Y estalló otra interna en el gobierno. El ministro de la producción, Matías Kulfas, desautorizó a su propio secretario de Comercio, Roberto Feletti. Feletti había hablado de subir retenciones a la carne y Kulfas salió a decir que eso no está en debate en su ministerio. En todo caso, dijo Kulfas, es un tema del ministro de Agricultura, Julián Domínguez. De paso, planteó una diferencia de fondo: dijo que bajar la inflación no depende de congelar precios sino de corregir la macroeconomía.
Claro: Kulfas y Domínguez responden a Alberto. Y Feletti es un soldado de Cristina.
No es el único caso en que funcionarios y ricos y famosos del kirchnerismo parecen electrones libres, que opinan y hacen cosas contradictorias, como si cantaran canciones distintas. El embajador en Chile bombardea al candidato presidencial más votado y le genera un conflicto a la Cancillería. El jefe piquetero Juan Grabois dice que sus dos diputados podrían votar un acuerdo con el FMI siempre que se establezca un salario universal, algo imposible de aceptar para el Fondo. El empresario cordobés Gerardo Ferreyra, muy cercano a Cristina, dice que para él Argentina tiene que olvidarse del Fondo y aliarse con Rusia y China.
Los ejemplos son numerosos. Y todos muestran una cosa: el gobierno no tiene definido siquiera un rumbo general. Y los tiempos corren. Estamos a una semana de diciembre. Alberto confiaba en tener un acuerdo con el FMI este mes. Pero hasta ahora no consiguió ni lo más básico: que Cristina diga en público que apoya un acuerdo y el plan de ajuste que eso implicará. Y no sirve que alguien más asegure que Cristina lo apoya. Nadie lo va a creer hasta que ella lo diga en persona.
Sin ese acuerdo, en marzo Argentina no tendrá con qué pagar y entraría en default con el FMI, algo inédito incluso para defaulteador serial como nuestro país.
El gobierno parece no darse cuenta de que puede haber gobiernos de coalición; lo que no puede haber son gobiernos de colisión. Alberto tiene cada vez menos tiempo para definir qué va a hacer, para dejar claro de qué lado está Cristina y para elegir a personas idóneas en su gabinete. Hace un rato el riesgo país tocaba los 1800 puntos, apenas un síntoma de condiciones financieras y económicas que se degradan con algo de prisa y casi sin pausa.