Vamos a expresarlo en
términos "turfísticos". La pista está a punto. Falta un escaso mes y medio para
lanzarse en procura del disco del Clásico Presidencia 2007, y en las gateras, ya
listas, se van aprestando para la competencia Cristina, del Stud “Doble K”, y un
heterogéneo grupo que conforman otros competidores provenientes de distintos
haras. La favorita en las apuestas sigue siendo el crédito del “Doble K”,
aunque en las cotizaciones había arrancado con una amplia mayoría de boletos
apostados y en los últimos índices registrados sus apuestas a favor fueron
descendiendo abruptamente.
Lo extraño es que sus
oponentes más calificados no han aumentado sus preferencias en la medida en que
descendían las de Cristina. De todas maneras, los cuidadores de dos de ellos
–los cuales corren con más kilos de peso- han comenzado a difundir su confianza
en los mismos. Se trata de Elisa, del Stud “ARI”, y Ricardo, del Stud “Recrear”,
que en un principio iban a correr en yunta pero finalmente sus propietarios
decidieron presentarlos por separado. Ambos confían en presentarle dura batalla
a la favorita, y quizás llegar a hacer “puesta” con ella en el disco, en
especial la del “ARI”, que viene, aunque muy lentamente, sumando apuestas a su
favor.
Otro de los que inspira
alguna esperanza de constituirse también en “enemigo” de la favorita es Roberto
L., del Stud “UNA”, aunque en realidad se encuentra algo más alejado en las
cotizaciones. De todas maneras su cuidador, que lo viene preparando desde hace
mucho tiempo, confía en dar una sorpresa.
Una verdadera incógnita la
constituye El Alberto, un crédito del interior que pertenece al Haras “San
Luis”. Poco es lo que se sabe de él, salvo que viene invicto en sus pagos en
todas las competencias en que participó. Sus propietarios estiman que puede
llegar a acumular buena cantidad de boletos entre los apostadores del conurbano
y el resto de la provincia de Buenos Aires, además obviamente de los que sume en
su lugar de origen.
Otra incógnita es Jorge, del
Stud “Neuquén”, también otro representante del interior, pero al que en este
caso no se le adjudican mayores chances, ya que si bien ganó algunas carreras en
su provincia no acumuló la suficiente experiencia para intentar la conquista de
un Gran Premio como éste, habiendo fallado además en formalizar una yunta con
otro candidato de mayor peso.
El resto de los competidores
no significa, en realidad, ningún peligro para estos principales candidatos.
Agrupados según los colores de sus chaquetillas en el sector izquierdo de las
gateras, sólo han sido anotados -como se ha hecho con ellos en todos los grandes
premios- por la muy lejana posibilidad de que pudieran dar lo que sería un
verdadero “batacazo”. Los más reincidentes en este tipo de competencias son
Pitrola, del Stud “P.O.”, y Vilma, del Haras “Nueva Izquierda”.
Lo dicho. La pista está a
punto y las gateras listas, esperando a los participantes. Sólo falta esperar lo
habitual en este tipo de competencia: que la pista no esté barrosa; que la
largada sea prolija; que el desarrollo sea limpio y sin contratiempos
inesperados; y que no surjan otros imponderables no deseados pero que a veces
suceden: que un rival no moleste a otro en su trayectoria; que los jinetes no
sufran una rodada; que ninguno de los participantes se manque; y, sobre todo,
que entre los boletos del ganador que esperan cobrar los apostadores no haya,
como ha ocurrido en otras carreras de este tipo, boletos falsos.
La hora de la verdad
Dejando de lado los términos
turfísticos, se aprecia que la favorita para ganar la presidencia de la Nación
para el período 2007-2011, Cristina Fernández de Kirchner, tiene un duro camino
aún por recorrer hasta el 28 de octubre, y una pesada herencia sobre sus hombros
en caso de que acceda al poder.
