La forma en que el comunismo está destruyendo los fundamentos del derecho, los principios que hacen a la dignidad de la persona humana, los inalienables derechos de la familia y el sentido de nacionalidad, muestra cómo por un proceso histórico acelerado están expuestos en el conflicto que se vive en Ucrania.
El triunfo del comunismo en el mundo se debe a dos razones. Primera, que el comunismo tiene un espíritu de realización dinámica, ha fijado sus objetivos mundiales y en procura de su conquista planificada las tácticas y las técnicas adecuadas a cada caso particular; además, un voluntarismo impregnado de una falsa mística lo conduce a una constante tensión de actividad y conquista. Segunda: los países occidentales, por haber soportado durante años el paliativo de un liberalismo amorfo y falso de convicción, han minado las virtuales potencialidades de los hombres y han reblandecido la voluntad y el carácter de los mismos. De esta manera, ante la dinámica del comunismo se colocan en una permanente posición de repliegue y actúan con un desconocimiento y puede afirmarse que no saben oponerse al comunismo, una confusión tales, que porque no saben tampoco qué es lo que defienden y para qué lo defienden.
El comunismo es algo más que una fuerza política. Le han subestimado adormecidos por la vieja consigna de que “el comunismo es fruto del hombre”, y han creído que donde los pueblos estaban bien alimentados no podría prosperar el comunismo. Sin embargo, el comunismo constituye una herejía intelectual que, como todas las herejías, al tomar para la constitución de su sistema algunos elementos de la verdad, se envuelven en una atmósfera de simpatía y representan, para muchos engañados, una forma de liberación, cuando en realidad es un estado de esclavitud.
Ante el aburguesamiento de la inteligencia y de la voluntad de muchos intelectuales, es necesario reaccionar. Y para ello nada mejor que conocer profundamente la situación y la lucha de los países dominados por el comunismo, ahora también llamado del socialismo del siglo 21. Esto tiene una doble ventaja. Por una parte, instruye a la inteligencia acerca de aquellas cosas que la experiencia señala. Por otra, fortalece la voluntad al ver con qué firme convicción y espíritu de sacrificio continúan los hombres de esos países luchando por la libertad, un espíritu que ya trasciende las fronteras de una nación para convertirse en el guión que señala el camino de la humanidad.
El problema de Ucrania es el problema del mundo. Ha sido un error fundamental de la política occidental el considerar que las agresiones del comunismo contra tal o cual país, representaban solamente conflictos parciales dentro del mundo. Olvidaron que la guerra no declarada que libro la ex Unión Soviética, no fue contra tal o cual nación. Fue una guerra de conquista mundial. Una guerra total. Por lo tanto, o se unen las naciones occidentales para librar la gran batalla, tanto en el orden de las ideas como en el de las armas, o paso a paso, la política rusa irá conquistando los objetivos parciales que la llevarán al dominio mundial.
Por lo tanto, es necesario realizar una política que tienda a robustecer la unidad de las naciones occidentales y luchar por la libertad.
La advertencia de Pío IX
Durante el pontificado de Pío IX se inicia en la Iglesia el denominado catolicismo social, para defender los derechos de los trabajadores tras la revolución industrial.
Los católicos tomaron pronto conciencia de los problemas político-religiosos que se derivan de la Revolución francesa, sin embargo, muy lentamente como el resto de la sociedad, fueron conscientes de una segunda revolución de otra naturaleza que estaba modificando en profundidad la sociedad tradicional, la denominada revolución industrial.
Desde 1830 los teóricos y activistas, como Robert Owen (cartistas) en Inglaterra y Saint-Simon, Fourier y Proudhon en Francia, habían denunciado las injusticias del capitalismo y del liberalismo, promoviendo la resistencia obrera. En 1847 Marx y Engels habían elaborado el “manifiesto comunista”, la carta magna del socialismo científico.
Pío IX, preocupado por las repercusiones del liberalismo en el campo político y doctrinal, en la encíclica Quanta Cura, (1864) condenó tanto al socialismo como al liberalismo económico, por lo que hizo un primer esbozo de las enseñanzas que León XIII quién denunciaba conjuntamente, por una parte, la pretensión del socialismo del siglo XIX de sustituir la Providencia divina por el Estado y, por otra, el carácter materialista del liberalismo económico que excluye el aspecto moral de las relaciones entre capital y trabajo.
Recordemos las palabras de Pío IX, cuando afirmaba que “esta difusión tan rápida de las ideas comunistas, que se infiltran en todas los países, lo mismo grandes que pequeños, cultos como en los menos desarrollados de modo que ningún rincón de la tierra se ve libre de ellos, se explica por una propaganda verdaderamente diabólica cual el mundo tal vez jamás ha conocido; propaganda dirigida desde un solo centro y adaptada habilidosamente a las condiciones de los diversos pueblos; propaganda que dispone de grandes medios económicos, de gigantescas organizaciones, de congresos internacionales, de innumerables fuerzas bien adiestradas; propaganda que se hace a través de hojas volantes y revistas, en el cinematógrafo y en el teatro, por la radio, en las escuelas y hasta en las universidades, y que penetra poco a poco en todos los medios, aún en las poblaciones más sanas, sin que apenas se den cuenta del veneno que intoxica más y más las mentes y los corazones”.
En nuestros días las desesperadas luchas centenarias de los pueblos del Este europeo por su independencia han dejado de revestir un interés puramente local y, sobrepasado el interés europeo, han llegado a ser vitales para el mundo entero, debido a que la expansión imperialista rusa, en crecimiento constante desde hace varios siglos, ha sabido ir adueñándose de aquellos territorios que pueden ser considerados como baluartes de la cultura occidental. Este hecho evidente ha traído como consecuencia que el mundo occidental se disponga a unirse contra los apetitos de expansión de los rusos y que por primera vez, de percate de que el imperio moscovita, desde su fundación e ininterrumpidamente, siempre estuvo dispuesto a tomar uno tras otro los pueblos que se le pusieran al alcance.
El imperio ruso dista mucho de ser homogéneo, como pretenden hacer creer al mundo los propios rusos y los historiadores rusófilos desde los tiempos de Pedro el Grande hasta Stalin y ahora Putín. En la llamada Rusia, mucho más concreto sería decir en el imperio moscovita debemos contar también como pertenecientes a éste, los actuales países satélites.
Holocausto ucraniano, (Holodomor) es el nombre atribuido a la hambruna que devastó el territorio de Ucrania, Kubán, Ucrania Amarilla y otras regiones de la URSS, en el contexto de la colectivización de la tierra emprendida por Stalin, durante los años de 1932-1933, en la cual habrían muerto de hambre más de 12 millones de personas. Los partidarios de la visión del genocidio consideran que la hambruna estaba relacionada con la política de rusificación de Ucrania y también la supresión del idioma ucraniano por el ruso.
El mayor de estos pueblos es el ucranio que, con sus 45 millones de habitantes posee un territorio con inmensas riquezas naturales, quiere continuar su tradición de siglos pasados, cuando fuera la avanzada, propagara el cristianismo y preservara a Europa de la invasión asiática.
Los países tendrán un día que elegir también el campo desde el cual tomarán parte en el choque decisivo entre dos mundos antagónicos; libertad o esclavitud, les hará fácil la elección. Figurarán todos ellos junto a los pueblos que luchan por la libertad del individuo y de la patria. Resulta, por lo tanto, de vital importancia, el llegar al fondo de los trascendentales problemas que en el Oriente de Europa dan motivo a que esta lucha se venga librando desde hace siglos.
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