equilibrar el congreso nacional. El domingo es el día.
Se elige entre la seguridad con delincuentes presos y personas de bien sin miedo y la inseguridad del temor y los hijos y los padres asesinados. Más los robos, asaltos y violaciones. Se elige entre aulas abiertas con chicos aprendiendo o aulas cerradas con ignorantes ciertos.
Se elige entre un país abierto al mundo, negociando con aquellos países que le conviene y un país encerrado en sí mismo, peleado con todos los países que no representan dictaduras. Se elige entre un país coherente en sus acciones y un país totalmente incoherente. Protege a los seudo mapuches y gasea personas que piden justicia.
Se elige entre tener un plan económico sustentable y pagar nuestras deudas o seguir improvisando y entrar en default una vez más. Se elige entre tener una moneda fuerte o seguir emitiendo hasta empapelar el país con billetes sin valor. Se elige entre la esperanza y el espanto.
Por supuesto que todo lo que esperamos no se podrá hacer durante estos dos años que le quedan al gobierno del Frente de Todos, pero sería un gran paso en la dirección correcta, la de tener y vivir en un estado de derecho, con fiscales y jueces independientes, una nación racional.
En 1961, Juan XXIII, “el Papa Bueno”, convocó al Concilio Vaticano 2º. Cuando los periodistas le preguntaron cual era la finalidad del Concilio, el Papa se dirigió hacia una ventana y la abrió. El aire fresco inundó el salón enrarecido. Esa fue la definición del “aggiornamento” esperado.
La Argentina necesita un soplo de aire fresco, el actual roza lo irrespirable. La incertidumbre permanente nos tiene tan prisioneros como las rejas y las cámaras de nuestras casas. Un congreso equilibrado no soluciona todos los problemas, pero es un gran paso hacia la racionalidad.
Sabemos lo que es el espanto, basta salir a la calle para sentirlo. También sabemos lo que es la esperanza, o por lo menos, lo sabíamos. El voto del domingo debe ser un voto de esperanza. Y para los que no recuerdan que es la esperanza, es la confianza de lograr una cosa o que se realice algo que se desea. Deriva de “spe”, tener éxito.
Ojalá lo tengamos.