Entre los principales
factores que constituyen esa pesada herencia que le deja su consorte -en
apariencia con una total falta de galantería aunque en los hechos seguirá siendo
el poder detrás del trono- pueden enumerarse los siguientes: la desmesurada e
incontenible inflación, la real y no la que le hace dibujar Guillermo Moreno al
INDEC; los aumentos de los combustibles y de las tarifas de servicios públicos,
que serán liberadas al día siguiente de realizadas las elecciones
presidenciales, lo cual traerá más inflación; el tratamiento de los numerosos
casos de corrupción que jaquearon en los últimos meses al gobierno, y que serán
retomados no bien cese la distracción generada por la contienda electoral (y ni
hablar si Antonini Wilson prende el ventilador); la interminable pelea con los
productores agropecuarios; los múltiples conflictos sociales diseminados por el
país, que van desde los reclamos salariales de diversos sectores laborales hasta
el flagrante delito de abandono de persona que constituye otra realidad que
pretende ocultarse, como son los casos de desnutrición y muertes por hambre
registrados en distintas provincias; las paupérrimas relaciones internacionales,
con su secuela de falta de inversión al no querer arriesgarse los empresarios
extranjeros a poner su dinero en un país inseguro jurídicamente y en el que
campea la corrupción generalizada; los reclamos de grandes deudores como el Club
de París y los bonistas italianos y japoneses, que vuelven a la carga, entre
otros; y el caso que rodea cada vez más al gobierno y del que éste no encuentra
salida, como es el de la desaparición de Julio López, de la cual se está
cumpliendo ya un año.
No es poca carga para una
eventual presidenta de la Nación que, a la par de sufrir trastornos ciclotímicos
y alteraciones en su personalidad, adolece de una falta total de conocimientos
para la alta gestión pública, además de no haberse compenetrado jamás de los
problemas de su país, ya que realizó toda su campaña viajando por el exterior y
nunca “caminó” ni las provincias argentinas ni la que ella se empeñó en
representar como senadora.
Por si fuera poco, sus
últimos viajes no le han redituado absolutamente nada positivo, por más empeño
que hayan puesto el gobierno, sus voceros oficiales como la agencia estatal
Télam y el diario “Página 12” y los habituales medios genuflexos, para pretender
destacar un éxito que nunca existió.
Ya habíamos informado
oportunamente la verdad sobre la visita de Cristina Kirchner a España, donde
sufrió los embates del empresariado de ese país. Ahora podemos decir algo
similar de su viaje a Alemania, donde la canciller Angela Merkel le dispensó
media hora, durante la cual lo mejor que logró fue su ansiada foto junto a la
mujer más poderosa de Europa. Lo cierto es que la candidata presidencial
argentina se retiró con mal semblante de esa entrevista y desairó
intempestivamente una conferencia de prensa que estaba pactada con anterioridad.
Una de sus malas costumbres. Tal parece que la canciller alemana le había echado
en cara que los compromisos internacionales deben ser cumplidos –aludiendo a la
deuda con el Club de París-, y considerando que horas antes a Cristina la habían
“baqueteado” los inversores alemanes, sin que ella lograra conmover a ninguno
idealizando los supuestos “logros” de su esposo, puede entenderse el estado de
ánimo con que salió de la reunión.
Si a ello agregamos que la
prensa de ese país sólo se ocupó de ella para resaltar su excesivo maquillaje y
ridículo vestuario, como lo había hecho en su momento la prensa independiente
española, el resultado de ese viaje promocional es bastante deprimente. El que
le siguió posteriormente a Austria ni siquiera merece un comentario, por lo
anodino e innecesario.
El caso es que Cristina
Kirchner tiene todas estas cartas de presentación para el caso de que logre
iniciar su camino como presidenta de los argentinos. Como se dijo, una pesada
herencia que le resultará muy difícil de sobrellevar.
Y como para agregar un peso
más a esta carga, ahora tanto ella como el entorno que componen su esposo y los
adulones que la sostienen a rajatabla, tienen otro motivo más para sufrir de los
nervios, ya que ha comenzado a levantarse ante ellos una sombra que creían
derrotada y que nunca volvería a cruzarse en su camino.
El hombre que hizo conocer,
promocionó y elevó a Néstor Kirchner a la presidencia y que al poco tiempo fue
traicionado y despreciado por éste, y que terminó asumiendo un voluntario retiro
y declarando a quien quisiera escucharlo que ya no volvería a dedicarse a la
política, finalmente ha regresado.
Eduardo Duhalde, presidente
transitorio entre los años 2002 y 2003, comenzará a tejer pacientemente, con sus
habilidades y habiendo conservado el “aparato” del peronismo bonaerense que en
realidad nunca perdió, una nueva telaraña política por ahora imprevisible en sus
alcances.
Y la candidata presidencial
oficialista y su entorno comienzan a temblar, casi seguros de que pueden ser las
moscas destinadas a ser atrapadas en esa telaraña.
Carlos Machado