“Entonces Pilatos le dijo: ¿Eres rey?
Respondió Jesús: Sí, como dices, soy rey.
Yo para esto he venido al mundo,
para dar testimonio de la verdad.
Todo aquel que es de la verdad,
escucha mi voz.
Le dice Pilatos: ¿Qué es la verdad?”
San Juan 18, 37-38.
La pregunta oportuna del pragmático procurador romano, quedó suspendida en el aire porque Cristo dejó que la respuesta surgiera de su interlocutor. Seguramente, la noción de verdad para el representante de Tiberio en Palestina no era otra que aquella sustentada por el poder disuasivo de las legiones. O sea, sin ir más lejos, aquella apoyada exclusivamente en la razón de la fuerza. Dos mil años después, la noción de verdad en el periodismo muchas veces es objeto de enfrentamientos sordos y despiadados entre aquellos que se autoerigen como detentadores de la misma y otros que pretenden inyectar un aire renovador a una actividad que se desvaloriza cuando se convierte en un mero apéndice de intereses espurios. Semejantes a Icaro cuando se le derritieron las alas al acercarse demasiado al sol, la corporación mediática nacional perdió su esencia al negociar su dignidad con los poderes de turno a cambio de un plato de lentejas.
Cuando la mentira es la verdad
En el día de ayer, el sitio independiente Diario sobre Diarios puso fin de manera abrupta y contundente, al contrapunto surgido a principios de este año entre los periodistas Hernán López Echagüe y Joaquín Morales Solá: "Se trata de un documento que aporta al debate que comenzó en diciembre del año pasado en la sección "Cartas" de la revista Veintitrés, entre los periodistas Hernán López Echagüe y Joaquín Morales Solá. "En 1976 yo estaba en Buenos Aires y no en Tucumán. Y nunca hablé con Bussi, bajo ninguna circunstancia, cuando estaba en Tucumán", sostuvo el periodista Joaquín Morales Solá en la revista Veintitrés el 2 de enero de 2003. La afirmación del columnista de La Nación fue en respuesta de una crítica que le formulara su colega Hernán López Echagüe, quien no le creyó. El DsD comprobó que el diario La Gaceta de Tucumán publicó el 8 de junio de 1976 una fotografía donde se ve claramente al, por entonces joven periodista Morales Solá, participando de un agasajo que el interventor Bussi ofreció a la prensa en su día. El interesante debate que promovió por entonces la revista Veintitrés permitió que nuevamente se pudiese discutir públicamente sobre el rol que tuvo el periodismo durante la última dictadura militar. Y observar, en particular, la actitud que tuvieron que asumir algunos de los hoy famosos formadores o líderes de opinión. Otra vez, la falta de autocrítica de algunos profesionales".
Morales Solá mintió, y no sólo faltó a la ética periodística sino que también mostró el costado más miserable de la corporación mediática nacional que mete al pasado debajo de la alfombra, mientras que pretende manipular la interpretación del presente y arrogarse el vaticinio de un engañoso futuro.
Justamente, también en el día de ayer, el periódico digital Tribuna de Periodistas fue blanco del peor de los ataques informáticos desde su inicio en marzo de este año. No solo hackearon el servidor, sino que borraron algunas investigaciones contundentes como la referente al affaire García Belsunce.
Y esta intromisión, que resulta ya casi un clásico cotidiano, no fue producto de una casualidad permanente ni mucho menos. Pues fieles al compromiso asumido al inicio, se publicó una investigación que comprometía seriamente a una empresa de limpieza propiedad de Alfredo Yabrán, en el atentado contra la sede de la AMIA.
Este tipo de atentados, que no solo vulneran la libertad de prensa, sino que también intentan liquidar la libertad de criterio, son signo evidente de que se transita la senda correcta. Desde acá no se pretende hacer creer a los lectores que se posee la verdad absoluta, ni mucho menos. Sólo se trata mostrar aquellos costados de la cotidianeidad nacional e internacional que, en muchas ocasiones, son omitidos deliberadamente por los grandes medios.
Triste papel cumpliría la prensa si, en lugar de hacer pensar a sus interlocutores, les intenta imponer una visión única de la realidad. Y más horrible todavía es comprobar que, mediante presiones de todo tipo, se busque desacreditar, obturar y simplemente anular a otros colegas que piensan distinto.
La oscuridad no se la disipa pegándole con un palo, sino encendiendo una luz.
Fernando Paolella